Opinión

Avecindario: género y sexo

La extravagante afición del feminismo extremo por ponerles terminaciones femeninas a los nombres

El Diccionario de la RAE cuenta con más de 100.000 palabras
El Diccionario de la RAE cuenta con más de 100.000 palabrasDreamstime

En ese pueblo grande que es el diccionario conviven en paz y armonía especies, grupos y familias de aves y pájaros de muy distinta procedencia y hábitos de conducta. Eso sí, cada cual en su propia casa, la que por estricto orden alfabético le haya correspondido.

Al respecto, llama poderosamente la atención de los visitantes –que, en contra de lo que pudiera pensarse, se cuentan por miles, y a todas horas, día y noche– que las susodichas casas estén habitadas, en la gran mayoría de los casos, por un inquilino nada más.

En efecto, viven solos en sus respectivas casas el arrendajo, el búho, el cernícalo, el chorlito, el colibrí, el cuervo, el gavilán, el halcón, el herrerillo, el mirlo, el petirrojo, el pinzón, el ruiseñor (¡qué pena, la ruiseñora!), el verderón, el zorzal, etc.

Viven solas y parece que tan felices la abubilla, el águila, la alondra, la avutarda, la cigüeña, la codorniz, la corneja, la curruca, la garza, la gaviota, la golondrina, la grulla, la lechuza, la oropéndola (¡ay, el oropéndolo!), la perdiz, etc.

Y viven en pareja, según el saber de los señores sabios académicos: el canario y la canaria, el faisán y la faisana, el ganso y la gansa, el gorrión y la gorriona, el grajo y la graja, el jilguero y la jilguera, la paloma y el palomo, el papagayo y la papagaya, el pato y la pata, el pavo y la pava, la tórtola y el tórtolo…

Lo anterior tiene que ver con el género gramatical, y con la extravagante afición del feminismo extremo por ponerles terminaciones femeninas a los nombres. La lengua es sexista, proclaman, en alusión a la prevalencia del masculino sobre el femenino, prevalencia que viene determinada por ser el masculino el género no marcado, es decir, el que designa no solo a los individuos de ese sexo, sino también, en determinados contextos, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexo: "En los países pobres hay muchos niños sin escolarizar"; "Los gorriones corren peligro de desaparecer".

Conviene recordar además, en el mismo orden de cosas, que, en español, los nombres que designan seres animados (y por consiguiente dotados de sexo) pueden clasificarse de esta forma: con marca de género, como alumno/alumna y todas las aves que, según hemos visto, viven en pareja (palomo y paloma, etc.); sin marca de género, pero que distinguen el masculino del femenino, como el estudiante/la estudiante, el artista/la artista; con un solo género gramatical que sirve tanto para los seres de sexo masculino como femenino (bebé, víctima), y, en el caso de las aves, las que hemos dicho que viven solas, como el águila y la gaviota, o solos, como el búho y el cuervo (de estos nombres dicen los gramáticos que son de género epiceno, y al emplearlos se constata que género y sexo son conceptos que no se deben identificar); con palabras diferentes según el género, como el gallo y la gallina, el caballo y la yegua, el yerno y la nuera…