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Anecdotario musical vallisoletano: El del medio de Los Chichos, “Karla” y “Veinte de abril”

Una vuelta al pasado para conocer tres historias de la música vinculada a Valladolid

Celtas Cortos
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Valladolid siempre ha sido una ciudad ligada a la música. Son innumerables los grupos o cantantes que, con mayor o menor fortuna, han ido creándose a lo largo de la historia y que han formado parte de las vidas de un sinfín de vallisoletanos, que han vibrado con estas creaciones, las siguen tarareando a día de hoy, y que han acudido a miles y miles de conciertos. Por que todo hay que decirlo, por la capital han pasado verdaderos megacraks del ámbito musical. Basten tres nombres: Michael Jackson, Bruce Springteen o Depeche Mode.

Pero vamos a centrarnos es tres pequeñas historias. Una referente a los Chichos, otra a un grupo emblemático de la ciudad como Los Nadie, y por último, el conjunto más carismático y universal vallisoletano, los Celtas Cortos.

“El del medio de los Chichos”

 

“El del medio de Los Chichos, se me ha “aparecío” en sueños, e me ha “aparecío” y me ha dicho, de tu rumba soy el dueño”. Una canción popular que inmortalizó el dúo catalán Estopa para homenajear a sus ídolos y en especial a Juan Antonio Jiménez Muñoz, más conocido como “El Jero”, uno de los compositores más lúcidos de la escena musical española, que la fama y drogas hizo que cayera en una profunda depresión, para quitarse la vida allá por el año 1995

Pero que tiene que ver “El Jero” con Valladolid. Pues sencillamente que nació en ella, concretamente en la calle Fuente El Sol, del populoso barrio de la Victoria, pero a los siete años, y después de fallecer su padre, se trasladaba a Madrid, pero siempre estuvo orgulloso del lugar que le vio nacer. Allí se tuvo que dedicar desde pequeño a la venta ambulante, concretamente a vender ajos y de ahí procede su nombre, de aquel mote: “El ajero”. Luego se hizo trilero, dando con sus huesos en la cárcel en varias ocasiones.

Y empezó a escribir y llegó el éxito. Títulos como “Quiéreme con alegría”, “Ni más ni menos” o “Quiero ser libre”, que se encuentran en el top del acervo musical español. Canciones cotidianas, de la vida que le tocó vivir. Y llegó el éxito. No llegaban a las radios pero se convirtieron en los reyes de las gasolineras, vendiendo millones y millones de discos, y actuaron en una veintena de prisiones, y junto con los más desfavorecidos. Pero el éxito y las desgracias familiares echaron por la borda a un genio de la música hace 26 años. El grupo continuó, pero ya no fue lo mismo.

“Karla”

 

Esta es una de las canciones emblemáticas de la escena vallisoletana. Un grupo vallisoletano que nacía en 1982 y que tuvo su gran éxito en 1988, con esta Carla que sonaba noche sí y noche también durante varios años en prácticamente todos los garitos y bares del famoso “Cuadro”, espacio de la juerga juvenil que congregaba cada fin de semana a miles de jóvenes en sus alrededores.

Un grupo que aunque llegó a telonear a Nacha Popo y a Los Elegantes en la Plaza de Toros de la capital, y que con “Karla” alcanzaron el éxtasis. Aquella chica que salía de un coche, que rozaba la niebla y cuyos ojos no estaban allí. Una canción que se convirtió por méritos en la abanderada de la “movida” vallisoletana, pero que también llegó a toda España. Cuando todo parecía predestinado para el éxito nacional, las injerencias que intentaron hacer productores a la hora de vestir, el nombre del grupo o sus componentes, hizo que volvieran a la ciudad pucelana para seguir sacando singles y en 1992 lanzaron el único disco. Hace unos años tocaron en la Plaza Mayor, recordando aquellos años gloriosos de antaño.

“Veinte de abril”

 

Otra de las creaciones musicales emblemáticas ligadas a Valladolid y de la mano de los Celtas Cortos, grupo de referencia y universal y que lleva por bandera su “pucelanismo” allá por donde van. Pero la historia de la carta más famosa del ideario musical español, carecía de vídeo y este llegaría casi 30 años después.

Un himno que nacía en el año 1991, cuando Jesús Cifuentes escribía esta canción, que “no es para nada real” y que era incluida en el disco “Cuéntame un cuento”, aunque eso sí, la famosa cabaña del Turmo, sí que existe en el pirineo aragonés. Por eso el vídeo viaja al corazón oscense para rememorar esa vieja canción, que a día de hoy siguen tarareando miles de personas, sigue sonando en la radio y cuenta con más 10 millones de escuchas en Spotify. Casi nada.