Opinión

El azul turquesa sobre negro azabache de Fernández Vaciero

"La novela destapa las cloacas y el desgarro de la inmigración africana hacia la Europa del hartazgo"

Luis Vaciero
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“Será porque te amo”, un atrayente relato ambientado en Roma, fue la primera novela del asturiano Luis Fernández Vaciero, afincado en Valladolid, donde dice sentirse dichoso. Regresa ahora con “Azul Turquesa sobre negro azabache”, una obra valiente, que destapa las cloacas y el desgarro de la inmigración africana hacia la Europa del hartazgo, un continente cuesta abajo en su rodada y profundiza, también, en la familia con sus luces y sus sombras. Los personajes de esta seductora novela, son seres tratados con indiferencia y abandonados entre injusticias que claman al cielo, pero siempre esperanzados, mientras aguardan su hora, en la orilla de la vida, entre los zarpazos de unas existencias que, no por ello, están exentas de un bálsamo de humanidad y hasta de ternura, en medio su aspereza.

El amor a trompicones de Akem, la benevolencia de Nayah, son la vida que se derrama, entre tantas cosas que se resquebrajan y vienen abajo, como sucede en cualquier vida. No podía faltar en estas páginas, escritas para acompañar y poner el dedo en más de una yaga, el oleaje de la pasión, la ventura y la desdicha de personajes recios, como David, decidido a entreabrir, de par en par, esa puerta a la felicidad que parecería estar al alcance de su mano, así se asemeje por momentos a un espejismo. Luis Fernández Vaciero va desmenuzando en detalle_con desparpajo y atrevimiento_, los adentros de unos personajes habitados de ilusiones y fracasos; de empeño y humano progreso, edificado sobre la debilidad, que se ven abocados a duras condiciones de existencia y precariedad. A ese abandono, en definitiva, que acompaña a los descartados de este mundo sepultados, casi siempre, en elmás umbrío anonimato.

A un paso de la muerte, y desde un pluralismo procurado y fomentado, nuestro autor consigue atrapar al lector con la amistad que llora amargamente con el amigo y ríe con el que ríe. Hay en esta novela una reivindicación de la amistad como reconocimiento y afirmación de la vida, con sus debilidades y cobardías, flaqueza e historia personal de cada uno. La relación de acompañamiento y de familia, que se nos desvela, también, en “ Azul turquesa sobre negro azabache“, es la del querer como plato fuerte de la vida, descomplicado y capaz de ir más allá de cualquier prejuicio y dispuesto a descubrir lo mejor de cada persona, renunciando al deseo irrefrenable de hacer a los demás a nuestra imagen. Pero lo que verdaderamente medula estas páginas desgarradoras en algunos momentos y nada complacientes, es el amor como respuesta libre, con su iniciativa y responsabilidad, atrapado en el alambre entre lo posible y lo imposible, hasta el punto de hacerse la pregunta del millón: ¿No será el único querer el no correspondido? Un interrogante al que nuestro autor se atreve a dar respuesta, pero que no te voy a desvelar, amable lector; preferible que seas tú quien lo descubra, desde el impulso y la presencia de unos protagonistas que se hacen querer y también aborrecer a ratos.

El sexo, muy presente en la obra de Fernández Vaciero, planteado desde la libertad y el gozo compartido, que tan mala literatura produce demasiadas veces, se reinventa en el caso de nuestro autor, al ser tratado con sutileza no exenta de arrojo, eso si, frente a las realidades cotidianas, anhelos y desconcierto de la mujer y el hombre de hoy. Nada de lo que se cuenta en estas páginas resulta desconocido o indiferente al lector; uno de sus principales logros de “Azul turquesa sobre negro azabache”, en mi opinión.

Una novela que nos sitúa frente a la insaciabilidad de la vida_y no de espaldas_, en la pequeña gran historia que todos somos, única e irrepetible, sin dejar en la cuneta el dolor y el gozo de la realidad, con sus preguntas sin respuesta, misterio y radiante alegría.