Opinión

Inchaurrondo 50 años

"Hay una especie rara que vive para enfrentar al lobo, son los perros pastores, los nacidos para salvar a las ovejas a costa de sus propias vidas"

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Placa conmemeorativa colocada en la residencia del cuartel de Inchaurrondojmzaplaca

Bradley Cooper en American Sniper de Clind Easwood decía: hay tres tipos de personas en este mundo; ovejas, lobos y perros pastores. Algunos prefieren creer que el mal no existe en el mundo. Y si él oscureciera sus casas y fueran atacados, no sabrían cómo protegerse. Ellos son las ovejas. Luego están los depredadores, usan la violencia para alentarse del débil, ellos son los lobos. Pero hay una especie rara que vive para enfrentar al lobo, son los perros pastores, los nacidos para salvar a las ovejas a costa de sus propias vidas.

Quizás a los etarras les traicionó el subconsciente y empezaron a llamar a quienes les combatían “txakurras”, es decir perros, ellos a quienes precisamente un “lobo” bueno les hizo tanto daño.

En España, en 1975, iniciábamos un camino, no para convertirnos en ovejas, sino para convertirnos en ciudadanos de un sistema plenamente democrático dejando atrás todo lo que era irreconciliable para las dos Españas, pero los lobos seguían matando y su finalidad era quebrar la paz.

Ese mismo año se inició la construcción de “La Torre”, primera edificación del cuartel de Inchaurrondo. Las obras estaban custodiadas por El Núcleo de Reserva y sus agentes alojados en barracones prefabricados, ese mismo año se celebró la primera patrona el día de la Virgen del Pilar en Inchaurrondo. Al año siguiente en 1976 el acuartelamiento en construcción sufrió el primer atentado, un ametrallamiento

Fueron muchos y muy buenos los guardianes de nuestras vidas a riesgo de las suyas y de su libertad, pero Inchaurrondo fue el símbolo y ahí es donde se forjó el golpe más mortal para ETA, la desarticulación de la cúpula de Bidart en 1992.

Mucho se ha escrito sobre Inchaurrondo, pero antes de cualquier juicio de valor, haga usted un ejercicio mental, imagínese a decenas de amigos, familiares, compañeros de trabajo, a los que van matando, a uno un día, a otro la semana siguiente, al otro al cabo de un mes, y usted acude a entierro tras entierro, pues eso fue lo que vivieron esos guardias civiles junto a sus mujeres y a sus hijos.

Concluirá en que nadie puede imaginarse lo que allí se vivió, España necesitaba avanzar hacia una sociedad plenamente democrática, pero había una guerra no declarada, en la que unos, los buenos, los guardianes, tenían reglas y otros malos, los lobos, no. Y hay que decirlo, y lo sé porque lo conozco de primera mano, que el propio sistema fue a veces injusto con quienes nos defendían con sus vidas, y en ocasiones la perdían, o con su libertad, pero eso es otra historia que espero que algún día salga a la luz.

Hoy, los antes terroristas, son “hombres de paz”, pero el nombre de Inchaurrondo sigue vetado para muchos o, en todo caso, envuelto en un manto de silencio.

Pero, pese a quien le pese, son cincuenta años de leyenda, y para mí personalmente el orgullo de la amistad que mantengo con aquellos a los que cuando hizo falta defendí, y el agradecimiento a todos cuantos allí lucharon contra el mal, y a sus familias por cuanto les debemos.