Salud
Vall d’Hebron adapta su espacio de Radiología Oncológica para ofrecer una experiencia más amable y confortable a los pacientes pediátricos
Con una zona exclusiva para los niños que han de recibir radioterapia y una decoración basada en una selva animada, el hospital espera contribuir a reducir la ansiedad de estos pacientes y, en consecuencia, poder prescindir, en muchos casos, de la anestesia
El objetivo principal de cualquier centro médico es ofrecer la mejor y más eficaz atención sanitaria posible, pero igual o más importante es garantizar el máximo bienestar a los pacientes, de manera que la experiencia hospitalaria sea lo menos traumática posible para ellos. Es lo que se conoce como humanización, un concepto que progresivamente va ganando terreno en los entorno médicos.
Y es que un espacio y una atención amables redundan en el bienestar de los pacientes y en su predisposición a la hora de someterse a tratamiento, lo cual es especialmente evidente entre la población infantil y adolescente.
En este contexto de humanización hospitalaria, Vall d’Hebron, centro de referencia en oncología radioterápica pediátrica en Cataluña, ha reinventado su espacio de radiología oncológica para mejorar la experiencia de los pacientes pediátricos. Cabe recordar que, en este hospital, la tecnología más avanzada para los tratamientos más innovadores de radioterpia está ubicada en el Hospital General. Se trata de cuatro aceleradores y un TAC que dispone de tres aceleradores donados por la Fundación Amancio Ortega, que, gracias a su precisión y seguridad, permiten que la dosis administrada se adapte al tumor, reduciendo así al máximo la exposición de los tejidos sanos y minimizando los efectos secundarios.
El problema hasta ahora era que los menores que requerían radioterapia como parte de su tratamiento, también recibían dicha terapia con esta tecnología, lo que suponía que éstos tuvieran que salir del entorno del Hospital Infantil para acudir al Hospital General, donde compartían sala de espera, consultas y otros espacios con pacientes adultos con patologías diversas. Al respecto, el doctor Jordi Giralt, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica de Vall d’Hebron, explica que “hasta ahora, los niños eran visitados en las consultas externas, donde convivían con otros pacientes adultos, algunos de los cuales, por ejemplo, iban con tubos o sondas, y esperaban a recibir su sesión de radioterapia en la misma sala que el resto de pacientes, un espacio poco amable y adecuado para ellos”.
Conscientes de que ello podía suponer un menoscabo para su bienestar y su estado ánimo y, paralelamente, podía alterar su predisposición hacia el tratamiento que estaban a punto de recibir, el Hospital Vall d’Hebron, en el contexto de su política de humanización del centro, ha reinventado su espacio de Oncología Radioterápica para adecuar una zona específica para los pacientes pediátricos con el fin de favorecer su comodidad, relajación y, en definitiva, hacer la experiencia lo menos traumática posible.
“Nos dimos cuenta que era necesario diferenciar entre niños y adultos”, señala Giralt, así que, con la colaboración de la Fundación Juegaterapìa, que da apoyo a los pacientes pediátricos oncológicos a través del juego, Vall d’Hebron ha creado un espacio en el mismo servicio de Oncología Radioterápica que cuenta con una sala de espera y una consulta exclusivas para estos pacientes, las cuales, además, están decoradas con motivos infantiles, lo que garantiza a los niños allí tratados y a sus familias una mayor intimidad, un ambiente más adecuado para su edad y necesidades y un entorno más amable. Paralelamente, la sala de espera de adultos, se ha ubicado en la planta superior.
Menos ansiedad, menos sedación
Así pues, ahora, cuando el paciente pediátrico accede a este servicio, debe seguir unas huellas señalizadas en el suelo para dirigirse a la consulta, lo mismo que sucede cuando éste ha de ir a la sala del acelerador, y todos estos espacios, así como la sala de espera, están decorados con motivos selváticos como cocodrilos, jirafas, monos y pájaros.
Toda esta ambientación transmite a los niños una serie de sensaciones que les permiten estar más relajados, tranquilos y calmados, lo cual es clave en el contexto del tratamiento con radioterapia, en el que es imprescindible que el paciente esté lo más quieto posible, de manera que gracias a esa relajación natural de los niños, es posible, en muchos casos, evitar la anestesia para garantizar que el paciente permanezca inmóvil. “Un ambiente más agradable permite rebajar el nivel de angustia, de nerviosismo y ansiedad del niño y, si eso pasa, podríamos ahorrarnos la anestesia en muchos casos, especialmente entre los pacientes de 3 a 5 años”, comenta al respecto la doctora Mónica Ramos, médica oncológica de Vall d’Hebron especializada en tumores infantiles, quien puntualiza que “en menores de 3 años es casi imposible renunciar a la anestesia porque es muy difícil que se estén totalmente quietos”.
En este sentido, cabe señalar que en el Servicio de Oncología Radioterápica de Vall d’Hebron se trata al 80% de los niños con cáncer de Cataluña, es decir que anualmente pasan por este servicio en torno a 80 niños- por los 1.500 pacientes adultos que se contabilizan al año-, de los cuales casi todos proceden de hospitales infantiles. Éste es el caso, por ejemplo, de Martín, a quien hace unos tres meses le diagnosticaron un sarcoma de Ewing localizado, concretamente en la pelvis, y que, tras varias sesiones de quimioterapia en el Hospital Sant Joan de Déu, se enfrenta ahora a su primera sesión de radioterapia en Vall d’Hebron, un tratamiento que en este tipo de tumor de huesos es curativo y evita la cirugía.
Evitar el impacto del cambio
“Está un poco nervioso porque no sabe lo que se va a encontrar, si le van a hacer daño o no, cómo serán los efectos secundarios... por eso se ha traído su osito panda”, comenta la madre, Marta, quien, en este sentido, agradece “esta zona pediátrica ambientada para los niños”. “Es un espacio más íntimo, recogido, que ayuda a los niños a estar más tranquilos”, indica, mientras que el padre, Marc, pone de relieve que “Martín viene de Sant Joan de Déu, donde todo está adaptado y decorado para los críos”.
Así pues, no es de extrañar que para el niño, “la parte de arriba”, por donde se accede al hospital y en la que los pacientes adultos del servicio de Oncología Radioterápica esperan a ser atenidos, “no es bonito, no me gusta, pero aquí”, en la zona pediátrica del servicio, “estoy mucho mejor”. Tal es así que el niño, cogido de la mano de su padre, empieza su itinerario hacia el acelerador, siguiendo las huellas marcadas en el suelo, con aparente calma, para, unos 20 minutos después, salir del mismo con la primera sesión de radioterapia de las cerca de 30 a las que tendrá que someterse en las próximas 6 semanas, completada.
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