Hitler
Hitler en los archivos de la CIA: Sexo, drogas y Wagner
Un informe de 1942 traza uno de los primeros perfiles completos del líder nazi
Probablemente sea Adolf Hitler el personaje del siglo XX sobre el que más bibliografía podemos encontrar. Cada año se publica un nuevo libro con el que se trata de descubrir algo nuevo de un nombre que nos recuerda lo peor de lo que es capaz una persona. Pero hubo un tiempo, cuando el terror de Hitler y sus acólitos parecía adueñarse de toda Europa, en el que poca era la información que teníamos sobre él. Los aliados trataron de saberlo todo y llegaron a redactar algún perfil sobre el líder nazi. Es el caso de un documento del que este diario ha podido disponer de una copia. Se trata de un detallado informe elaborado en 1942 y en el que se trata de dibujar las luces y las sombras de Hitler. Estructurado en temas, está fechado el 3 de diciembre de 1942. La copia consultada y desclasificada por la CIA fue la que obtuvo John J. McDonough, quien fuera alcalde demócrata de Saint Paul (Minnesota). Había pasado un año desde el ataque japonés de Pearl Harbor y Estados Unidos ya participaba activamente en la Segunda Guerra Mundial con el envío de tropas. La victoria todavía estaba lejos.
En sus 70 páginas, el documento de autor o autores anónimos construye una completa biografía rica en detalles de toda índole, desde aspectos de su vida sexual pasando por su alimentación o el trasfondo familiar. Tal y como se constata en este dossier, aquellos que lo escribieron contaron como una de sus principales fuentes de información con William Patrick Hitler, sobrino del dictador y residente en Estados Unidos desde 1939. Tras probar suerte en Alemania a expensas del poder de su apellido, William Patrick y su madre Bridget Dowling marcharon hasta América. El sobrino empezó a dar conferencias por todo el país sobre su temido tío y en 1944 logró el permiso para poder luchar en Europa contra el nazismo. Tanto William Patrick Hitler como Bridget Dowling fueron interrogados por la inteligencia estadounidense.
El primer dato sorprendente en el informe es la posibilidad de que se hubiera cometido incesto en la familia Hitler: “Un vistazo al árbol genealógico de Hitler revela el hecho de una crianza casi incestuosa. La madre de Hitler, Klara Poelz según la señora Brigid Hitler (madre de Patrick Hitler) tenía sangre checa, además de ser un pariente de sangre de su esposo, Alois Schickelgruber, legitimado subsecuentemente a Hitler. El padre de Hitler era veintitrés años mayor que su esposa y tenía cincuenta y dos años cuando Adolf Hitler nació en 1889. Las evidencias obtenidas apuntan al hecho de que este matrimonio fue infeliz”. De esta manera se dice que Alois Hitler, nacido como Alois Schickelgruber, era “un sádico”. De manera indirecta, las autoridades estadounidenses habían logrado el testimonio de Alois Hitler II, medio hermano del dictador, que hablaba de su padre como alguien de “temperamento muy violento, con el hábito de golpear a su perro hasta que mojaba la alfombra. También golpeó a sus hijos y en momentos de mal humor habría ido tan lejos hasta golpear a su esposa Klara”. Evidentemente todo esto afectó en el joven Adolf Hitler alimentando en él “una mezcla de complejos de Edipo y Narciso”.
Igualmente se nos indica que Hitler “siempre ha despreciado la educación” y se subraya lo poco que estudió durante su infancia. Tampoco aprender otra lengua fue una de sus debilidades: “No habla otro idioma que el alemán y nunca escucha emisiones de onda corta de otro país excepto las transmisiones alemanas desde París o Moscú”. Respecto a su escritura se informa que a Hitler “escribe muy pocas cartas. Solo escribe a mano y nunca usa una máquina de escribir. Sin embargo, escribe notas para acompañar las flores para conmemorar eventos. Nunca lleva un lápiz, bolígrafo o papel consigo y nunca toma notas, solamente hace dibujos y garabatos. Estos dibujos o bocetos suelen ser de banderas, símbolos de fiesta, escenografías, retratos y casas. Sus garabatos generalmente se desarrollan fuera de un cuadrado y son recogido con avidez por el fotógrafo oficial, Heinrich Hoffmann, quien tiene la intención de editarlos en algún momento futuro, posiblemente tras la muerte de Hitler”.
