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Coronavirus

Diario de una cuarentena con niños: Día 32

Quien hable otra vez de profecías en tiempos de coronavirus le tiro un niño encima

Hoy tocaba película en familia, pero no sé qué familia, ¿la de la Blancanieves y los siete perritos?
Hoy tocaba película en familia, pero no sé qué familia, ¿la de la Blancanieves y los siete perritos?Carlos Sala

Es curioso cómo los días de lluvia son todavía más tristes si no puedes salir. ¿Por qué? Supongo que el sol es como una afirmación natural de que hay un futuro ahí fuera, que el tiempo siempre pasa y tarde o temprano volveremos a vivir más o menos como antes. Sí, pronto estos días sólo serán historias de miedo que contaremos a nuestros nietos los días en que no podamos salir de casa, como hoy. Hasta entonces, la lluvia es la certificación de que en realidad nunca hay donde ir, todo es un espejismo, así que has de olvidar la imaginación y la esperanza y empezar a odiar el mundo. Ese es el único refugio real que queda.

Al menos eso es lo que pensaba cuando me he chocado con el ventanal del balcón creyendo que la puerta estaba abierta y me he tirado todo el café encima. Camila lo ha visto y se ha reído. Pablo no lo ha visto, pero se ha reído también, puesto que siempre hace lo que hace su hermana. Y Carmen, al ver la mancha del suelo, no se ha reído nada. ¿Existe algo totalmente contrario a la risa? No lo sé, pero si alguien lo sabe, sabe cómo estaba Carmen. Pero oye, dos de tres no está mal. Yo, que soy un tramposo, me he reído para certificar que el 75 por ciento de la población se ríe aún en aislamiento y me he sentido mejor conmigo mismo. Y así ha comenzado el día de la mona más extraño que hayamos vivido nunca.

Según parece, España es el único país de Europa que no deja salir nunca de casa a los niños. Si viniese un extraterrestre ahora, además de enfermar y seguramente morir como en “La guerra de los mundos”, se preguntaría por qué existen niños franceses, niños ingleses, niños italianos, incluso niños belgas, los muy marranos, pero ningún niño español o catalán. Me encantaría decirle que no existen idiomas que provoquen infertilidad, sino que somos héroes obedientes y los tenemos bien encerrados en casa.

Mientras que el Gobierno no les de un permiso, como a los marineros, para dar una vuelta a la manzana, Camila y Pablo se bastan y se sobran para correr por el pasillo y creer que el mundo está en expansión, o sea que al correr lo multiplicamos y lo hacemos más grande. Pablo no se ha dado cuenta de que el suelo de la cocina estaba recién fregado y se ha pegado un tortazo que ha sonado a poooomp, pero más grande, y nos ha quitado todos los males de golpe. Camila se ha reído, su madre se ha reído, yo me he reído y Pablo, claro, también, así que el niño es un fenómeno, consigue que el cien por cien de la población se ría incluso en aislamiento. ¿Debería llevarlo a un museo cuando esto acabe? Quería tirarle un pescado para premiarle, pero no es un delfín, pobrecillo.

La mona que han hecho en casa con bizcocho casero, huevos kinder y una figuritas de chocolate de El Corte Inglés
La mona que han hecho en casa con bizcocho casero, huevos kinder y una figuritas de chocolate de El Corte InglésCarmen Tebar

Después del golpe, nos hemos comido la mona que los niños y su madre habían hecho el día anterior. “Sabes que existía un Papa en el siglo IV que predijo el coronavirus”, ha dicho Carmen mirando su móvil y yo le he tirado un niño encima, así, sin avisar, para que se dejase de tonterías. “Y por qué no predijo también la vacuna, y nos ahorraba los problemas”.Odio a los profetas, siempre se quedan a medias, no sirven para nada bueno. En cambio un niño, un niño al menos te hace reír. Así que dejemos salir a los niños, al menos para dar una vuelta a la manzana, en lugar de leer entre líneas quién sabía antes que el mundo se acaba.