Municipal
Dimite la mayoría de la dirección de ERC Barcelona en plena votación de los presupuestos
Las renuncias fuerzan un congreso extraordinario mientras el gobierno municipal de Collboni solo consigue el apoyo, precisamente, de los republicanos
Barcelona se ha visto sacudida en las últimas horas por una fuerte crisis interna en ERC, después de que ocho de los trece miembros de la dirección permanente de la federación barcelonesa presentaran su dimisión en bloque. Los dirigentes señalan directamente a la presidenta de la formación en la ciudad, Creu Camacho, a la que acusan de impulsar una “estrategia propia y no consensuada” y de tomar decisiones “unilateralmente”, al margen de los órganos del partido y de la militancia.
Entre los dimisionarios destacan nombres con peso real dentro de la organización, como Miquel Colomé, secretario general de la federación, junto con Quim Bosch, Nil Font, Agnès Russiñol, Rosa Suriñach —concejala en el Ayuntamiento de Barcelona—, Sheila Vidal, Max Zañartu y, posteriormente, también Esther Martín. Las renuncias superan la mitad de la dirección permanente, lo que activa automáticamente los mecanismos internos del partido y obliga a convocar un congreso extraordinario en el plazo aproximado de un mes para recomponer la estructura local.
En el comunicado de la dirección saliente se denuncia una “deriva” que, en su opinión, estaría subordinando las decisiones de la federación a los intereses del grupo municipal en el Ayuntamiento. Los firmantes sostienen que se está dejando de lado el programa político y el proyecto con el que una parte de la militancia confió en Camacho y en el equipo saliente, y reclaman que ERC Barcelona recupere una dinámica más participativa y menos dependiente de la coyuntura institucional.
La situación estalla apenas unos meses después de que Creu Camacho se impusiera como presidenta de ERC Barcelona con el 49,6% de los votos en el congreso regional celebrado el pasado mes de abril, en una victoria ajustada frente a la candidatura rival. Tras aquel triunfo, Camacho defendió públicamente que su objetivo era “empoderar a la militancia” y fortalecer el papel de la federación. Sin embargo, las fricciones internas no se han apagado, especialmente alrededor de la relación con el PSC de Jaume Collboni y el papel de ERC en el gobierno municipal.
La coincidencia temporal de la crisis orgánica con un momento clave en el Ayuntamiento de Barcelona añade una lectura política inevitable. En paralelo a las dimisiones, el consistorio celebró el pleno en el que se sometieron a votación los presupuestos municipales. La propuesta presupuestaria obtuvo el apoyo de PSC, Barcelona en Comú y ERC, pero la aritmética municipal ha obligado al alcalde, Jaume Collboni, a recurrir a una cuestión de confianza para garantizar su aprobación ante la falta de una mayoría sólida. Si en el plazo establecido no se articula una alternativa de gobierno, las cuentas quedarán aprobadas automáticamente.
El desgarro interno de ERC coincide así con un momento de máxima visibilidad para la formación. Por un lado, los críticos podrían haber considerado que este era el instante de mayor impacto para evidenciar su rechazo a la actual dirección. Por otro, Camacho podría interpretar el congreso extraordinario como una oportunidad para reforzar su liderazgo amparándose en el respaldo de la militancia.
La pugna no surge de la nada. En el congreso que otorgó la dirección a Camacho, las dos candidaturas ya evidenciaron diferencias profundas sobre la relación con el gobierno de Collboni y sobre qué papel debe jugar ERC en Barcelona: si como socio de estabilidad institucional o como fuerza más claramente independiente y exigente. Las próximas semanas serán decisivas para determinar si la formación consigue recomponerse o si esta crisis marcará el inicio de una nueva etapa en el espacio republicano en la capital catalana.