Sociedad

Vuelve a brillar tras años en la oscuridad

La cruz de Quintana del Puente (Palencia) pasó más de 200 años emparedada para evitar que cayera en manos de las tropas Napoleónicas y, ahora, tras una larga restauración, luce en todo su esplendor

El delegado de Patrimonio Cultural de la Diocesis de Palenica, José Luis Calvo, sujeta la cruz procesional que fue escondida por el párroco de Quintana del Puente (Palencia) durante la invasión francesa de la península, y apareció durante las labores de restauración de la iglesia de San Esteban
El delegado de Patrimonio Cultural de la Diocesis de Palenica, José Luis Calvo, sujeta la cruz procesional que fue escondida por el párroco de Quintana del Puente (Palencia) durante la invasión francesa de la península, y apareció durante las labores de restauración de la iglesia de San EstebanBrágimoIcal

El patrimonio religioso y las miles de iglesias repartidas a lo largo y ancho de la Comunidad se han convertido, con el paso de los años, en auténticos testigos silenciosos de la historia. Sin embargo, y pese a este hecho innegable, era difícil de imaginar lo que realmente se ocultaba entre los muros de la Iglesia de la Invención de San Esteban de Quintana del Puente en la provincia de Palencia: una cruz latina trilobulada de plata y plata dorada cuyo origen se remonta al año 1500. La pieza permaneció emparedada durante más de 200 años y fue encontrada en 2005 mientras se acometían unas pequeñas obras en la parroquia. Al parecer, fue el propio párroco del pueblo el que decidió esconder allí la joya para evitar que fuera sustraída por los franceses durante la Guerra de la Independencia Española (1808 y 1814).

Lo hizo para salvaguardarla, tal y como él mismo explicó en una nota que dejó escondida entre las páginas de un misal editado en Amberes perteneciente a la segunda mitad del siglo XVIII con excelentes grabados de Juan Antonio Carmona. En ese texto, el religioso relataba cómo las tropas francesas habían llegado a Quintana del Puente y habían reducido el pueblo a cenizas. “Solamente nos ha dejado el pavimento de la Iglesia” rezaba esa nota en la que el párroco, cuyo apellido era Moro, expresó también su miedo a que la cruz parroquial fuera destruida a manos de las tropas napoleónicas.

Para evitarlo, la envolvió en una tela litúrgica y la emparedó junto al misal. En el mismo lugar, apareció también una naveta que era un utensilio empleado en las ceremonias de culto católico para llevar y verter el incienso y un valioso reloj de bolsillo con cadena de plata que era propiedad del cura. Lo hizo con la esperanza de que, algún día, la cruz pudiera volver a lucir en todo su esplendor. Un sueño que ahora se ha hecho realidad. La pieza ha sido completamente restaurada y ya se puede visitar en el museo diocesano de Palencia a la espera de que la Iglesia de Quintana del Puente habilite un espacio seguro donde exponerla.

“Desde el Ayuntamiento del municipio ya nos han mostrado su deseo de tenerla allí y esa es nuestra intención. La cruz volverá a Quintana una vez tengan habilitada una vitrina acristalada o con rejas y una alarma para garantizar su seguridad”, explicó el delegado diocesano de patrimonio artístico de Palencia, José Luis Calvo. “En cuanto todo esté listo volverá su casa y lo hará brillando más que nunca”, señaló en declaraciones a la Agencia Ical. Al parecer, la intención de los vecinos del municipio es ubicarla en el presbiterio de la Iglesia junto a los restos romanos que se conservan y bajo un arco de medio punto.

Para desempolvar esa luz y ese brillo original, la cruz tuvo que ser sometida a numerosos trabajos de recuperación y se hizo a través del taller de restauración impulsado por la Diputación y la Diócesis de Palencia. “Llevamos diez años colaborando para restaurar piezas de incalculable valor. Tradicionalmente nos hemos centrado en elementos textiles, pintura o escultura pero este año, además, hemos incluido orfebrería. En esta década hemos restaurado unas 500 piezas de toda la provincia y es un motivo de orgullo”, señaló José Luis Calvo.

En este caso concreto, hubo que acometer una exhaustiva limpieza para poder retirar el óxido que cubría la plata, reparar pequeñas fracturas y sustituir algunas de las puntas que estaban dañadas. “Al llevar tantos años entre la piedra, se había oscurecido muchísimo. Estaba prácticamente negra cuando se encontró. Pese a todo, estaba en un estado de conservación bastante bueno”. En este sentido, el delegado diocesano de Patrimonio detalló que, aunque se desconoce la autoría exacta de la cruz, sí se tiene constancia de que fue obra de un platero anónimo burgalés, pues en aquella época la localidad de Quintana del Puente pertenecía a la Archidiócesis de Burgos. En ella, aparecen representadas las figuras de Cristo, la Virgen, San Juan, la imagen del Pantocrátor y los símbolos de los cuatro evangelistas. Destaca además, la decoración candelieri cincelada y las flores de lis. “Cuando los feligreses han visto el antes y el después se han quedado con la boca abierta. No podían dejar de decir que es una maravilla y una preciosidad”, relató. Ahora, los trabajos de restauración se centrarán en el misal y la naveta, para que ambos puedan ser expuestos en la parroquia junto a la cruz. “El reloj no hace falta restaurarlo porque se encuentra en perfecto estado”, aclaró Calvo.

X Taller de Restauración

El trabajo de la Diputación junto a la Diócesis de Palencia ha permitido, a través de su Taller de Restauración, intervenir en 404 obras de arte desde 2014, año en el que comenzó este programa “pionero” en Castilla y León. Han sido 159 pinturas, 193 esculturas, 51 piezas textiles y una de orfebrería. Las obras procedían de 144 localidades y eran de autores como Gregorio Fernández, Alonso Berruguete, Manuel Álvarez, Alejo de Vahía, Alonso Portillo, Juan de Villoldo, Juan de Tejerina, Justo de Espinosa, Juan Ortiz, Maestro Benito o Antonius Stella. La mayoría de las obras estaban datadas en el siglo XVI aunque también se trataron algunas de siglos anteriores. Ambas instituciones coinciden en la necesidad de mantener esa riqueza de bienes muebles y que, de esta manera, puedan servir de legado a generaciones futuras.

El objetivo, además de dar trabajo a personas desempleadas, es la recuperación de valiosas obras del patrimonio artístico que vuelven a sus lugares de origen y se convierten en un indudable atractivo para la contemplación por los amantes del arte y los turistas en general aportando un valor añadido al medio rural.

En total, 12 restauradores, diez pintores y escultores y dos personas encargadas de la orfebrería trabajan desde el pasado 5 de febrero en la consolidación y tratamiento de obras de arte de la provincia. “Una alianza encaminada a preservar el rico patrimonio artístico de la provincia que se va deteriorando a lo largo del tiempo y que por su valor merece cumplir el fin para el que fue creado, que se pueda legar a las generaciones venideras en las mejores condiciones posibles”, remarcó la presidenta de la Institución, Ángeles Armisén, durante su visita al Seminario Menor, lugar cedido por la Diócesis para desarrollar las tareas de restauración. Una idea en la que coincidió el obispo de Palencia, Mikel Garciandía, que insistió en que “son obras de una enorme complejidad e incalculable valor”.