Economía circular
Así se aprovecha el aceite industrial usado para generar nuevos lubricantes y energía
El 70 por ciento del aceite industrial usado recogido en Castilla y León el pasado año, lo que suponen unas 9.000 toneladas, se destinó a regeneración
La economía circular avanza con paso firme en Castilla y León, después de que el 70 por ciento del aceite industrial usado recogido en Castilla y León durante el pasado año, que suponen cerca de 9.000 toneladas se haya destinado a regeneración, el tratamiento que permite convertir el residuo en nuevos lubricantes.
Gracias al residuo regenerado fue posible producir más de 3.900 toneladas de nuevos lubricantes, evitando así el consumo de 1,8 millones de barriles de petróleo y la emisión a la atmósfera de más de 4.000 toneladas de CO2.
Además, el 30 por ciento restante del aceite usado se destinó a valorización energética, produciendo un combustible similar al fuel óleo, según informa el Sistema de gestión de aceites industriales usados (Sigaus), desde donde apuntan que el aceite industrial es un producto ampliamente utilizado en diversos ámbitos de la sociedad debido a su versatilidad.
Además de su aplicación en los motores de vehículos, se emplea en una gran variedad de procesos industriales y en otras actividades donde se utilizan engranajes y maquinaria de cualquier tipo como desde el pequeño generador de energía de un hotel hasta un aerogenerador en la cima de una colina.
En 2022, más de 5.000 establecimientos castellanos y leoneses de todo tipo generaron 11.796 toneladas brutas de aceites industriales usados (una cantidad que incluye un 24 por ciento de impropios, como agua o sedimentos). Cerca de la mitad de estos establecimientos (2.257) fueron talleres mecánicos (establecimientos multimarca, multiservicios, concesionarios, y mecánica rápida), constituyendo la actividad de mayor generación de este residuo peligroso. El 34 por ciento del volumen total recuperado en la Comunidad por Sigaus, el sistema encargado de gestionar este residuo peligroso en toda España.
El resto del residuo se recogió en sectores muy heterogéneos, como la industria, la agricultura, el comercio, la hostelería, el transporte o la construcción, y puntos de generación muy diversos, como hospitales, instalaciones militares, campos de golf, centros educativos o puntos limpios, entre otros, que sumaron un total de 2.779 establecimientos (el 55 por ciento del total).
Operativa complea y costosa
El consumo de lubricantes en actividades económicas tan diversas conlleva que los aceites usados resultantes se generen de manera muy fragmentada y dispersa en el territorio, lo que requiere de una operativa compleja y costosa. Durante el pasado año, a través de la red de gestores que recogen aceites usados, se llevaron a cabo 10.301 recogidas en los 1.034 municipios de la Comunidad en los que se generó este residuo.
Un gran número de recogidas tuvieron lugar en áreas rurales, donde se ubican el 34 por ciento (2.525) de los establecimientos atendidos por Sigaus. En ellos se recuperaron 4.022 toneladas de aceites industriales usados. La recuperación del residuo en este entorno es especialmente importante, ya que la mayoría de zonas vulnerables desde el punto de vista medioambiental (como espacios naturales protegidos, ríos o lagos) se encuentran en el medio rural.
Recogidas en espacios protegidos
En 2022, Sigaus recogió 339 toneladas de aceites usados en las inmediaciones de 26 espacios protegidos (Parques y Reservas Naturales, y Reservas de la Biosfera). Sólo en los alrededores de la Reserva de la Biosfera de la Meseta Ibérica se recogieron 112 toneladas de aceites usados en 66 establecimientos.
Por otro lado, en el entorno de recursos hídricos —como ríos, lagos o embalses— de Castilla y León, se recogieron 282 toneladas de aceites usados generados en 201 establecimientos ubicados a menos de 250 metros. La recuperación del residuo en estas áreas es vital, ya que un vertido de aceite industrial usado en el agua puede perdurar durante 15 o 20 años, impidiendo su oxigenación y dañando gravemente los ecosistemas existentes en estos entornos acuáticos.
La transformación de los residuos en nuevos recursos es una de las mejores vías para reducir el consumo de materias primas, esenciales para fabricar todo tipo de productos para una población global en constante crecimiento. Este es el caso del aceite industrial usado, un residuo que, bien gestionado, puede ser valorizado en su totalidad. En su composición mantiene los recursos materiales y energéticos de origen, siendo de gran valor para ser transformado en nuevos productos, o como fuente de energía.
En Castilla y León, el 70 por ciento del aceite usado gestionado durante el pasado año fue tratado mediante regeneración, el tratamiento ambientalmente prioritario. El volumen de residuo destinado a este proceso, 6.240 toneladas, permitió la producción de 3.906 toneladas de nuevos lubricantes. Gracias a esta gestión, se evitó el consumo de los 1,8 millones de barriles de petróleo que hubieran sido necesarios para fabricarlos mediante el refino del petróleo. Además, la regeneración de aceite usado gasta menos energía y emite menos gases de efecto invernadero que la producción de lubricantes de primer refino. En este sentido, la regeneración del aceite usado evitó la emisión a la atmósfera de 4.162 toneladas de CO2.
Los aceites usados que no fueron destinados a regeneración, 2.732 toneladas (30 por ciento), se sometieron a un proceso de descontaminación mediante procesos físicos (decantación, centrifugación y filtrado) y reactivos químicos para convertirlos en un combustible de uso industrial, de características similares al fuel óleo tradicional, que es utilizado en centrales térmicas, cementeras, papeleras y equipos marinos. Gracias a este tratamiento, se evitó la emisión a la atmósfera de 1.497 toneladas de CO2 y el consumo de cerca de 282.000 barriles de petróleo que se hubieran necesitado para fabricar ese combustible a partir del petróleo.
“Gracias al aprovechamiento del aceite usado de nuestros coches y máquinas, no solo evitamos el impacto ambiental de un residuo peligroso, sino que reducimos el uso de una materia prima no renovable como es el petróleo, más aún en el contexto de crisis energética actual. Además de un importante ahorro económico, los procesos para obtener los productos de segunda generación consumen menos energía y emiten menos gases de efecto invernadero que los procesos tradicionales”, destaca el director general de Sigaus, Eduardo de Lecea.
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