
Amenazan a toda una familia
Historia de superación por exilio político: “unos sicarios” preguntaron por él antes de escapar a Zaragoza
"No te metas en este asunto si no quieres perder a tu familia era alguno de los amenazantes mensajes”, denuncia el periodista togolés

De la misma forma que sucede a veces en España, Kossi Siméon Atchakpa llegó al periodismo de una forma singular, pues era licenciado en Filosofía. Pero una radio de Togo necesitaba una persona que supiera leer y escribir bien Ewé, la lengua mayoritaria de su país, y esa fue la llave de entrada a una profesión que lo apasionó pero que también le arrancaría de su familia y le lanzaría muy lejos de su tierra. Tras el micro se forma y progresa casi al mismo paso que avanza el proceso de democratización de su nación, hasta que en 2003 la supuesta libertad de expresión permitida la anima a entrar en prensa, mucho más comprometida e imparcial que la de antes.
Así pues, deja las ondas y entra de lleno en un semanario nacional como redactor y, solo un par de años más tarde, su “buen hacer” le abre las puertas de un puesto de responsabilidad. Más tarde, en 2006 da otro salto más y se incorpora a una publicación mensual que acababa de nacer: “Afric Hebdo, una revista que abarcaría temas relacionados con todo el continente, dirigida por un conocido político opositor hasta su muerte en 2008. Aquí escribía de política, sociedad y cultura”, explica a ‘La Razón’ el periodista asilado en Zaragoza.
Una misteriosa muerte
El fallecimiento del dueño de dicho periódico es el fatídico detonante que le lleva al exilio. “Este ingresó en una clínica por subida de azúcar y al día siguiente desapareció del centro. 24 horas más tarde encontraron su cuerpo en una de las playas de Togo. Solo 2 horas tardó el gobierno en emitir un comunicado asegurando que el ahogamiento fue la causa de su muerte”, indica Siméon con gestos de extrañado. No esperaron ni siquiera al resultado de la autopsia.
El periodista de profesión, aunque evidentemente piensa en la idea del secuestro y asesinato, no llega a tanto en su primera publicación sobre el asunto: solo hace un análisis enumerando los sospechosos sucesos que, además explica, se hacen todavía más turbios cuando se exige la autopsia y el gobierno se niega firmemente a autorizarla. En su segundo artículo, sin embargo, fue más allá exigiendo una investigación internacional. “Aquí empezaron los problemas: sms, llamadas de números desconocidos… No te metas en este asunto si no quieres perder a tu familia era alguno de los amenazantes mensajes”, explica Siméon, quien confiesa además un desagradable hecho: “Para alejarme del problema decido salir unos días de casa, en la que vivo con mi mujer e hijos, para trasladarme a mi pueblo. Durante mi ausencia, Josephine, mi esposa, recibe en casa a unos falsos compañeros de trabajo que preguntan por mí, o lo que es lo mismo, unos sicarios”.
Su error por tanto terror
“Mi error fue ponerme en contacto con asociaciones de defensa de Derechos Humanos. Estos se pusieron en contacto con Interior y el ministro me quiso poner protección oficial. Si tú lo aceptas, todo seguirá igual o te matarán”. Evidentemente, no dudó lo más mínimo en negarse a tan rara vigilancia: “Significa firmar tu propia sentencia de muerte, lo sabe todo el mundo”. Por tanto, rápidamente puso la mirada en Europa para escapar del peligro: Alemania, Francia… o España.
Así lo hizo: “Colaboraba con la asociación ENDEV y supliqué que me mandaran al Tercer Foro Mundial sobre Migración en Madrid, al que podían enviar solo a 3 voluntarios”. Lo quiso con tantas fuerzas que solo un mes de las terribles amenazas aterriza en Madrid, pasa por Barcelona y se queda en Zaragoza como asilado político.
“Estamos felices, hemos tenido suerte”, añade de forma espontánea su mujer, quien está a su lado durante la conversación. Ella, Josephine, y sus hijos tardaron tres largos años en reunirse con él en la ciudad del Ebro. Agradecen inmensamente toda la ayuda recibida por Asociación de periodistas de Aragón, Reporteros Sin Fronteras y ONG Rescate. Y es que lLa cultura se lleva dentro, pero la familia no” dice con rotundidad este valiente ya fuera de peligro.
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