Racismo

El asesinato de Martin Luther King jr. y los disturbios raciales en Estados Unidos

Siguen existiendo muchos interrogantes sobre la muerte del líder de los derechos civiles en Memphis

MARTIN LUTHER KING JR., JESSE JACKSON, RALPH ABERNATHY, HOSEA WILLIAMS
Martin Luther King jr., segundo por la derecha, a su llegada al Motel Lorraine un día antes de ser asesinadoCharles KellyAP

Vemos estos días las imágenes de los disturbios raciales en los que vive Estados Unidos desde que muriera George Floyd por culpa de varios policías de Mineápolis, Minesota. Por desgracia, no es la primera vez que la gente sale a la calle para protestar por una actitud represiva y racista en suelo estadounidense. No son pocos los que han señalado que lo que está sucediendo hoy es una continuación de lo que empezó cuando fue asesinado el reverendo Martin Luther King jr. Aquel crimen sigue siendo hoy objeto de controversia. Veamos los interrogantes que lo persiguen.

El 4 de abril de 1968, King se encontraba en Memphis a donde había acudido para apoyar a los trabajadores afroamericanos del servicio de salud y que protestaban por las malas condiciones en las que debían hacer su trabajo. Los periódicos de la ciudad habían anunciado la llegada del líder negro e, incluso, se habían molestado en informar sobre el hotel en el que se alojaría. Eso es lo que hizo que los enemigos de King supieran que descansaría en el Motel Lorraine. El 2 de abril, un hombre que nunca ha sido identificado, se presentó en el Lorraine para solicitar un cambio en la reserva del doctor King. De esta manera el huésped pasó a una planta del edificio donde se convertía en un blanco fácil, demasiado fácil, cada vez que saliera fuera de la habitación.

El día 3, King pronunció uno de sus mejores discursos. Casi como si estuviera previendo el cercano final, habló de que “he ido a la cima de la montaña. Y no me importa. Como cualquiera, me gustaría vivir una vida larga. La longevidad tiene su lugar. Pero no me preocupa eso ahora. Solo quiero realizar la voluntad de Dios. Y Él me ha permitido llegar a la cima de la montaña. Y he mirado desde allí. Y he visto la tierra prometida. Puede que no llegue allí con vosotros. Pero quiero que esta noche sepáis, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida. Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No le temo a ningún hombre”.

Al día siguiente, el Departamento de Policía de Memphis recomendó a sus agentes negros que se tomaran la jornada libre. ¿Alguien sabía algo? Nunca se ha aclarado. Por la tarde, King salió de su habitación. Eran las seis de la tarde cuando se escuchó un disparo. El líder de los derechos civiles cayó al suelo y empezó a desangrarse por el impacto de una bala en la cara. Los que estaban con él no dudaron en señalar que la bala procedía del otro lado de la calle, de la ventana de un cuarto de baño de una pensión. Poco después, un hombre salía a toda velocidad de un Mustang blanco a toda velocidad del edificio desde el que se había producido el mortal tiro. En su huida se había dejado rifle Remington y algunos efectos personales. No fue hasta unos días más tarde, el 19 de abril, que se pudieron identificar como propiedad de un criminal de poca monta llamado James Earl Ray. Dos meses más tarde, Ray fue detenido en el aeropuerto londinense de Heathrow.

El primer abogado de Ray, Percy Foreman, le recomendó que no lo dudara y se declarara inocente porque “es lo único que se puede hacer”. Fue sentenciado a ser ejecutado en la silla eléctrica. Con un nuevo representante legal, Mark Lane, fue cuando se desdijo de su declaración anterior. “Yo no maté al doctor King, pero estoy indirectamente involucrado en lo que ocurrió”, dijo Ray. Fue entonces cuando surgió la figura misteriosa de un tal Raoul, quien sería el autor material de los hechos. Algunos investigadores han identificado al hombre como Jules Ricco Kimble, quien había trabajado para el jefe de la mafia de Nueva Orleans, Carlos Marcello, y para el Ku Kux Klan. Kimble confesó que había participado en la conspiración para acabar con King y que Ray no tenía nada que ver con el caso, salvo por el hecho de ser “un cabeza de turco”. En su declaración añadió que los verdaderos asesinos fueron agentes de la CIA vestidos de policía.

Pero el caso contra Ray se basaba también en el testimonio de Charles Quitman Stephens, quien dijo a las autoridades que había visto al sospechoso huir con un rifle. Sin embargo, otros testigos señalaron que eso era imposible porque Quitman tenía serios problemas de alcoholismo y en el momento del asesinato estaba completamente borracho. Fue, en cambio, la mujer de Stephens quien vio a otra persona escapar del escenario del crimen con un fusil. Sorprendentemente, Quitman fue tenido en cuenta como un testigo importante mientras que su mujer fue encerrada durante años en un centro psiquiátrico.

Añadamos más leña al fuego. Entre las personas que estaban al lado de King la tarde de su asesinato estaba un joven llamado Merrell McCollough. Era un agente infiltrado que fue informando a las autoridades, especialmente a la policía de Memphis y al FBI, de los movimientos del líder negro en la ciudad. Muchos años después, Leta McCollough Seletzky logró que su padre le explicara lo sucedido. “¿Crees que James Earl Ray actuó solo? ¿O crees que el gobierno vio al Dr. King como una amenaza para la seguridad nacional y lo atacó?”, le preguntó. La respuesta que obtuvo fue enigmática: “Siempre creí que el gobierno de Estados Unidos no asesinaría a sus propios ciudadanos. Todavía creo eso”.

Ray murió en la cárcel en 1998, proclamando su inocencia. Tras el asesinato de Martin Luther King jr., Estados Unidos vivió sus peores protestas raciales y que provocaron el envío de tropas de la Guardia Nacional a las ciudades donde la gente salía a mostrar su queja por aquel asesinato. Ahora, la trágica muerte de George Floyd, agita el fantasma de Memphis.