Perros

Paula Calvo, experta en animales, rotunda con los 'perrhijos': "No es ni bueno ni malo, el problema es como lo tratamos"

La habitual tendencia a humanizar a nuestros perros, una práctica comúnmente criticada, podría no ser tan perjudicial como se piensa

Perro salchicha en el césped
Perro salchicha en el céspedPEXELS (Peter Jochim)

La relación entre humanos y perros ha evolucionado hasta límites insospechados, llevando a menudo a sus dueños a tratarlos casi como si fueran miembros de la familia con derechos y privilegios equiparables. Esta cercanía ha provocado un intenso debate entre los especialistas del comportamiento canino.

La llamada "humanización" de las mascotas, que implica atribuirles características, emociones o comportamientos propios de las personas, es frecuentemente señalada por adiestradores y veterinarios como un hábito contraproducente. Argumentan que esta aproximación puede generar problemas en el desarrollo y equilibrio del animal.

Sin embargo, esta visión unánime sobre los efectos negativos de tal práctica está siendo ahora cuestionada por voces expertas que proponen una perspectiva diferente, poniendo el acento en la intención y el contexto que subyacen a estas conductas.

La antrozoología cuestiona la norma

Paula Calvo, especialista en antrozoología, disciplina que estudia la interacción entre humanos y animales, ha puesto sobre la mesa una visión que se aparta de la corriente mayoritaria. Para Calvo, la antropomorfización de los perros no es intrínsecamente ni buena ni mala, sino que el verdadero desafío es cómo se aborda desde el ámbito de la educación canina.

La experta subraya cómo muchos profesionales del sector canino suelen censurar actitudes como hablarle a un perro "como si fuera un bebé" o permitirle dormir en la cama de sus dueños. Estas prácticas son señaladas habitualmente como síntomas de una humanización excesiva que, a su juicio, repercute negativamente en el animal.

Sin embargo, Calvo rebate esta concepción al plantear la ausencia de evidencia que sostenga que acciones como compartir la cama o hablarle con cariño lleven a un perro a la inestabilidad o a la destrucción del vínculo. Sostiene que la clave no se basa únicamente en la conducta observable, sino en la intencionalidad que la impulsa.

La intención como eje central del trato

La antrozoóloga diferencia entre dos motivaciones fundamentales detrás de las acciones que llevan a humanizar a los perros. Por un lado, identifica a aquellos tutores que tratan a sus mascotas como si fueran niños debido a miedos propios, la necesidad de ejercer un control desmedido o, incluso, a la inseguridad personal.

Por otro lado, la especialista destaca a un segundo grupo de dueños que humanizan a sus perros desde una base completamente distinta: el amor incondicional, la creación de un vínculo seguro y, fundamentalmente, el respeto profundo por las necesidades específicas y la etología propias de la especie canina. Para ellos, humanizar significa integrar al animal en su vida de forma coherente con su bienestar.

En definitiva, la postura de Paula Calvo invita a revisar la simplificación con la que se aborda habitualmente la humanización de las mascotas. Subraya la importancia de discernir la motivación que subyace a cada acción, abriendo así un nuevo camino en la comprensión y el tratamiento de la relación entre humanos y sus fieles compañeros.