
Secuelas de la pandemia
Un 23% de las personas infectadas por SARS-CoV2 desarrollaron COVID persistente
Un estudio de ISGlobal demuestra que la frecuencia de esta condición es superior a los que se pensaba, así como su duración, que en el 56% de los casos alcanza los dos años

Casi una cuarta parte de las personas que fueron infectadas por el SARS-CoV2 entre 200221 y 2023, concretamente un 23%, desarrollaron COVID persistente y en más de la mitad de los casos (56%) sus síntomas se prolongaron durante dos años, tal y como ponen de manifiesto los resultados de un estudio realizado por ISGlobal, centro impulsado por la Fundación "la Caixa", en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol.
"Hemos observado que el COVID persistente es mucho más frecuente de lo que se pensaba. Los estudios anteriores establecían el 15% como porcentaje más elevado de personas infectadas por el virus que acaban desarrollando esta condición, pero nosotros hemos visto que es bastante más y eso es porque hemos llevado a cabo un estudio poblacional, que incluye a personas con enfermedad grave pero también con síntomas leves, mientras que los trabajos previos se llevaron a cabo en un entorno clínico", explica Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio.
Al respecto, el investigador señala también que en este trabajo, a diferencia de otros anteriores, "se ha llevado a cabo un seguimiento exhaustivo y prolongado" a 2764 adultos de la cohorte COVICAT, diseñada para caracterizar el impacto de la pandemia en la salud de la población catalana, quienes completaron tres cuestionarios -2020, 2021 y 2023- y de los que se estudiaron sus historiales clínicos y muestras de sangre.
Factores de riesgo o prevención
Gracias a ello, se han podido definir, además, factores de riesgo y prevención del COVID persistente. Así pues, ser mujer, haber tenido una infección grave de COVID-19, presentar enfermedad crónica o mental previa y unos niveles elevados de anticuerpos IgG antes de la vacunación, los cuales podría ser reflejo de una hiperactivación del sistema inmunitario tras la infección, son factores que hacen a la persona ser susceptible de desarrollar esta condición.
Por contra, la vacunación antes de la infección y un estilo de vida saludable son factores de protección frente al COVID persistente, mientras que la infección con la variante Ómicron se asocia a un menor riesgo de desarrollar esta condición y, en el caso en el que llegara a desarrollarse, sería con una menor gravedad. Sobre este último punto, Kogevinas indica que "eso parece responder al hecho de que con la llegada de esta variante ya existía cierta inmunidad entre la población" gracias a la vacunación y al número de personas que ya habían pasado la enfermedad.
Para el investigador, los resultados de este trabajo confirman que el COVID persistente "es un problema importante, que tiene un gran impacto en la calidad de vida de un número destacado de personas, que no reciben atención suficiente por parte del sistema de salud". Si bien es cierto que "el diagnóstico y tratamiento de esta condición, que muchos pacientes desconocen sufrir, no es fácil", Kogevinas alerta que "hay un problema importante que no tratamos bien".
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