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“Si la desobediencia civil avanza, el Estado tendrá incentivos para negociar la independencia”

Entrevista a Josep Costa (JxCat), vicepresidente del Parlament

Josep Costa (JxCat), vicepresidente del Parlament
Josep Costa (JxCat), vicepresidente del ParlamentLa Razón

Josep Costa (Ibiza, 1976), vicepresidente del Parlament y una de las figuras más destacadas de JxCat, publica “Eixamplant l’esquerda. Hi guanyarà la independència” (Comanegra), un libro en el que analiza dónde se encuentra el independentismo tras estos dos años y medio de legislatura y desgrana su propuesta para el “procés”.

Es un libro muy crítico con Esquerra.

Es un libro autocrítico e insatisfecho con el resultado de esta legislatura, de estos dos años y medio. Básicamente porque no fuimos capaces de hacer lo que veníamos a hacer y hacer respetar los resultados de las elecciones del 21 de diciembre. Pero no es un libro para ajustar cuentas ni buscar culpables, es para pensar en el futuro y cómo salir de esta situación y retomar el camino.

Se acercan las elecciones en Cataluña, ¿cree que el independentismo debería de tener algún plan si supera el 50 por ciento de votos?

Creo que, como explico en el libro, el independentismo no tiene que depender de ningún resultado electoral que no sea el de un referéndum que fuera aceptado por todos. Es lo único que puede sustituir al 1-O. Tenemos un mandato para avanzar hacia la independencia y culminar el proceso, que ya no tenemos que ratificar en unas elecciones. Cada vez que haya unas elecciones y mejoremos el resultado, nos refuerza, pero creo que nuestras propuestas no deben depender estrictamente de porcentajes. Evidentemente, aspiramos a tener la mayoría. No seremos más fuertes si tenemos un punto más de votos, sino si estamos mejor organizados y movilizados.

En este sentido, describe que hay tres vías para la independencia: la pactada, la desobediencia civil y la unilateralidad. Apuesta por la vía de la desobediencia. ¿En qué se podría concretar?

Mi propuesta sobre la desobediencia son actuaciones que, de alguna manera, confronten y pongan en evidencia la legalidad española. Desbordar la legalidad y hacerlo en unas circunstancias en las que la mayoría de la gente considere que cualquier castigo sea injusto. Son actuaciones que acaban doblegando al Estado porque no puede castigar a la gente indefinidamente por la insumisión, y desgastan y laminan el poder del Estado y nos refuerzan a nosotros.

Tras la desobediencia, apuesta por la unilateralidad.

A la vía unilateral no debemos renunciar nunca, nos debemos preparar para ejercerla y es la vía para hacer la independencia sin el consentimiento del Estado. También es cierto que nuestra fuerza para constituirnos en Estado de forma unilateral puede ser un incentivo al Estado para negociar. La vía pactada no es practicable si solo transitamos por la vía pactada. Pero, en la medida que avanzamos por la desobediencia civil y nos preparamos para una ruptura unilateral, los incentivos del Estado para negociar aumentan exponencialmente. No se puede descartar que haya una salida negociada con mediadores internacionales en un estadio más allá: o bien porque la desobediencia civil hace insostenible la postura represora del Estado o bien porque nosotros adquirimos un grado de movilización que nos permite tomar decisiones.

Es decir, y como también señala en el libro, tampoco comparte ahora la propuesta de la ANC: validar la declaración unilateral de independencia si los partidos separatistas superan el 50% de votos.

Si hacer una declaración de independencia te convirtiera en un Estado independiente per se, ya lo seríamos porque ya lo hemos hecho. Lo que quiero dar a entender es que hacer una independencia no es apretar un botón o publicar un documento escrito que diga que somos independientes. Sino que debemos ser capaces de sostener un poder soberano sin que el Estado sea capaz de someternos a su poder. Por tanto, el objetivo, para mí, no es hacer una declaración de independencia porque ya se ha hecho. Quiero recordar que la declaración de independencia no se ha dejado sin efecto, no se ha revocado. Nos debemos de organizar para desplegar y hacer efectivo la constitución de la República catalana.

¿Cómo se concretaría el plan?

