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Los erizos son preciosos, pero hay uno que es un vampiro
Un informe del año 2024 revela especies extraordinarias en el Mekong, incluyendo un erizo con características que desafían toda lógica natural

¿A quién no le va a gustar un erizo? Llenos de puitas, con ese simpático movimiento, incluso hay personas que los tienen como mascotas. En el mundo de la investigación científica, los descubrimientos más fascinantes a menudo surgen de los rincones más inesperados. A veces, la naturaleza nos sorprende con criaturas que desafían nuestras expectativas y nos recuerdan que aún queda mucho por explorar en nuestro planeta. Por ejemplo, hace poco descubrieron orcas besándose.
Los museos de historia natural albergan tesoros ocultos que pueden permanecer décadas esperando ser redescubiertos. Entre polvorientas colecciones y archivos olvidados, duermen especímenes que podrían revolucionar nuestra comprensión del reino animal, aguardando pacientemente el momento adecuado para salir a la luz.
El sudeste asiático continúa siendo una de las regiones más ricas en biodiversidad del mundo, donde cada expedición científica puede desvelar especies completamente nuevas. Esta zona geográfica nos regala constantemente hallazgos que amplían nuestro conocimiento sobre la vida salvaje y sus adaptaciones más extraordinarias.
Un pequeño vampiro con 83 años de historia
El pasado diciembre, el Fondo Mundial para la Naturaleza publicó un extenso informe sobre 234 nuevas especies descubiertas en la región del Gran Mekong, según apuntan desde Good Good Good. Entre todos estos hallazgos, uno destacó por encima del resto: el erizo vampiro, una criatura de apenas doce centímetros que llevaba 83 años guardada en un cajón del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian.
El Hylomys macarong, conocido como erizo vampiro, pertenece a la familia de los gimnuros, también llamados “ratas lunares” o “erizos de pelaje suave”. Su nombre científico deriva de la palabra vietnamita para vampiro, una referencia directa a sus largos colmillos que le dan un aspecto peculiarmente intimidante para su diminuto tamaño.
A diferencia de sus parientes más conocidos, esta criatura no posee púas, sino pelo erizado y áspero, lo que le da una apariencia que mezcla características de musaraña y rata. Sin embargo, está más emparentado con los erizos tradicionales que con los roedores, desafiando las apariencias superficiales.
El erizo vampiro desarrolla una vida solitaria y nocturna, saliendo al crepúsculo para buscar gusanos, moluscos, plagas y pequeños reptiles. Paradójicamente, estos animales emiten un olor extremadamente fuerte, similar al ajo rancio, que utilizan para marcar su territorio y comunicarse con otros miembros de su especie.
Lo más sorprendente de este descubrimiento es que el espécimen había sido recolectado en 1961 en Vietnam del Sur, pero permaneció sin clasificar durante más de seis décadas. Fue gracias a un esfuerzo internacional para revisar la taxonomía de los gimnuros menores cuando los investigadores del Smithsonian redescubrieron este tesoro científico.
La historia se completa con una segunda captura realizada en 2009 durante una expedición en Vietnam, aunque el proceso de catalogación y descripción oficial tomó más de una década adicional. Este caso nos pone de relieve perfectamente cómo la ciencia avanza a veces a ritmo pausado, pero constante, conectando descubrimientos separados por décadas para completar el puzzle de la biodiversidad mundial.
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