Arte

Cuando Dora Maar vino con su cámara a Cataluña

Una exposición recupera las imágenes que la artista captó con su cámara en Barcelona y Tossa de Mar en 1933

Una de las imágenes que pueden verse en la exposición
Una de las imágenes que pueden verse en la exposiciónDora Maar/VEGAP

Dora Maar es un nombre que asociamos, gracias especialmente a su reconocido talento tras la cámara, a lo mejor de la fotografía del siglo XX. Gracias a ella, tenemos una mirada surrealista, a veces incluso superior a la de Man Ray, y podemos seguir con detalle todo el proceso de realización de «Guernica», la gran tela de Picasso, de quien fue pareja y modelo como es sobradamente conocido.

Más allá de los datos personales, para conocer mejor a Dora Maar hay que acercarse a su trabajo. Eso es lo que podemos ver en una exposición que acaba de abrir sus puertas en el Arxiu Nacional de Catalunya (ANC), en Sant Cugat del Vallès, y que nos permite conocer el paso de la artista por la Cataluña de 1933, concretamente por Barcelona y Tossa de Mar. Todo ello cuenta con el comisariado de Victòria Combalia, especialista en Dora Maar.

Las imágenes presentes en la muestra fueron adquiridas por el ANC, donde ahora se custodian, cuando en 2022 estos trabajos fueron subastados en la sala Artcurial de París.

Viajemos en el tiempo. Dora Maar llegó a Barcelona en septiembre de 1933, a donde llegó sola. La autora se instaló en el Hotel Oriente de la Rambla que situó como su centro de operaciones. Desde allí partió acompañada de su cámara por varios rincones de la capital catalana, especialmente, por el Barrio Chino, aunque sin dejar de lado el gran paseo de la Rambla. En la exposición podemos constatar su interés por los más peculiares personajes de la ciudad, desde artistas callejeros, como un músico ciego que pedía limosna a alguna prostituta vestida con quimono de la calle Conde de Asalto pasando por una vendedora de fósforos o un hombre que duerme en la calle. Dora Maar se paseó por el tradicional mercado de la Boqueria, plasmando toda la vitalidad que había allí, en los puestos de carne y los vendedores de cestos de paja. Incluso la célebre Moños fue uno de sus objetivos.

La Barcelona de Dora Maar no es la turística, no tiene nada que ver con la imagen de las postales. Sin embargo, la artista se acercó al Park Güell, pero ella se fijaba en unos detalles de la arquitectura gaudiniana que poco tenían que ver con lo más típico.

Pero no todo se limitó a la capital catalana porque Dora Maar también se trasladó a Tossa de Mar, una población muy relacionada en los años treinta con los movimintos de vanguardia europeos. Allí habían vivido y trabajado Marc Chagall, Olga Sacharoff u Otto Lloyd, además de varios artistas catalanes. En la Tossa de Mar de Dora Maar aparecen el pueblo con sus murallas, a unos pescadores recogiendo redes y a mujeres remendándolas bajo un paraguas para guarecerse del potente sol. Asimismo en estas fotografías descubrimos que el promontorio de la Vila Vella no tenía en aquellos momentos vegetación. Se encontraba en el momento de la visita de Dora Maar un grupo de artistas e intelectuales, entre los cuales Pere Creixams, Georges Charensol, Georges Kars y Henry de Monfreid, que iban a organizar un concurso de pintura infantil. Dora fotografió a todo el grupo y a Georges Charensol y Georges Kars en particular.

Gracias a Dora Maar, tenemos un documento de primera mano de una Cataluña desaparecida en el tiempo.

El camino de la artista también fue diferente tras su regreso a la capital francesa. Tres años después de su paso por Cataluña, Dora Maar conoció a Picasso con quien mantuvo una larga relación. El malagueño se convirtió tanto en el objetivo de su cámara como de algunos de los óleos que pintó en ese tiempo.