Opinión

El experto amateur

Buero Vallejo subraya la importancia del teatro en la educación del pueblo por su especial influencia social. García Lorca se había sumado a esta posición al escribir: «el teatro es uno de los instrumentos más útiles para la educación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su desmayo». Así es: un teatro bien zurcido, desde la tragedia al vodevil, puede transformar los pensares y sentires de un pueblo; y, un teatro chabacano y vulgar, embrutecer y adormecer a una nación. Casos tenemos al alcance de la mano...

José María García-Luján, el más entusiasta impulsor del teatro amateur en España, que moviliza a 7200 compañías y atrae a millones de espectadores, acaba de escribir una guía para iniciarse en el teatro, que ha llamado El experto amateur, editado pulcramente por Bolchiro y con letra grande, lo que se agradece. Un título que serviría para encabezar decenas de columnas. Pero no, García Luján va por otros derroteros. No tiene este letrado, de ganada honradez intelectual, su tiempo para reírles las gracias a los sátrapas de turno, ni para desenmascarar al tirano, tarea que deja a inquisidores y matarifes. El experto amateur se adentra sólo en ese mundo mágico del teatro, y muestra cómo lograr una puesta en escena exitosa, desde la letra menuda del vivir.

Buen momento, este en el que estamos, de rigores y arresto domiciliario, para preguntarse: ¿Por qué el teatro? Luis María Anson, completamente chiflado por el mundo de los cómicos, lo que le ha llevado a montarse un teatrillo en su casa, de alargada influencia, como La sombra del ciprés y estrenos en premiere, repite que la comedia es imprescindible, porque necesitamos ser otros y porque conviene asomarse, de vez en cuando, a los burdeles y a la ternura del vivir.