Salud

Un estudio correlaciona la edad biológica con el envejecimiento del cerebro

El trabajo desarrollado por investigadores del IMIM asocia por primera vez una edad biológica más avanzada con la aparición de un indicador de envejecimiento en el cerebro

Resonancia magnética de cerebro
Resonancia magnética de cerebroDreamstimeDreamstime

Más allá de nuestra edad cronológica, que es la que figura en nuestro documento de identidad y se asocia a nuestro ADN, existe lo que conocemos como edad biológica, que corresponde al envejecimiento real de nuestro organismo y que está condicionada por nuestra epigenética, es decir, por los mecanismos que regulan cómo se expresan nuestros genes, la cual viene marcada por nuestros hábitos de vida

En este sentido, una persona puede tener una edad cronológica de 45 años, sin embargo su edad biológica puede situarse 20 años por encima o por debajo y entre los factores que pueden condicionar esa edad biológica figuran, por ejemplo, el tabaquismo, la alimentación, la práctica de ejercicio físico...

En este contexto, investigadores del Grupo de investigación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) desarrollaron un estudio para comprobar si la edad biológica, condicionada en gran medida por nuestro hábitos de vida, correlacionaba con la aparición en el cerebro de las hiperintensidades de la sustancia blanca, unas lesiones que, tal y como explica el doctor Joan Jiménez-Balado, investigador postdoctoral del Grupo de investigación Neurovascular de IMIM-Hospital del Mar y autor del estudio, “pasarían desapercibidas puesto que no tienen síntomas, por lo tanto son lo que llamamos subclínicas, las cuales no son un ictus”.

Para ello, los investigadores utilizaron la resonancia magnética de 247 pacientes que habían sufrido un ictus para valorar y cuantificar las hiperintensidades de la sustancia blanca y sus muestras de sangre para medir la metilación del ADN, que es uno de los mecanismos que regulan cómo se expresan nuestros genes y se modula en función de factores externos, la cual permite determinar la edad biológica.

Hemos visto que el envejecimiento cerebral, medido a través de cuantificar estas lesiones, se asociaba con este envejecimiento biológico”, destaca el doctor Jiménez-Balado acera de los resultados de este trabajo, en el que solo se ha estudiado a personas que han tenido un ictus, si bien, como indica el investigador, “estas lesiones no solo aparecen en este tipo de pacientes, es más, lo normal es que aparezcan años antes de que una persona sufra un ictus, lo que pasa es que sus síntomas no son lo suficientemente significativos como para que alguien se alarme y decida ir al médico, puesto que lo que provocan son, por ejemplo, algunos efectos a nivel motor o que pensemos más lento”.

Así pues, “este artículo pone de manifiesto que el envejecimiento de nuestro cerebro puede no corresponderse con nuestra edad cronológica y que existen formas de ralentizar ese envejecimiento, como pueden ser los hábitos de vida o el control de los factores de riesgo”, indica Jiménez-Balado, quien apunta que, como toda investigación, este estudio ha generado también una serie de preguntas a resolver o cuestiones a solucionar en el futuro.

A modo de ejemplo, el investigador menciona la conveniencia de estudiar qué otros aspectos, más allá de los que ya conocemos como el tabaquismo, pueden predisponernos a un envejecimiento mayor o más acelerado, así como también apunta la idoneidad de encontrar modos de medir este envejecimiento que sean más fáciles de trasladar a la práctica clínica, porque las técnicas, como la de medir la metilación del ADN, por ejemplo, no se suelen utilizar en el entorno clínico. Es decir, el reto ahora sería “hacer una traslación de estos resultados a la práctica clínica”.

En cualquier caso, lo realmente destacable de este estudio es que asocia la edad biológica con la edad de nuestro cerebro y, en este punto, hay que indicar que esa edad biológica no tiene porqué ser la misma en cada tejido de nuestro organismo. Al respecto, es importante tener en cuenta que, como ya evidenciaron los investigadores en un trabajo previo con muestras de sangre, “las personas que tienen un ictus están más envejecidas que aquellas que no lo han tenido”. Es decir que el envejecimiento del cerebro condiciona muchas enfermedades y dado que en patologías complejas como el ictus, en las que hay muchos genes implicados, la epignética tiene un papel muy destacado, es importante insistir en la trascendencia de llevar un estilo de vida y unos hábitos saludables, ya que éstos son los que modulan nuestra epigenética.