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«La cardiotoxicidad de las terapias del cáncer podrá prevenirse»

Dr. Borja Ibáñez, director de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y cardiólogo intervencionista del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid

Dr. Borja Ibáñez / Foto: Luis Díaz
Dr. Borja Ibáñez / Foto: Luis Díazlarazon

1- ¿Cómo surge el proyecto Matrix?

Surge de una necesidad clínica. La dualidad investigadora-clínica nos permite identificar necesidades no cubiertas e ir al laboratorio a buscar soluciones. En este caso son pacientes que han recibido antraciclinas y que después desarrollan problemas cardiacos como insuficiencia cardiaca. La necesidad clínica es poder identificar este daño en el corazón lo antes posible, mucho más precozmente a como se hace actualmente. Además, queremos hallar una terapia específica para la toxicidad asociada al uso de antraciclinas, ya que no existe nada actualmente. Esta línea de investigación empezó hace tres años, cuando nos dimos cuenta que no existían modelos experimentales que imitasen lo que ocurre en la clínica. En paralelo, hemos trabajado durante los últimos años en la biología de la mitocondria en la insuficiencia cardiaca, demostrando que estas alteraciones tienen un impacto enorme en el deterioro de la función cardiaca. Asociando nuestros trabajos con lo que se conocía del daño que causan las antraciclinas, encontramos que las mitocondrias expuestas a doxorrubicina se parecían mucho a las de nuestros estudios de alteración de fusión-fragmentación previos.

2- ¿Hasta qué punto la toxicidad cardiaca es un talón de Aquiles en el tratamiento oncológico?

Nosotros trabajamos con la toxicidad asociada a antraciclinas, aunque hay muchos otros tratamientos del cáncer que pueden, potencialmente, tener efecto dañino en el corazón. El acuerdo actual es que existe una dosis máxima de antraciclinas que un paciente puede recibir de por vida. Este límite no es un gran problema en tratamientos iniciales de cáncer, pero en recidivas cancerosas sí lo es pues no se puede volver a administrar y esto limita el arsenal terapéutico. Conocer los mecanismos por los que provoca daño cardiaco las antraciclinas y poder identificar de manera muy precoz esta cardiotoxicidad permitiría eventualmente seleccionar pacientes que tolerarían más dosis. Esto es por ahora un sueño, pero con este proyecto estudiaremos este punto en detalle.

3- ¿Qué terapias dañan más el corazón?

Todos los tratamientos de cáncer, incluso los nuevos, tienen posibles efectos secundarios cardiovasculares. Uno de los principales temas de investigación, en el que vamos en paralelo oncólogos y cardiólogos, es que, debido a que los tratamientos nuevos llegan con tanta rapidez a la clínica, no hay tiempo suficiente para tener registros exhaustivos de seguridad. Como muestran eficacia contra el cáncer deben de usarse sin duda, pero hay que estudiar en detalle a estos pacientes para identificar posibles efectos adversos no conocidos aún.

4- ¿Cuáles son los pilares de Matrix?

Es un abordaje holístico al problema de la cardiotoxicidad asociada a uso de tratamientos del cáncer. Queremos conocer mejor los mecanismos subyacentes en la cardiotoxicidad asociada estos fármacos, lograr un diagnóstico muy precoz y diseñar tratamientos eficientes. Bajo la hipótesis del papel fundamental que juega la mitocondria en la función cardiaca y el daño que producen las antraciclinas en ésta, los pilares de Matrix se asientan en nuestro conocimiento de la biología de la mitocondria aplicado a resolver el problema de la cardiotoxicidad asociada a estos fármacos.

5- Entre los objetivos que manejan, ¿en qué consiste el trasplante de mitocondrias?

La mitocondria es la organela que se encarga de la producción de energía en la célula. Tiene un papel especialmente relevante en el corazón debido a que el consumo de energía de éste es enorme, mucho mayor que el de cualquier otro órgano. Debido a que las células del corazón se dividen muy raramente, es imprescindible cuidar su principal fuente de energía (la mitocondria). Nosotros pensamos que, si el daño causado por las antraciclinas en las mitocondrias es irreversible, la posibilidad de trasplantar mitocondrias sanas (idealmente del propio paciente) para sustituir a las dañadas sería un avance radical.

6- ¿Quiénes serían candidatos a someterse al mismo?

Un paciente cuyo corazón se ha visto severamente dañado por un tratamiento con antraciclinas sería potencialmente candidato a este abordaje novedoso. Sin embargo ahora mismo es un sueño de “ciencia ficción”. Esperemos poder estar en disposición de testarlo en clínica al terminar el proyecto MATRIX.

7- Dentro del Laboratorio Traslacional para la Imagen y Terapia Cardiovascular, ¿qué otros proyectos desarrollan además de Matrix?

Somos un grupo altamente multidisciplinar y traslacional. Hacemos estudios investigación básica y ensayos clínicos en pacientes testando las terapias que nosotros desarrollamos. Principalmente trabajamos en enfermedades del músculo del corazón: infarto de miocardio (isquemia-reperfusión) e insuficiencia cardiaca. Aunque es verdad que ahora mismo, con la concesión de la de la beca ERC, un gran porcentaje de la actividad del laboratorio se centrará en esta línea de investigación.

8- La Cardio-Oncología es una especialidad que evoluciona mucho. ¿Cómo influye en el profesional?

La creación de esta disciplina es una mejora para el paciente. Además, la interacción tan estrecha entre cardiólogos y oncologos resulta en un beneficio de las profesiones que aprenden a abordar los problemas desde diferentes perspectivas. El desarrollo de protocolos permite identificar qué paciente va a beneficiarse de ser atendido en la unidad de Cardio-Oncología.

9- ¿Cuáles son los retos de esta nueva especialidad?

Van muy ligados a los objetivos de Matrix. Es decir, conocer mejor los mecanismos que se asocian al aumento del riesgo cardiovascular en los pacientes oncológicos, no sólo a causa de la terapia, sino por el proceso tumoral. Además, el diagnóstico precoz es un segundo objetivo fundamental porque debemos mejorar los algoritmos y, por último, desarrollar tratamientos específicos basados en el conocimiento de los mecanismos que generan el daño. Nosotros nos hemos centrado en la cardiotoxicidad del músculo cardiaco por antraciclinas, pero existen otros efectos adversos asociados a otros tratamientos.

10- ¿Cómo deben configurarse las unidades como ésta en la organización de los hospitales?

Tienen que disponer de un espacio físico en el que se visiten los pacientes y es fundamental que los oncólogos conozcan la existencia cardiólogos de referencia en ella. Nuestra unidad de Cardio-Oncología en la FJD, ubicada en el instituto OncoHealth, tiene esta estructura y hay dos cardiólogas dedicadas a esta unidad que son la referencia para el hospital. La participación de oncólogos, hematólogos y otros especialistas hace de ésta una de las más multidisciplinares. Ya hay una conciencia clara de la necesidad de estas unidades mixtas y por ello en los próximos años proliferarán en muchos centros.