Opinión

Curiosidades y lecturas sobre el mundo natural

¡Contemplar las cosas de aquí abajo a vista de pájaro, quién pudiera!

Pájaros volando
Pájaros volandoPIXABAY (HHpics)

Sir Thomas Browne, tan pesimista como el pensamiento barroco de su siglo, el XVII, pensaba que solo hay dos estaciones: el invierno blanco y el invierno verde. En el primero, el blanco, todo está muerto; en el segundo, el verde, todo está por morir.

En el libro Historia natural de las hormigas, de René Antoine de Réaumur (s. XVIII) se dice que las hormigas tienen días de vacaciones y días de descanso, que van al mercado, que les gusta muchísimo hablar y conversar, que las hay carnívoras y vegetarianas, que son muy vanidosas y también muy limpias, pues se acicalan varías veces al día y evacúan en cloacas diseñadas al efecto, que fabrican ataúdes para enterrar a sus muertas…

Rousseau afirmaba que solo en el bosque se sentía libre de enemigos, y que buscaba y apreciaba más “las amistades vegetales” que las de los hombres.

Goethe escribió que, para las flores, una hora es un año.

Alexander von Humboldt se afanó por determinar con exactitud el color del cielo, medir la temperatura de los relámpagos y precisar el peso de la escarcha.

Henry David Thoreau, el autor del célebre Walden, en el que narra su proyecto de vida solitaria en el bosque, prefería tener por vecinos a los pájaros y no a los seres humanos.

Lo anterior es solo una muestra de las múltiples curiosidades y reflexiones sobre el mundo de la naturaleza que recoge María Negroni en su libro La idea natural, de muy amena y provechosa lectura.

Y vuelvo a los pájaros, de los que dice Josep Maria de Sagarra en Els ocells amics, un delicioso librito escrito con admirable sentimiento y delicadeza, que “en su vida familiar hay orden, buena crianza, amor y respeto, aplicación y ahorro, y una buena cantidad de perlas morales, de las que muchas personas podrían aprender”. Y añade: “Todo lo que hacen parece que sea imposible y superior a sus fuerzas. Las empresas de los pájaros, ateniéndose a los pocos elementos con que cuentan, son mucho mayores que las empresas de los hombres”.

De los pájaros y la naturaleza habla también José Jiménez Lozano, premio Cervantes 2002, en su hermosísimo libro Señores pájaros, testimonio además de su aprecio por las cosas menudas y los sucesos sin trascendencia, que es uno de los rasgos de su escritura.

¡Contemplar las cosas de aquí abajo a vista de pájaro, quién pudiera! ¡Y atravesar el mar y viajar por el mundo de una parte a otra, siguiendo desde allá arriba las corrientes de los ríos y la estela que dejan los barcos y los caminos que recorren los hombres!

Los hombres, que “no son sino insectos que parlotean sobre asuntos nimios”, escribió L. Wittgenstein.