Opinión

La dueña

Isabel San Sebastiàn, con cientos de miles de ejemplares vendidos de sus l7 obras, y uno de los primeros nombres del periodismo hispano, se encuentra entre los escritores que más a fondo conocen nuestra historia y son capaces de narrarla con más rigor y amenidad. Esta vez, su novela La Dueña, nos toca muy de cerca, como ya sucediera con otras anteriores, porque gran parte de ella transcurre en los antiguos reinos de Castilla y de León.

Una aventura recia, aunque tierna y emotiva, entrelazada de la tenacidad y lazos familiares de castellanos y leoneses, allá por el año 1020; centrada especialmente en  el papel determinante que las mujeres de estas tierras nuestras, de toda edad y condición, olvidadas por las crónicas, tuvieron en la Reconquista.

Mientras los poderosos monarcas del momento, se enfrentan en Hispania a sangrientas luchas para afianzar su poder, Auriola de Lurat, aquella mujer fascinante de La Peregrina y Las campanas de Santiago, ahora convertida en La Dueña, mujer de armas tomar, nos descubre uno de los momentos más intensos y desconocidos  de la España de la Reconquista, para llevarnos de la mano por un mundo tan despiadado como apasionante.

Isabel San Sebastiàn, con esa serenidad, agudeza e ingenio que caracterizan su escritura, seduce al lector desde la primera línea, con un relato apasionado que reivindica, como no se había hecho hasta de ahora, a esas mujeres _viudas la mayor parte de ellas y madres_, que tuvieron que tomar, a causa de la guerra, la riendas de sus familias y sus propiedades y fueron capaces de sacarlo todo adelante con ímpetu y astucia, además de mucho amor.

En La Dueña, Isabel San Sebastiàn, vuelve a poner de manifiesto su conocimiento del corazón humano, espigando entre las pasiones, las miserias, alegrías, tristezas envidias y pensares y sentires de mujeres y hombres de aquella época de guerras fratricidas entre Navarra, Aragón, los Condados Catalanes  y reinos de León y de Castilla, frente a la brutal acometida de los almorávides.

Los personajes femeninos, como he dicho, son lo más atractivo de esta novela: mujeres bravas que no aceptan fácilmente lo que el destino les reserva, sino que se revelan y luchan por defender su heredad y a los que más quieren. La Dueña es como un estallido de vida y más vida y buena literatura, que muestra como es posible imponerse a la fragilidad de la existencia. Isabel San Sebastiàn ha vuelto a escribir una novela sin fronteras, que engancha y emociona, robustecida por el detalle con el que aborda ese periodo vital de nuestra historia castellanoleonesa y mucho más.