Periodismo
Jon Lee Anderson: «España debe mirarse en el espejo si quiere tener un papel en América Latina»
El periodista reflexiona sobre el futuro del contienen americano en conversación con este diario
Bajo el título «Los años de la espiral. Crónicas de América Latina», el periodista Jon Lee Anderson reúne en este libro publicado por Sexto Piso una serie de reportajes y que arrojan luz sobre la situación en Cuba, Venezuela, México o Brasil. Son materiales con los que mejor comprender la situación del continente.
–¿Hay alguna posibilidad de que la política de Joe Biden para América Latina vuelva a donde lo dejó Obama?
–Acabo de volver de la inauguración. Me quedé una semana más para poder ver a la gente obamista que se unió al equipo de Biden, en muchos casos asesores directamente involucrados con la política emergente hacia América Latina. Todos ellos me dijeron que este no es el año 2015 o 2016, cuando Obama fue sustituido por Trump. El mundo ha cambiado. América Latina ha cambiado. No piensan priorizar ni Cuba ni Venezuela, de momento. Son México y Brasil, casi a la par, las prioridades.
–¿Por qué?
–Obviamente, por un lado, por la cercanía fronteriza con Estados Unidos. México es el país a través del cual vienen todos los inmigrantes de América Latina. También es un país aparentemente sucumbido a la fuerza de los narcotraficantes, además de existir un tufo de corrupción y suspicacia entre Estados Unidos y México al respecto. Además, López Obrador es visto como un populista y que pese a ser de centro izquierda, hizo migas con Trump y actuó con recelo hacia Biden. Piensan que podrán manejar México y que no llegarán a mayores.
–¿Y respecto a Brasil?
–También porque está en manos de un populista, en este caso de ultraderecha, un tipo nefasto y más trumpista que cualquier otro. Además, la gran política de Biden, más allá de solucionar la pandemia, es el cambio climático, tal y como me dijo un asesor cercano a él. Ese quiere que sea su legado, además de reconstruir las alianzas multilaterales con el resto del mundo, restablecer la democracia norteamericana. Bolsonaro queda como la mosca en la ventana por su comportamiento en el Amazonas. Así que Estados Unidos piensa intentar lidiar con él a través de un acercamiento multilateral proponiendo una política conjunta de todos los países respecto al Amazonas. Con el resto de la región habrá más reclamación de derechos humanos, un esfuerzo por reconstruir y consolidar democracias que se encuentran en un estado muy débil tanto como Estados Unidos.
–¿No será una política que se pueda calificar de izquierdas?
–Como me dijo un asesor será a la izquierda del centro, pero a la derecha de Obama.
–¿Qué ha sido peor para el continente: los populismos, Trump o la pandemia?
–Las tres están ligadas, aunque evidentemente no puedo responsabilizar completamente a Trump y Bolsonaro del coronavirus. El caso más nefasto es el de Brasil donde la negligencia es casi malvada. El trumpismo caló hondo en América Latina porque Estados Unidos cala hondo en América Latina. Los líderes de turno han aprendido a vincularse, con la excepción de los contestatarios, con el tono y las formas de Washington. Es el caso de Bukele, el pequeño tiranito de El Salvador, con una popularidad espeluznante de cerca del 90 pociento, y que actúa como un Trumpito. Solo tutiea y decreta leyes a través de Twitter. Bolsonaro, por su parte, es una copia fiel de Trump, pero a la brasileña. Brasil es un país en manos de los militares con un ex militar loco, malvado y gansteril gobernando. Volviendo a su pregunta, qué es peor para América Latina. Hay países en los que no ha calado el populismo, pero la pandemia ha creado estragos. En regiones donde la gente estaba subempleada o desempleada, habrá ahora mucho más una vez que termine esto. Las vacunas van a llegar tarde a América Latina, algo que es muy grave desde un punto de salud y, también, epidemiológico. Estamos viendo que hay mutaciones del virus y habrá más, así que la situación será problemática si la gente no está vacunada. Los países ricos deben realizar una especie de Plan Marshall para los países pobres y asegurar que esas vacunas lleguen a la gente. No es cuestión de política sino de salud pública.
–¿Cree que España, que siempre ha tenido un ojo puesto en América Latina, podría jugar un papel importante en el continente como árbitro en esta nueva etapa?
–Podría ser. Ojalá España tuviera más potestad moral, por ejemplo, cuando se habla de temas de memoria histórica. Mi gran crítica a España es no hacer en casa propia lo que quieren hacer en casa ajena, algo que también se puede decir de Estados Unidos. En los años Clinton, España se lucró muchísimo con las privatizaciones. Fueron los años del boom para algunos, pero también empobreció a muchos países de América Latina, incluso detonando del populismo de izquierdas a final de esa época. No se reconoce ese papel criticable y se jacta de su propia transformación, de su transición. España necesita mirarse en el espejo antes de ser un intermediario.
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