Si tuviera un plan diseñado, no lo mostraría. Nosotros no sabemos cómo lo haremos porque no depende de nosotros, solo. Es una partida en la que juegan el Estado y los actores internacionales. Nuestro camino irá condicionado por la estrategia o reacción del Estado, que intentará impedir nuestras estrategias. Ser independiente es la capacidad de hacerte obedecer, de ejercer el poder. Quien tiene el poder en un territorio es quien controla el territorio. No tenemos policías, jueces ni armas para hacernos obedecer, pero tenemos millones de personas dispuestas a obedecer sin ningún tipo de coacción. Es la ventaja que tenemos.

¿Cree que en este contexto, marcado por el coronavirus, tiene cabida el “procés”?

Evidentemente, el coronavirus es la preocupación inmediata que tienen todos los ciudadanos. Pero no es incompatible gestionar bien la pandemia con seguir trabajando para la independencia.

Usted apunta en el libro que no es necesario la unidad para que el independentismo empiece a avanzar.

No hace falta que estemos todos unidos en la misma estrategia y candidatura electoral a corto plazo para acabar uniéndonos todos. El 1-O es un buen ejemplo de cómo se preparó y se ejecutó: no salió de una reunión de todos los actores independentistas que comenzó a debatir cuál era la mejor estrategia para llegar a la independencia. Ocurrió algo diferente: fue una propuesta que fue ganando adeptos progresivamente hasta que todo el mundo se sintió implicado y participó. En todas las actuaciones que tenemos que emprender para llegar a la independencia no hace falta que estemos todos de acuerdo desde el primer día, sino que hace falta que comencemos a caminar y la gente se vaya sumando progresivamente.

¿Es partidario de regresar a las hojas de rutas y plazos para movilizar a la gente?

Yo creo que debemos de trabajar para la independencia cada día como si la independencia fuera mañana mismo, sabiendo que, con toda probabilidad, la independencia no será mañana mismo, pero debemos estar organizados y movilizados y mantener el conflicto político vivo y abierto para aprovechar las oportunidades que se den y se darán. Los acontecimientos históricos, a veces, se desencadenan de forma imprevista.

En este sentido, habla de oportunidades y momentos. El presidente la Generalitat, Quim Torra, propuso un referéndum como respuesta a la sentencia del “procés”, ¿por qué nadie lo apoyó en JxCat?

La propuesta se enmarca en la falta de consenso del independentismo para dar respuesta a la sentencia. Creo que debemos partir de una premisa: el referéndum sin el permiso del Estado ya lo hemos hecho y el mandato del 1-O es vigente y para mí y para el independentismo debe ser vinculante. Otra idea es plantear hacer otra votación como un acto más de desobediencia civil para poner al Estado contra las cuerdas.

Descarta en el libro cualquier posibilidad de vía pactada con el Estado, aun así, ¿es favorable a dejar abierta la vía del diálogo con el Estado pese a los pocos avances que se han dado?

Y tanto, la vía pactada es un carril del camino que tenemos que hacer. Por nosotros, nunca ha sido. La independencia de Cataluña es menos costosa para el Estado si se hace de forma pactada. Cuando el Estado lo crea conveniente, si es que llega este día, debemos estar dispuestos a sentarnos en una mesa de negociación.

¿Considera que el president debe convocar la mesa de diálogo?

Creo que el president ha dejado muy claro que no se están demostrando las condiciones para que esta mesa sea efectiva. Hoy en Cataluña sufrimos más represión y tenemos menos autogobierno que antes de que se crease la mesa de diálogo. Es complicado reunirse en estas condiciones. Se debería de dar unas condiciones que ahora no se dan: la primera de ellas es que, como ha votado la mayoría del Parlament, haya una verificación independiente de esta mesa, que haya mediador, y la mesa tenga una utilidad y no sea una mera campaña de propaganda. No ha cambiado nada con este gobierno que se autodenomina progresista.

¿JxCat es un partido de centroizquierda?

El electorado de JxCat, según el CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat), está en el centroizquierda. Es un dato objetivo. Es allí donde está la mayoría de población de Cataluña. JxCat es, por tanto, un partido político que está en la centralidad de la sociedad catalana.