Viajes espaciales

Cinco destinos para los futuros viajeros a Marte

Desde un lugar donde encontrar posibles restos de vida al volcán más grande y más alto del sistema solar: un cráter de 85 km de diámetro y casi tres veces la altura del Everest.

Marte
En el centro de la imagen se puede ver el Valle Marineris ocupando la mitad del planeta rojo.NASANASA

Los proyectos de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA) para visitar Marte y establecer bases permanentes son cada vez más frecuentes. Eso no quiere decir que muy pronto será un destino habitual, pero si quisiéramos visitarlo en el futuro, hay cinco lugares que deberíamos tener en cuenta. Marte es un planeta de grandes contrastes: enormes volcanes, cañones profundos y cráteres que pueden tener agua y hasta restos de vida.

Olympus Mons

El primero, la mayor atracción sin duda, es el Olympus Mons o Monte Olympo, el volcán más extremo del sistema solar. Ubicado en la región volcánica de Tharsis, cubre un área total de 624 kilómetros de diámetros, prácticamente la mitad de España. Su altura es de 25 kilómetros, lo que hace que sea casi tres veces la altura del Everest. Olympus se encuentra en una región de enormes volcanes y esto se debe a tres motivos. El primero es que los volcanes marcianos tienen una tasa de erupción más alta, el segundo es que la corteza del planeta no se mueve del mismo modo que la de nuestro planeta y, finalmente, la gravedad marciana, menor que la de la Tierra, permite que su altura aumente.

Valles Marineris

Si las altas cumbres no son los tuyo, Marte no solo alberga el volcán más grande del sistema solar, sino también el cañón más grande: Valles Marineris. Tiene aproximadamente 3.000 kilómetros de largo, según la NASA, lo que equivale a la distancia que hay entre Madrid y Moscú en línea recta. A eso hay que sumarle que su profundidad es similar a la del Everest y su ancho puede sobrepasar los 600 kilómetros. El Valle Marineris habría surgido cuando la lava que se movía a través de la región volcánica empujó la corteza hacia arriba, lo que la rompió en fracturas en otras regiones. Con el tiempo, estas fracturas crecieron hasta convertirse en Valles Marineris.

Cráter Gale

Aquí fue donde en 2012 aterrizó el rover Curiosity. Es uno de los sitios más importantes del planeta rojo, teniendo en cuenta que allí se encontró evidencia de agua pasada. El Curiosity tropezó con el lecho de un arroyo a las pocas semanas de aterrizar y encontró evidencia más extensa de agua a lo largo de su recorrido. Las ventajas de esta región es que estará muy cerca de las bases permanentes por la posibilidad de encontrar agua y al tratarse de un terreno llano, su visita será muy sencilla y se podría hacer a bordo de vehículos espaciales.

Aeolis Mons o Monte Sharp

En el centro del cráter Gale se encuentra este antiguo volcán que también está siendo explorado por Curiosity. Fue precisamente allí donde el rover descubrió moléculas orgánicas complejas en múltiples ocasiones. Los restos se encontraron en rocas de 3.500 millones de años. Simultáneamente, a los resultados orgánicos, los investigadores anunciaron que el rover también encontró que las concentraciones de metano en la atmósfera cambian a lo largo de las estaciones. El metano es un elemento que pueden producir microbios, así como fenómenos geológicos, por lo que no está claro si es una señal de vida.

Dunas fantasma

Uno de los procesos geológicos más determinantes en la actualidad marciana son los vientos. Pero en el pasado el agua fue igual de importante. Estas regiones son conocidas como "dunas fantasma" y se encuentran en el Laberinto de Noctis y la cuenca Hellas. Se trata de una de las regiones más enigmáticas de Marte y una de las menos exploradas. A pesar de que muchas de sus características geológicas han sido analizadas gracias a satélites, cómo se formó esta región es algo que aún no puede explicarse con los procesos conocidos en la Tierra. Explorarla abrirá sin duda un nuevo mundo para quien se atreva a recorrerla. Por si esto fuera poco, podría haber microbios escondidos en las áreas protegidas, a salvo de la radiación y el viento que de otro modo los arrastraría.