Ciencia

Ni brujas, ni mágicas: la ciencia de las pociones del sueño y del amor

En el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, resulta que las brujas también eran científicas

¿Brujas en el laboratorio? (Queen’s University)
¿Brujas en el laboratorio? (Queen’s University)Queen’s UniversityCreative Commons

Hoy es 11 de febrero, Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia declarado por las Naciones Unidas y que se celebra desde 2016. Es ya bien sabido que hay muchas menos mujeres que hombres que se dedican a la investigación científica, diferencia que crece especialmente en las ingenierías, las matemáticas o la física. También es bien conocida la brecha salarial que persiste entremujeres y hombres en muchas profesiones, entre ellas la científica, donde no solo el sueldo, sino también el acceso a fondos de investigación y la promoción en la carrera académica son desiguales.

Teniendo en cuenta que la Academia de Ciencias de Francia rechazó la admisión de Marie Skłodowska-Curie en 1911 cuando había recibido el Premio Nobel de Física ocho años antes, quizá la situación de hoy no sea tan sorprendente. Por poner otro ejemplo, la Universidad de Cambridge, una de las de mayor prestigio a nivel mundial, comenzó a admitir mujeres entre sus estudiantes en 1869 para gran revuelo de los alumnos varones, y solo les otorgó títulos universitarios a partir de1948.

Cazas de brujas

Yendo aún más atrás en el tiempo, las cazas de brujas que proliferaron en la Europa medieval también afectaron fundamentalmente a las mujeres, que elaboraban pociones para conseguir todo tipo de efectos terapéuticos. A pesar de que no se disponía de información detallada sobre los principios activos, lo cierto es que muchas de las supuestas “brujas” sí tenían un conocimiento heurístico pero profundo de los efectos de los ingredientes sobre el cuerpo humano.

Sin embargo, las autoridades tachaban estos efectos de mágicos y heréticos y perseguían a las mujeres que los provocaban con sus pociones. De entre los múltiples episodios de castigos violentos, destacan los juicios de Salem de 1692-1693 en la entonces colonia británica de Massachusetts.

Un estudio publicado en RSC Medicinal Chemistry en 2022 decidió analizar los principios activos de dos de las pociones más comunes de la época: la poción del sueño y la poción del amor. El trabajo revela por qué estas pociones tenían los efectos buscados e incide en que algunos de los compuestos que se utilizaban entonces siguen empleándose hoy con fines terapéuticos.

Cómo provocar el sueño

Según los registros históricos, la poción del sueño habría contenido cuatro ingredientes fundamentales: extracto de flor dedalera (que contiene digoxina y digitoxina), extracto de sapo (que contiene bufotoxina), extracto de leño colubrino (que contiene reserpina) y aceite de almendras. Este último habría actuado como disolvente para los demás ingredientes, que habrían aportado los principios activos.

Durante el sueño, el ritmo cardíaco se reduce, y la digoxina y la digitoxina producen este mismo efecto. Aunque en personas sanas pueden aumentar la vasoconstricción, la digoxina se utiliza actualmente en pacientes con insuficiencia cardíaca, ya que ralentiza la respuesta ventricular y ayuda a controlar los síntomas. Eso sí, si se excede la dosis terapéutica, puede provocar arritmia y contracciones.

Por su parte, las toxinas que producen todas las especies de anfibios causan una gran diversidad de efectos farmacológicos tanto en invertebrados como en vertebrados. Por ejemplo, la bufotoxina, presente en la poción del sueño, reduce la temperatura corporal y el ritmo cardíaco.

Un efecto parecido tiene el extracto de leño colubrino (Rauvolfiaserpentina), que reduce la tensión arterial y puede llegar a causar hipotermia. Además, es un depresor del sistema nervioso central, categoría en la que también se incluyen los sedantes y tranquilizantes: un ingrediente perfecto para provocar el sueño.

Aunque el enamoramiento es un fenómeno neurobiológico mucho más complejo que el sueño, y por tanto mucho más difícil de provocar mediante una poción, las sensaciones causadas por los mecanismos biomecánicos que asociamos al amor sí se pueden emular. De hecho, está bien establecido que estas sensaciones vienen dadas por ciertos compuestos químicos que regulan el ritmo cardíaco, las funciones cognitivas o algunas emociones.

El ingrediente fundamental de la poción del amor era la mandrágora, mítica raíz que ha permeado en el imaginario popular hasta figurar en las novelas de Harry Potter. Esta planta contiene alcaloides como la hiosciamina, la atropina o incluso la burundanga, que provocan visión borrosa, palpitaciones y un aumento del ritmo cardíaco. Paradójicamente, hoy en día la burundanga es una de las sustancias utilizadas para provocar la sumisión química de las mujeres.

330 años más tarde

Queda patente que el efecto de estas pociones no se debía a la magia, y es muy posible que las recetas de las pociones tampoco fueran fruto de la casualidad. Aunque las “brujas” no disponían de un conocimiento detallado sobre la composición química de sus ingredientes, sí estaba a su alcance experimentar para analizar los efectos de las diferentes sustancias.

330 años más tarde, por fortuna hoy en día no se castiga físicamente a las mujeres que desarrollan fármacos o experimentan con sustancias químicas, ni en Salem ni en muchas otras partes del mundo. Sin embargo, el trabajo de las mujeres todavía no se percibe de igual forma que el de los hombres, como atestigua el hecho documentado de que los artículos publicados por ellas se citan menos que los de ellos.

Aunque ha habido avances notables desde la caza de brujas de 1693, queda mucho por hacer para alcanzar la verdadera igualdad entre las mujeres y los hombres.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Marie Skłodowska-Curie recibió también el Premio Nobel de Química a finales de 1911, y a día de hoy es la única mujer galardonada con dos premios Nobel. Es otra prueba de que el trabajo de las mujeres no se percibe de la misma manera que el trabajo de los hombres.

REFERENCIAS (MLA):