Historia
Magia y brujería con excrementos de animales y huesos de ahorcados en Barcelona
Una tienda de la calle del Carme tenía como clientes a adivinos, nigromantes, médicos y farmacéuticos a principios del siglo XX
La Barcelona de principios de siglo XX, y también más tarde, estaba lleno de tiendas misteriosas, relacionadas o no con la magia y la brujería. Todas en el centro de la ciudad, cuyas calles tan estrechas eran muy apropiadas para estos fines.
Concretamente, una de las más importantes estaba en la confluencia de calle Picalquers con la calle del Carme existió, a principios del siglo XX, una de las tiendas de hechizos más afamadas, ya que entre su clientela figuraban no sólo brujos y adivinos, si no también médicos y farmacéuticos. La tienda estaba especializada en excrementos de animales, muy utilizados en la elaboración de remedios y pociones. La caca de gato era muy apreciada. También tenían un buen surtido de huesos de condenados y grasa de manos amputadas que servía para elaborar ungüentos mágicos que curaban la tisis y otras enfermedades terminales. Además, fabricaban velas que tenían poderes para descubrir tesoros ocultos. Dicen que mientras estaban encendidas, producían un extraño sopor a los que estaban cerca.
rcelona nos sorprende con estas leyendas de terror, y vaya que son ese tipo de historias que no son difundidas. Pero hoy vas a conocer un poco más al detalle de la cultura de esta ciudad, y que han formado parte de los pueblos y barrios que la conforman. Ahora te presentamos las pócimas en el Carrer del Carme. Se trata de la confluencia de calle Picalquers con calle del Carme.
La leyenda nos ubica a al siglo XX, donde existió una de las tiendas de hechizos y embrujos más famosas de Barcelona. Básicamente las personas que iban allí eran brujos, médicos y hasta los mismos farmacéuticos. Es importante señalar que esta icónica y misteriosa tienda se especializaba en el excremento de animales, que eran utilizados para el fabricación de remedios y pociones.
Aunque cueste creerlo, la caca de los gatos eran las más valoradas. También tenían un buen surtido de huesos de condenados (las falangetas de ahorcados se vendían a muy buen precio como amuletos), y grasa de manos amputadas que servía para elaborar ungüentos mágicos que curaban la tisis y otras enfermedades terminales, así como para fabricar velas que tenían poderes como por ejemplo para descubrir tesoros ocultos y mientras estaban encendidas producían un extraño sopor a los que estaban cerca, exceptuando al que la utilizaba.
Por este motivo los ladrones utilizaban estas velas para encenderlas en las casas a las que entraban y asegurarse de que, por mucho ruido que hicieran, no serían descubiertos.
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