Cataluña

Un pediatra para los menores que viven en la calle

El hospital de la calle que organiza la parroquia de santa Anna para curar a personas sin hogar se adapta para atender el alud de Menas y les consigue la tarjeta sanitaria

Una marea de batas blancas ha desplazado hoy a las sotanas en la parroquia de Santa Anna de Barcelona, que durante tres días se convertirá en un pequeño 'hospital de calle' para atender a las personas sin hogar que viven a la intemperie en la capital catalana
Una marea de batas blancas ha desplazado hoy a las sotanas en la parroquia de Santa Anna de Barcelona, que durante tres días se convertirá en un pequeño 'hospital de calle' para atender a las personas sin hogar que viven a la intemperie en la capital catalanaShooting _Serveis _Fotografics

«Yo me vine a Barcelona por amor», cuenta Borja, mientras espera en uno de los bancos de madera del claustro de la parroquia de Santa Anna para que lo vea uno de los médicos que estos días visitan a personas «sintecho», en el marco de la tercera edición del «Hospital del Carrer». ¡Ay el amor! «El amor mueve al mundo», decía el poeta Luis Cernuda. «Y la avaricia, la envidia, pero, sobre todo, la necesidad», añade Borja. Tiene sólo 29 años y hace diez que vive en las calles de Barcelona, desde que llegó, tras los pasos de una chica, con apenas 19 años. De ella prefiere no hablar. De él cuenta que nació en Ibiza, pero que allí no tiene a nadie. «No tengo a nadie en ningún lado, bueno, quizás alguna abuela en Córdoba, pero eso no importa, porque la realidad es que cuando me acuesto estoy solo», precisa. «Ahora, estoy durmiendo en la calle, un día en un portal, otro día en La Rambla. Para entrar en un albergue hay una lista de espera de ocho meses», dice.

Borja espera en uno de los bancos del claustro del siglo XII, donde se ha desplegado el ambulatorio, a que lo visiten el dentista y el oftalmologo. Tiene seis dioptrías y le robaron las gafas mientras dormía
Borja espera en uno de los bancos del claustro del siglo XII, donde se ha desplegado el ambulatorio, a que lo visiten el dentista y el oftalmologo. Tiene seis dioptrías y le robaron las gafas mientras dormíaShooting _Serveis _FotograficsShooting

Le acompaña uno de los educadores sociales de la Fundació Àmbit Prevenció. Quiere visitarse con el dentista y el oftalmólogo. Además de unos ojos verdes preciosos, tiene seis dioptrías. «Miopía y estrabismo», concreta. «Me robaron las gafas». «Lo peor de vivir en la calle es que te roban lo poco que tienes», lamenta.

Como lo último que se pierde es la esperanza, después de escuchar a Borja, se puede volver a creer en el amor cuando uno ve el tinglado que han montado esta semana en la parroquia de Santa Anna, los sacerdotes Peio Sánchez, Xavier Morlans y la monja Viqui Molins: un «hospital» temporal para atender a personas que sin hogar y que en su mayoría no tienen tarjeta sanitaria.

Todo empezó con una llamada hace un año al Hospital Universitari Sagrat Cor. Marta Morales, entonces responsable de atención al paciente y familia y ahora también coordinadora del «Hospital del Carrer», cuenta que el padre Peio llamó preocupado por la salud de las personas sin hogar que pasan por la parroquia de Santa Anna. Allí ofrecen desayunos, un servicio de taquilla para dejar pertenencias durante el día y actividades lúdicas como un taller de flamenco, que «tiene mucho éxito», asegura José, uno de los conserjes. José es un hombre con la manos ásperas, como las que tienen los que duermen al raso durante un tiempo, que derrocha simpatía ejerciendo estos días de «portero» del «hospital».

Un proyecto único en España

El engranaje del «Hospital del Carrer» fue rodado, aunque era la primera vez que se hacía algo así en España. En la planta superior del claustro del siglo XII de Santa Anna, el equipo médico, liderado por el internista Jordi Delás, encontró un espacio «muy digno» para distribuir las consultas médicas. Y los profesionales del hospital se volcaron. «Emociona ver a médicos jubilados, enfermeras que doblan turno, estudiantes de Psicología de la UAO y de Enfermería de Sant Joan de Déu o residentes que salen de una guardia y se apuntan a este trabajo voluntario», dice Delás.

La podóloga Paulette cura los pies de Cinzia, una italiana sin hogar que echa de menos el buen calzado. "Me gustaba calzar las “Bikkenbergs” pero ahora no tengo dinero para comprar unas", dice Cinzia
La podóloga Paulette cura los pies de Cinzia, una italiana sin hogar que echa de menos el buen calzado. "Me gustaba calzar las “Bikkenbergs” pero ahora no tengo dinero para comprar unas", dice CinziaShooting _Serveis _Fotografics

En febrero, se celebró la primera edición del «Hospital del Carrer» con las especialidades de podología, medicina interna, dermatología y enfermería. A los pacientes, sólo se les pide el nombre y la fecha de nacimiento para tener un registro. Con esta información, se les abre una historia clínica universal a la que llaman «Around the world» y a la que tienen acceso desde cualquier lugar. «En febrero, el perfil que atendimos era el de un hombre de entre 45 y 50 años», explica Morales. «Pero en junio, cuando repetimos la edición, tuvimos una avalancha de menores extranjeros no acompañados».

El doctor Jamil Ajram

Para atender a estos niños, en esta tercera edición han incorporado la especialidad de pediatría, además de odontología, oftalmología, salud mental, adicciones o ginecología y urología, para tratar enfermedades de transmisión sexual, que van en aumento.

Morales buscó al «mejor». Al pediatra de sus hijos, Jamil Ajram, ex jefe y director del Servicio de Neonatología y Pediatría del Sagrat Cor. «Los chavales son jóvenes y suelen tener buena salud, el problema es que muchos tienen adicciones», dice Morales. En ese momento, pasa un niño de no más de 14 años que la saluda con cariño. «Me parte el corazón pensar que algunos son más pequeños que mis hijas», admite.

El doctor Ajram cuenta que se ha encontrado con adolescentes con problemas respiratorios, amigdalitis, gastroenteritis y fascitis de la musculatura lumbar «por un mal gesto». La mayoría son marroquíes y argelinos. Pero además de visitarlos, ha tenido una entrevista con nueve de ellos. «Me han contado que viven de vender chapuzas, otros de robar, que duermen en la calle, sobre un cartón, pero el problema más importante es que no tienen tarjeta sanitaria». Ajram es como el doctor House, no deja un problema sin cerrar. Así que ha conseguido la autorización del Ayuntamiento de Barcelona para empadronarlos. Hoy tiene una reunión con los niños, el padre Peio y la trabajadora social, Clara Blanco.

Las dolencias más comunes entre los «sintecho»son uñas mal cortadas, hongos, cortes infectados, hepatitis A y B, y muchos resfriados. Han puesto la vacuna contra la gripe. Pero como se acerca el invierno, el 9 y 10 de diciembre habrá otra edición del «Hospital del Carrer», otra buena idea del padre Peio.