Trasplantes y donaciones
Cataluña bate récord en trasplantes y donantes cadáver pero aumentan las negativas familiares a la donación
La evolución del perfil del donante cadáver, que ha dejado de ser mayoritariamente de muerte encefálica para ceder el protagonismo a la muerte en asistolia, podría explicar el incremento de las negativas familiares
2023 fue un nuevo año de récords en los relativo a las donaciones y trasplantes en Cataluña, donde se alcanzaron máximos históricos. Y es que el año pasado se llevaron a cabo 1393 trasplantes, lo que supone un crecimiento del 3.5% respecto al 2022, y hubo 384 donantes cadáver reales, es decir, un 7,6% más, lo que para el conseller Manel Balcells, "demuestra que el sistema de donación y trasplante en Cataluña funciona muy bien, lo que ha hecho que el tiempo de espera para recibir un órgano sea casi técnico". "Somos un referente"
En esta línea, cabe indicar que la tasa de trasplantes por millón de población es a día de hoy de176, lo cual "es homologable a tres o cuatro territorios en todo el mundo" "Estamos arribar de todo en la estadística mundial de trasplantes por población", indicaba Jaume Tort, director de la Organización Catalana de Trasplantes (OCATT) durante la presentación de las cifras de 2023.
Si desglosamos esos trasplantes por órgano, el de riñón, con 976, fue el más frecuente el año pasado y experimentó un crecimiento del 2,9% respecto al 2022; por delante del de hígado (226), que creció un 11,3%; el de corazón (56), con un aumento del 3,7%; el de pulmón (102), que cayó un 4,7%, y el de páncreas (33), que se mantuvo. Acerca del descenso de los trasplantes pulmonares, Tort señaló que "no le damos mucho valor, porque Vall d'Hebron es de los pocos centros que hace más de 100 trasplantes pulmonares al año". Y precisamente es este centro el que lidera el ránking de trasplantes en Cataluña y probablemente también en España con 349 en 2023, por delante del Clínic (347) y Bellvitge (291).
Mínima lista de espera
El año pasado también fue un año de récord en lo relativo tanto a los trasplantes pediátricos, ya que si bien se realizaron dos menos que el año en el que más se llevaron a cabo, se alcanzaron cifras históricas en hepáticos y cardíacos, como en lo que se refiere a donantes vivos, con un total de 187, lo que supone un incremento del 5,1% en relación a 2022. Todos ellos fueron donantes renales, gracias a los cuales Cataluña pudo participar en 5 cadenas de trasplante cruzado. Al respecto, señalar que en 2023, no fueron necesarios donantes vivos hepáticos porque, tal y como explicó Tort, por un lado, hay hígados disponibles para trasplantar gracias a los donantes en asistolia y, por el otro, gracias el programa Split, que consiste en dividir el órgano en tres partes, dos de las cuales van a un paciente adulto y una, a uno infantil, se pudo sacar mayor rendimiento a un sólo órgano.
Pese a todo, a final del año aún había 1285 personas, 17 de ellas niños, a la espera de un órgano para ser trasplantadas, de las cuales 1130 esperaban un riñón, 45 un hígado, 36, un corazón, 57 un pulmón y 17, un páncreas. Al respecto, el director de OCATT señaló que en lo que se refiere a los órganos vitales -hígado, corazón y pulmón- , "se trasplantan a más pacientes que los que entran en lista de espera, de manera que el plazo hasta recibir el órgano es muy corto y podríamos decir que es un tiempo de espera técnico", aunque en el global, la media es de 21 meses, "y estas cifras de éxito son posibles gracias a los donantes".
Aumentan las negativas familiares
En 2023, fueron 384 los donantes cadáver reales, 169 de ellos en muerte encefálica y 215 en asistolia, lo que supone un incremento del 7,6% respecto al año anterior, mientras que la tasa por millón de población fue de 49, lo que sitúa a Cataluña un poco por encima de la media del estado Español, que es el primer país del mundo en donación. El perfil del donante cadáver es el de un hombre, de unos 61 años, de muerte asistolia a causa de un accidente cerebro-cardiovascular, lo que denota una evolución respecto a años anteriores, cuando se trataba de un varón, 10 años más joven y de muerte encefálica. Ello podría explicar, en parte, el aumento de las negativas familiares a la donación, que el año pasado fueron 123.
"Estamos preguntando a las familias si el paciente puede ser donante en un momento muy diferente del que lo hacíamos antes. Años atrás, teníamos mucha más donación en muerte encefálica, por lo que se hacía la entrevista de donación una vez se había confirmado esta muerte, pero ahora, el 50% o más de la actividad es donación en asistolia controlada, lo que sucede cuando el paciente tiene una lesión neurológica devastadora y, pese a que no llega a cumplir los criterios de muerte encefálica, es imposible la recuperación de la normalidad, es decir está en un estado peor que vegetativo. Con este pronóstico de supervivencia y funcional del paciente, se decide que no tiene sentido continuar y se le desconecta de las medidas de soporte a la espera de que haga parada cardíaca. Eso nos pone en una situación completamente diferente a la hora de plantear la donación, porque el paciente aún no ha muerto y no está confirmada aquella muerte, aunque es muy probable que, al retirar el tratamiento, esto suceda", indica Núria Masnou, médico intensivita y coordinadora de trasplantes del Hospital Josep Trueta de Girona, quien al respecto señala que "ese contexto hace más difícil para las familias el consentir la donación, ya que cuando uno está sobrepasado emocionalmente es muy complicado sobreponerse, racionalizar, y decidir".
Por último, 2023 se saldó con dos récords más: el de trasplantes de progenitores hematopoyéticos, que fueron 630, y el de donaciones de tejidos. En este último ámbito, el año pasado se distribuyeron 15.859 tejidos, de los que se beneficiaron más de 14 mil pacientes y la cifra de donantes alcanzó lo 1878
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