Ciencia
Si solo usas el 10% de tu cerebro tenemos un grave problema
Aunque se diga lo contrario, no usamos el 10% de nuestro cerebro, lo usamos todo, pero no de forma simultánea, y menos mal, porque eso produciría una crisis epiléptica.
Se cuentan muchas mentiras sobre el cerebro y lo de que tan solo utilizamos su 10% es, posiblemente, la más famosa y absurda de todas. Lo hemos escuchado en películas, novelas, documentales de baja estofa e incluso ensayos de pseudointelectuales. Se ha repetido tanto y tan a lo grande que ha arraigado en la sociedad. Ya forma parte del ideario colectivo y, aun siendo falso, es de los primeros datos que cualquier persona dará si le preguntas acerca del cerebro.
Hablemos sobre ello, sobre su origen y sobre por qué carece de toda verosimilitud, pero antes hagámonos una pregunta. Si fuera cierto que solo usamos el 10% ¿de qué estamos hablando? ¿El 10% de su superficie? ¿El 10% de su masa? ¿El 10% de sus células o tan solo de sus neuronas? ¿El 10% de la energía destinada a él? La propia afirmación que tan alegremente se ha repetido carece de significado por sí sola, es un sinsentido.
Un teléfono estropeado
No podemos negar que se han dicho muchas barbaridades a lo largo de la historia de la ciencia. Cosas que, aunque ahora sabemos falsas, en su momento no parecían tan absurdas para el conocimiento y los medios que se tenían en la época. Algo así le sucede a la leyenda del diez por ciento.
Todo empezó en 1876, en Francia, con el fisiólogo Charles-Édouard Brown-Séquard. Sus investigaciones marcaron un antes y un después en el conocimiento de cómo funciona nuestro sistema nervioso y ha dado nombre a la famosa lesión medular de Brown-Séquard, en la que se secciona una mitad de la médula, ya sea la derecha o la izquierda. Era un verdadero pope y no daba puntada sin hilo, por lo que cuando dijo que, “pocas personas desarrollan mucho [el cerebro] y puede que nadie lo haga por completo”, la gente se lo tomó en serio.
No obstante, hay que tener en cuenta que por aquel entonces la investigación del sistema nervioso se limitaba mayormente a entender su estructura macroscópica, su anatomía y cómo las alteraciones de esta tenían efecto en los animales de experimentación. Esto no proporciona demasiado conocimientos obre las funciones más elevadas de los humanos, de hecho, siendo claros, ni siquiera solían prestar gran atención al cerebro y se enfocaban en los nervios y la médula, mucho más accesibles y con una mecánica aparentemente más sencilla.
Como si fuera un teléfono estropeado, la frase se fue repitiendo de boca en boca y de texto en texto, acumulando pequeñas variaciones por el camino. Fue unos cincuenta años después cuando la frase cobró su estructura actual. Lowell Thomas parece haber sido el primero en sacar de su chistera la famosa cifra del 10% y el resto estaba hecho, había surgido un mito la mar de atractivo. Un bulo que nos hablaba de las maravillas que había al alcance de nuestra mano y nos invitaba a dejar volar nuestra imaginación, pensando qué tipo de magia desbloquearíamos si consiguiéramos utilizar el total de nuestro cerebro.
Ni al 10 ni al 20
El cerebro funciona, y punto. Con esto no quiero decir que no debamos estudiarlo, de hecho, no podría haber una interpretación más contraria de lo que realmente pienso. Lo que sí quiero dejar claro es que hay preguntas que cuesta formular porque simplemente no tiene demasiado sentido. Al principio explicamos que ésta era una de ellas. Pero seamos benevolentes y démosle un sentido a la cuestión. Preguntémonos, por ejemplo, si todo nuestro cerebro funciona de forma simultánea. Esto sí tiene respuesta.
Por ejemplo, puede que hayas leído la mayoría de los libros de tu estantería, pero dudo que los hayas leído todos a la vez. Hasta donde sabemos cada parte, cada pequeña estructura del cerebro se activa en algún momento, cumple alguna función. No hay rincón que escape a esta generalización, no hemos conseguido encontrar contraejemplo alguno, ni siquiera analizando neuronas concretas. Todas se disparan en algún momento, y cuando dejan de hacerlo, simplemente degeneran. Sin embargo, las técnicas de imagen como la resonancia magnética funcional, la tomografía por emisión de positrones, o las electroencefalografías revelan que no todo el cerebro trabaja a la vez.
Es cierto que nuestro cerebro funciona llevando muchos procesos en paralelo, pero no todo a la vez. Que los ordenadores sean capaces de abrir varios programas simultáneamente no quiere decir que puedan, ni que sea buena idea abrirlos todos de una sentada. Si lo hacemos es muy probable que el ordenador se cuelgue, y si todo el cerebro se activara a la vez, con toda seguridad se produciría una crisis epiléptica. La información, en nuestro cerebro, viaja de neurona en neurona siguiendo caminos concretos. Si todo se activara a la vez los caminos de cada actividad se entremezclarían, algunos incluso producirían remolinos de neuronas activándose unas a otras en un bucle “infinito”. Y eso es (a grandes rasgos), las crisis epilépticas: una sobreexcitación.
De hecho, más que una suposición, se trata de un fenómeno que ha sido comprobado experimentalmente, estimulando el cerebro de algunos sujetos con campos eléctricos o magnéticos. El resultado es siempre el mismo, si la estimulación es controlada se activan o inhiben funciones cerebrales concretas. Puedes conseguir que un paciente vea formas geométricas, que deje de mover una mano o que empiece a sentir un cosquilleo en el pie. No obstante, si te pasas, si se quiere y se estimula un área mayor, es fácil llegar a desencadenar una crisis epiléptica.
Sin embargo, hay que entender que el tiempo que pasan desactivadas la mayoría de las estructuras del cerebro es mínimo. Se estima que no hay ninguna parte de él que permanezca completamente silente durante un día entero. Ni siquiera cuando dormimos, momento en el que, precisamente, nuestro cerebro está realmente activo.
Así que no, no es cierto que solo usemos el diez por ciento de nuestro cerebro, lo usamos todo, aunque no sea de forma simultánea. Y menos mal, porque en lugar de poderes mentales o habilidades sacadas de la ciencia ficción, el resultado sería convertirnos en un manojo de convulsiones muy poco práctico.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Hay quien afirma que la confusión proviene de que en el cerebro hay una neurona por cada diez células gliales. Esto implica que el porcentaje de células que son neuronas ronda el famoso 10% y justifican de este modo el mito. El problema no es solo que sea incorrecto reducir el funcionamiento del cerebro a las neuronas, sino que esa proporción es falsa. Hoy se estima que por cada neurona hay una célula glial.
REFERENCIAS (MLA):
- Banich, Marie T, and Rebecca Jean Compton. Cognitive Neuroscience. Cambridge University Press, 2018.
- Striedter, Georg F. Neurobiology, a functional approach1. Oxford University Press, 2015.
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