El imponente desfiladero que fue frontera entre árabes y cristianos y despunta junto a un yacimiento milenario

En el suroeste de la provincia de Soria se encuentra un yacimiento arqueológico de enjundia, por su espectacular ubicación sobre las pendientes de un meandro del río que atraviesa un estrecho desfiladero, pero también un lugar de visita obligada para los amantes de la naturaleza que quieran experimentar nuevas sensaciones y que, además, acaba de ser declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona Arqueológica

Se trata del yacimiento arqueológico de Los Tolmos, donde destacan también dos pequeñas mesetas pétreas o tolmos que le dan el nombre. Un espacio con mucha historia detrás también, por cuanto las excavaciones arqueológicas que allí se llevaron a cabo a finales de los años 70 del pasado siglo y principios de 80, se pudieron reconocer e investigar asentamientos de la etapa media de la Edad del Bronce, y en la época tardorromana y medieval.

Se cree que la primera de las ocupaciones en este asentamiento se produjo hacia la mitad del II milenio antes de Cristo, puesto que se conocen dos cabañas de planta rectangular y esquinas redondeadas, así como algunos enterramientos en fosa, uno de ellos junto a una de las cabañas y otro, esta vez triple, que podrían datar de esa época

Además, los análisis polínicos pusieron de manifiesto que, durante la Edad del Bronce, el grupo que ocupó Los Tolmos debió hacerlo sobre todo en primavera o verano, dada la presencia de hogares fuera de los lugares de habitación, según informan fuentes de la Consejería de Cultura y Turismo.

Según parece, en este lugar predominaba la pradera, con presencia de bosque abierto, mientras que la forma de vida estaba marcada por la actividad cinegética y la existencia de pequeños cultivos cerca del yacimiento, pero también por la labor pastoril y la cría de ovicápridos, bóvidos y caballos.

En cuanto a la cultura material, en este yacimiento se han hallado producciones cerámicas de la época en la meseta, junto a elementos metálicos encontrados de cobre prácticamente puro, así como útiles en hueso y material lítico menos variado y más escaso.

Dos milenios después, volvió a ser ocupado el lugar en época tardorromana, probablemente a finales del siglo IV d.C. Y a este momento corresponden suelos de habitación, realizados con tierra apisonada o con empedrados de pequeños cantos de río. En un sector diferente, apareció una tumba infantil de época romana, y existen evidencias de una última ocupación, de época probablemente medieval, a la que se adscribirían algunas estructuras constructivas, aterrazamientos y viales, que siguen siendo visibles a día de hoy, según apuntan desde el departamento que dirige Gonzalo Santonja.

Por todo ello, este yacimientos arqueológicos está considerado como uno de los más señeros de la época reconocidos e investigados en el oriente de la Meseta Norte. Gran parte de los materiales encontrados en este yacimiento pueden verse hoy en día en el Museo Numantino situado en la capital soriana.

Senderismo

En esta zona con tanta historia no podía faltar una ruta turística para hacer senderismo y descubrir nuevas sensaciones, ya que, por su actual aislamiento, Caracena es un lugar al que hay que querer ir debido a su complicado acceso.

Una zona paisajística sin igual a lo que se suma una gran riqueza monumental y patrimonial, con las iglesia románicas de San Pedro, del siglo XII, y de Santa María; un castillo medieval ubicado al filo de un imponente desfiladero; y un rollo barroco de justicia que llama la atención, como protagonistas.

La fortaleza es uno de los principales atractivos turísticos del pueblo y se encuentra en buen estado de conservación. Construido en el siglo XII, ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos y ha sufrido diversas modificaciones a lo largo del tiempo. Actualmente, el castillo cuenta con varias torres, un patio de armas, una capilla y una impresionante muralla que rodea el conjunto y ofrece una vista espectacular.

La ruta discurre por senderos que de vez en cuando cruzan el río Caracena que, en su camino hacia las aguas del Duero que nos une con Portugal, discurre de forma sosegada formando incluso preciosas piscinas a pesar de escaso caudal, mientras se adentra por un profundo cañón que el modesto curso de agua ha conseguido abrir a lo largo de los siglos.

Es el cañón de Caracena, ubicado en las faldas de la Sierra de la Pela es un bello desfiladero que unes las localidades de Caracena y Tarancueña, por tierras de labor, por las que se puede también contemplar y disfrutar del vuelo de los numerosos buitres leonados que surcan los cielos en esta bella zona soriana, que anidan en las paredes verticales del cañón. El desfiladero está situado en un entorno kárstico (tierra caliza), en terreno pedregoso y montañoso, en las estribaciones de la Sierra de Pela, con carrascas, chaparros y enebros. Muy cerca se encuentra la espectacular Carrasca de Valderromán, uno de los árboles más famosos de la provincia de Soria. Se estima que la edad de esta encina supera los 500 años.

Un puente medieval de origen romano se cree, de nombre Puente Cantos, sale al encuentro del andarín en esta ruta y que permite adentrarse en el caserío de Caracena, un antiguo asentamiento arévaco y romano, que entró en la historia por ser un enclave estratégico desde la que el caudillo moro Almanzor vigilaba el tránsito de esta zona, y especialmente entre San Esteban de Gormaz y Atienza, siendo una de las principales marcas fronterizas entre árabes y cristianos.

El pueblo de Caracena conserva el entorno urbano, el caserío e importantes bienes integrantes del patrimonio cultural que la hicieron merecedora de protección patrimonial como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico. Esto hace que sea uno de los pueblos medievales más interesantes y bellos de la provincia de Soria.