Una sección está centrada en las lecturas favoritas de esta figura terrible. Son, sobre todo, lecturas sobre personajes como Alejandro el Grande, Bruto, César, Enrique VIII, Federico el Grande, Jesucristo, Moisés, Lutero, Cromwell, Napoleón, Richard Wagner o Bismarck. Si Hitler ha leído estas vidas lo ha hecho desde una perspectiva “demagógica, propagandística y militar. El mundo de Hitler es de acción, no de contemplación. Por eso prefiere al Schiller dramático revolucionario al Goethe olímpico y contemplativo. Las biografías que carecen de nota de rebelión y protesta titánica contra lo existente en el mundo lo aburren. (…) Por ejemplo, cuando Hitler lee la vida de Napoleón, está interesado solo en una especie de escenario cinematográfico de las partes de la vida que muestran la acción, nunca en el lado contemplativo”.
Entre otros aspectos curiosos también hay referencias a la estima que Hitler sentía por el silencio, hasta el punto de apenas no soltar una palabras en sus desplazamientos entre Múnich y Berlín al preferir utilizar el viaje para “pensar y planear”. Por contra, durante las comidas le gustaba soltar monólogos que empezaban con la frase “cuando estaba en Viena”, “cuando fui soldado”, “cuando estuve en prisión” o “cuando era líder en los primeros años del partido”. El compositor Richard Wagner y la ópera era, según el informe, eran otro de los temas frecuentes de sus monólogos, del que hablaba “hasta que los invitados no podían más y debían retirarse al no poder mantenerse con los ojos abiertos”.
También sabemos por estas páginas que Hitler tenía serios problemas para conciliar el sueño. “Duerme muy mal desde su encarcelamiento. en Landsberg, Toma algunas pastillas para conciliar el sueño cada noche. Se acuesta lo más tarde posible y cuando sus últimos amigos lo dejan exhausto a las dos o tres de la mañana o incluso más tarde es como si tuviera miedo a estar solo”. Su carácter era “una mezcla entre lobo y un zorro”. A este respecto se añade que “juega al zorro el mayor tiempo posible y, a veces, incluso a ser cordero pero al final el lobo siempre está listo para emerger. Es interesante que en los primeros días de 1920 hasta 1933, su nombre secreto para mensajes telefónicos y en las conversaciones con sus amigos era “Lobo”. Frau Winnifred Wagner todavía lo llama por este nombre”.
Respecto a las comidas, la inteligencia estadounidense pudo saber que no comía nada de carne, salvo en raras ocasiones pollo con arroz o salmón ahumado como aperitivo. En 1932, por ejemplo, Hitler acostumbraba a desayunar sobre las nueve y media de la mañana una manzana, leche caliente o café, panecillos, mantequilla y mermelada. Tras todo ello venían “una dosis de medicamentos” administrados por su secretario Julius Schaub que había sido aprendiz de farmacéutico. El informe habla de dos tipos de drogas: pastillas para dormir y las relacionadas con los problemas digestivos del líder nazi. Tanto el almuerzo como la cena suele tener como protagonista a la verdura.
Sobre su vida sexual se dice que durante su juventud en Viena tuvo acceso al mundo de la prostitución. En ese sentido, leyendo entre líneas “Mein Kampf” se llega a la conclusión de que en esa etapa de su vida “se infectó con alguna enfermedad venérea por una prostituta judía”. Igualmente su alojamiento en la capital austriaca era una residencia que tenía “la reputación de un lugar al que los hombres mayores acudían en busca de jóvenes para mantener relaciones homosexuales”. Los redactores del informe llegaron a la conclusión que Hitler mantenía una dualidad por ser “tanto homosexual como heterosexual; tanto nacionalista como ferviente socialista; tanto hombre como mujer”. Por ello la sexualidad del tirano era “insostenible e, incluso, desesperada”.
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