¿A quiénes representan las doce estatuas que coronan el Palacio de San Telmo?

Se hallan al margen de cualquier polémica, ya sea política o la suscitada por la reforma del Palacio de San Telmo a principio de siglo. Coronando la entrada, ahí están los doce, impasibles ante el lento transcurrir del tiempo como testigos de excepción de la historia de la ciudad y de los entresijos del antiguo palacio de los duques de Montepesier, obra de Leonardo de Figueroa.

La reforma, tan criticada en su día como aclamada ahora, se ocupó del interior del Palacio. En el exterior, concretamente en la fachada que da a la calle Palos de la Frontera, que es donde están situadas las estatuas, no se realizó ningún cambio. Las doce estatuas de destacados sevillanos –de nacimiento o adopción, ya que Arias Montano, Ponce de León y Martínez Montañés nacieron en otras tierras– fueron diseñadas y talladas por Antonio Susillo Fernández, por encargo de los Motpensier.

Al pasar por el Palacio y alzar la vista, en lo alto pueden reconocer aúna serie de personajes que, por méritos propios, permanecen inmortalizados en piedra.

De derecha a izquierda custodian desde las alturas, con la vista dirigida a al Giralda, el escultor Juan Martínez Montañés, reconocible por el busto de un Cristo que porta en sus manos; le sigue Rodrigo Ponce de León, sostenido sobre una espada; Diego Velázquez, el célebre pintor sevillano; Miguel Mañara, fundador del hospital de la Santa Caridad; Lope de Rueda, autor teatral; Diego Ortiz de Zúñiga, historiador sevillano; el poeta Fernando de Herrera; Luis Daoiz, uno de los héroes del 2 de mayo de 1808; Benito Arias Montano, teólogo y humanista; el pintor Bartolomé Esteban Murillo; Fernando Afán de Ribera, duque que luchó en la conquista de los cristianos de las tierras de Al Andalus; y Fray Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapas y protector de los indios, como refleja la escultura.

La mayoría de los personajes representados en esta fachada de la antigua escuela de mareantes vivieron en el Siglo de Oro. Sólo Ponce de León, Ortiz de Zúñiga, Murillo, Mañara y Daoiz vivieron en otras épocas. Todos murieron en Sevilla.