Literatura
Francesc Serés: «Presentarme al Premi Proa con esta novela era como una prueba de fuego »
El escritor se alza con este galardón gracias a su nueva obra “La casa de foc”
Francesc Serés es el nuevo ganador del Premi Proa de Novel·la, galardón que se falló ayer en Barcelona. El escritor se alza con el premio, dotado con 40.000 euros, gracias a la novela «La casa de foc» en la que ha estado trabajando durante seis años. El autor, en conversación con este diario, explicó ayer las líneas generales de esta obra.
–¿Qué significa para usted ganar un premio como este?
– Significa la culminación de un tiempo de trabajo que ha sido muy largo. El último libro es de 2014 y han sido seis años de una labor muy intensa que se ha ido haciendo a remolque de las circunstancias. A nadie se le escapa que estos han sido unos años muy complicados en Cataluña. Si además te dedicabas al periodismo de opinión durante un tiempo, trabajabas en proyectos como la Residència Faber y el trabajo en el Institut Ramon Llull, todo ello quería decir una implicación de muchas horas. Siempre iba buscando ese reducto para escribir, como si fuera un premio. Tenía muchas ganas de escribir. Así que, sí, es la culminación de todo este tiempo. Estoy muy contento porque también es un libro que venía arrastrando desde hacía mucho tiempo.
–Un libro deseado.
–Sí, deseado. Es un libro largo, con una estructura de una cierta envergadura, con muchas posibilidades de lectura, con muchas partes leídas desde un punto de vista vivencial. De alguna manera tiene muchas intencionalidades en su interior. Su complejidad no es tanto lectora sí escritora, aunque eso es algo que deberá decir el lector. Una novela de 600 páginas es un acto de riesgo por lo que cuesta. También el presentarme al premio fue como una prueba de fuego.
–¿Qué encontrará el lector de «La casa de foc»?
–El lector encontrará una novela que tiene un escenario muy concreto como es el valle del Ser, un espacio que hay entre Mieres y Santa Pau. Allí es donde llega un náufrago, podemos llamarlo así, después de unos años de cierta burbuja económica. Se siente en ese lugar como un desplazado. Es la percepción que él tiene de la gente que vive en esa área y, más concretamente, de una familia particular. A veces digo que esta es una novela que empieza como si fuera del siglo XVIII, continua como una del XIX y acaba siendo contemporánea del XX o del actual. De ser una especie de Robinson pasa a explicar cuáles son los problemas contemporáneos a los que nos enfrentamos las personas hoy, como es esa idea de insatisfacción permanente, esa necesidad de cubrir una serie de necesidades afectivas, vitales y materiales. Es esa mezcla de capitalismo salvaje y paradigma romántico. No lo pongo fácil en el momento de explicar el argumento, pero es una pregunta que me cuesta mucho responder. Sinceramente me cuesta mucho hacer una sinopsis.
–Ha comentado que con este libro no quería hacer autoficción. ¿Por qué?
–No. El término autoficción es como una etiqueta muy fácil. ¿Qué es autoficción? ¿Lo es Proust? Lo que sí hay son algunas características similares, pero que inmediatamente se disuelven y que forman parte de un paisaje muy contemporáneo.. Alguien podría decir que empieza con un yo como de perro apaleado. Sin embargo, inmediatamente y de manera irónica este protagonismo del narrador se desplaza a todos los otros personajes.
–El valle del Ser no es únicamente un paisaje sino que parece casi un personaje.
–Un amigo que leyó la novela me dijo que lo que estaba haciendo es que el protagonismo de la comunidad. No es un protagonismo oculto, pero sí hay una parte en la que el escenario ensancha el horizonte de los protagonistas. Es una zona con unas características muy concretas, donde hay unos bosques fantásticos, pero también tienes fósiles, menhires, volcanes... Es decir, tienes toda la historia natural y toda la historia vivida.
–Su novela se abre con una cita de Salinger: «No expliquéis nada de nadie, porque si lo hacéis, echaréis de menos a todo el mundo».
–Este libro tiene algo de homenaje a los que están allí, en esa zona en la que fui feliz. Fui muy bien tratado. Allí pasaron muchísimas cosas y ya puede imaginarse cómo serían cuando de todo eso ha salido una novela. Pero es que al mismo tiempo esa gente me acogió, aunque nada fue gratuito y fácil. Hice un corte muy abrupto llegando y marchándome de allí hasta el punto de preguntarme si realmente aquello pasó.
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