Sequía

La receta de Israel en Andalucía: fabricar agua a demanda

La comunidad andaluza se centra en incorporar fuentes hídricas como la desalación y la reutilización para cubrir las necesidades urgentes

La subida de las temperaturas, por encima de los 25ºC en algunos puntos, avisa de la llegada de la primavera. La esperanza a la que algunos especialistas se acogían hace unos meses de que nunca un periodo de sequía se había prolongado más de cinco años se desvanece. Este invierno tocaban lluvias. Y ha llovido, pero muy por debajo de lo necesario. Los embalses andaluces continúan una semana más por debajo del 30% de su capacidad y los sectores agrarios y turístico continúan en alerta máxima ante los efectos que conllevará la falta de precipitaciones.

Andalucía es ya hoy una de los 170 regiones a nivel mundial afectadas por los procesos de desertificación. Se calcula que en 2050 el 45% de la población mundial vivirá en países con escasez crónica de agua. Pero Andalucía necesita agua. Sin ella «no hay progreso, bienestar ni futuro», admitía ayer Juanma Moreno en Almería, una provincia desértica que el presidente afirma que aspira a ser una «referencia» en el Mediterráneo y cuyo potencial desarrollo económico y social el Gobierno andaluz se propone explotar. Luego, mayor crecimiento y mayor población supondrá mayor necesidad del recurso hídrico.

Esto mismo es lo que concluye un estudio elaborado por la Estación Experimental de Zonas Áridas, la Universidad de Alicante y la IE University, que señala como principal causa de la «brecha hídrica» el «aumento sin precedentes» de la demanda de este recurso más que «a la falta de lluvias o las sequías». Y en ese sentido, actuaciones como trasvases o embalses «lejos de cerrar esa brecha, agravan la precariedad». Por ello, los expertos instan a priorizar medidas sobre la gestión de la demanda de agua, racionalizando hábitos y estilos de vida. La escasez de agua aumenta debido al cambio climático, el crecimiento demográfico y el desarrollo económico por lo que «es necesario cambiar el modelo de uso de los recursos hídricos».

La Junta de Andalucía se ha fijado en la receta aplicada por Israel, donde el 60% del territorio es desierto y para crear agua nueva se reutiliza casi el 90% de las aguas residuales para agricultura. De hecho, el 65% del agua que se usa para cultivos son regeneradas y desalinizadas. El propio Juanma Moreno en la COP27 celebrada en Egipto, preocupado en primera persona por la crítica situación de sequía, ya mantuvo contactos con representantes israelíes. Conversaciones que se han reiterado esta semana aprovechando la visita de Noam Weisbrod, director de los Institutos Blaustein para la Investigación del Desierto, para participar en un seminario sobre la gestión sostenible del agua y seguridad alimentaria en la Universidad de Córdoba.

Este catedrático en hidrología lleva investigando desde los años 70 soluciones a los desafíos medioambientales, que pasan por «la desalinización del agua del mar, la reutilización de aguas residuales, la eficiencia del agua de riego y la educación y concienciación comenzando por la infancia», como explica el propio Weisbrod. Para ello, aboga por contar con la industria y los gestores políticos que toman las decisiones: «Necesitamos hacer felices a los agricultores, ya que la mayoría del agua usada es para cultivar alimentos, y para ello deben saber que el desarrollo de estas tecnologías les traerá beneficios a ellos».

En Andalucía, aplicar ese cambio supone invertir más en digitalización e investigación para analizar la composición de las aguas residuales y realizar los tratamientos necesarios para que no afecten a los cultivos y en cuestión de desalinización, también es obligada la monitorización de los océanos de donde se extrae el agua, para no causar daño medioambiental.

En Israel, donde empezó a utilizarse la técnica de riego por goteo, han convertido la zona del desierto del Neguev, en una zona vitivinícola, en una importante producción de vino con una red de bodegas en pleno desierto.

La modernización de las infraestructuras, la mayor eficiencia energética de los instalaciones y la integración de los sistemas terciarios en las depuradoras son algunas de las claves. La Junta, que ya prepara un tercer decreto contra la sequía que seguirá sumando recursos económicos a ejecutar obras por la vía de emergencia, está sentando las bases para sumar hasta 120 hm3 de aguas regeneradas a los regantes andaluces.

A ello se suma la inversión en desalinización. Ayer mismo se ponía en Roquetas la primera piedra de una de las obras de abastecimiento en alta declaradas de interés de la comunidad. Andalucía ha movilizado 1.500 millones en 4 años y en este 2023 licitará obras por valor de 400 millones más.

EL GOBIERNO SÍ AMPLÍA REGADÍOS... EN JAÉN

La propia Feragua, federación de regantes de Andalucía, es reacia a aumentar el número de hectáreas de regadío en la actual situación de sequía. La regularización de las fincas en la Corona Norte de Huelva impulsada por el PP ha provocado el rechazo absoluto del Gobierno de España con el argumento de proteger Doñana –aunque la Junta niega que afecte al Parque Nacional–. Sin embargo, y en una medida que podría ser calificada igualmente como electoralista, la CHG ha otorgado licencia de regadío a 1.600 hectáreas en Cazorla (Jaén) en una decisión calificada como «histórica» para cientos de agricultores.