Memoria histórica

La carta que explica el final de la Segunda Guerra Mundial y que se guarda en Cataluña

Este importante documento se conserva en el Arxiu Nacional de Catalunya

Sentimientos encontrados: mujeres se la ciudad de Eger, en los Sudetes, ante la entrada de las tropas de Hitler tras el acuerdo de Múnich
Una imagen de la Segunda Guerra Mundial en AlemaniaBettmannGetty Images

A lo largo de este año se está conmemorando el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial. En un momento en el que parece que el mundo está más convulso que nunca, probablemente sea más necesario que nunca mirar atrás y aprender de las lecciones del pasado, como dijo Santayana. Para ello, nada mejor que los testimonios de sus protagonistas, de quienes vivieron en primera persona el desastre de aquella contienda y las heridas que provocó.

Entre los muchos guardados traemos aquí uno conservado en el Arxiu Nacional de Catalunya. Es una carta mecanografiada de un soldado británico en el frente de Hamburgo y que forma parte del fondo documental de Ronald Thackran. Fechada el 26 de abril de 1945, cuando quedaban pocos días para que las tropas alemanas se rindieran, en ella podemos saber lo que fue el terror vivido por un militar aliado: el teniente Robins. El receptor de estas líneas era su hermano Don. “Por primera vez me resulta difícil escribir una carta adecuada para ti o para cualquier otra persona, la lucha de los últimos días en la que se centró nuestra atención. No puedo describir esta lucha apenas por la razón de que no podría describirla correctamente en palabras o escritos. Sin duda te das cuenta de que todos en Inglaterra opinan que la guerra ha terminado y probablemente tú mismo sientas lo mismo, pero créeme, hay mucha pelea en la lucha con las tropas S.S. y Paracaidistas, les ha costado muchos golpes y mucho esfuerzo”, afirma el autor de la carta escrita originalmente en inglés.

Pese a que la lucha está llegando a su fin, en el campo de batalla los enfrentamientos son salvajes. “En mi propio sector donde estuve, tuve la desgracia de perder a unos 25 compañeros”, comenta el autor de la misiva quien llegó a ser tomado como prisionero por los nazis en esos días finales. La descripción de lo vivido sigue impresionando ocho décadas más tardes de ser redactada: “Anteayer por la noche, fui hecho prisionero por una patrulla alemana junto con otros seis. La nieve y el campamento enemigo... Fuimos llevados a una casa en un pueblo de primera línea, a tiro de piedra de los alemanes. La patrulla había flanqueado a nuestra infantería, esperando en otras direcciones. Mientras me sacaban de la casa, con el último hombre de la columna y una pistola en mi espalda, el último hombre que estaba en el suelo agarró una ametralladora que había dejado caer el cabo. Lo pasamos fatal. Nos lanzamos a por ellos, y uno de nuestros muchachos, que se había escondido en la casa, disparó al oficial, que estaba encima. Después de eso, se desató el infierno, y Don acabó con los alemanes restantes, que se atrincheraron dejando atrás a sus muertos y heridos”.

Robins, según comenta a su hermano, se encontraba a poca distancia de Berlín. Llegar allí supondría el final de esa pesadilla: “Avanzamos cada día en todos los frentes y ahora estamos a aproximadamente 50 millas de Berlín. Están derrotados, pero las unidades de las SS y los paracaidistas aún luchan como demonios. Rezo para que no decidan luchar hasta la muerte, porque entonces no habrá problemas, eso seguro. Sigue enviando suministros, etc., todo el camino hasta Berlín y no pares; se necesitan en todas partes. Y recuerda: ese es el trabajo más importante del mundo en este momento. No le des demasiada importancia a lo que he escrito. No te preocupes, todo esto acabará pronto”.