
Estímulos
Tu nariz puede delatar tu capacidad para gestionar el estrés: tres señales que confirman los expertos
Algunas situaciones que requieren de mucha atención pueden desencadenar respuestas por parte de varios órganos, incluido el responsable del olfato

Un experimento llevado a cabo por psicólogos de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, ha revelado una forma inusual pero reveladora de medir el estrés: a través de la nariz. Durante una investigación que combinó ciencia y cierta dosis de incomodidad, la periodista Victoria Gill de BBC News se prestó como voluntaria para someterse a una serie de pruebas bajo la mirada de cámaras térmicas. Estas cámaras, que capturan cambios en la temperatura de la piel, fueron utilizadas para observar cómo el cuerpo reacciona físicamente ante situaciones de tensión.
La experiencia formó parte de un estudio pionero que sugiere que la disminución de la temperatura nasal puede servir como un biomarcador confiable del estrés. "Las imágenes térmicas podrían suponer un 'punto de inflexión' en la investigación sobre el estrés", aseguraron los psicólogos responsables. El experimento se basó en observar cómo varía la circulación sanguínea en el rostro en respuesta a factores estresantes, como hablar frente a desconocidos o resolver tareas cognitivas difíciles.
Una nariz que se enfría
La primera parte de la prueba pareció sencilla: Gill se sentó y escuchó ruido blanco con auriculares, en un entorno aparentemente relajado. Pero el ambiente cambió bruscamente cuando entró un panel de tres desconocidos. La periodista fue informada de que debía preparar, en tres minutos, un discurso de cinco sobre el "trabajo de sus sueños".
"Mientras sentía cómo se me subían los colores a la cara, los científicos captaron el cambio de color de mi rostro a través de su cámara térmica", escribió. La temperatura de su nariz bajó dos grados, volviéndose azul en la imagen, mientras su sistema nervioso redirigía sangre hacia ojos y oídos en una reacción de alerta.
Este fenómeno fue observado de forma consistente en los 29 voluntarios que participaron en el estudio. En todos los casos, la temperatura nasal descendió entre tres y seis grados bajo estrés, y volvió a los niveles previos en pocos minutos, lo que indica una recuperación efectiva.
La profesora Gillian Forrester, investigadora principal del estudio, comentó: "Estás acostumbrada a las cámaras y a hablar con desconocidos, por lo que probablemente seas bastante resistente a los factores estresantes sociales". Sin embargo, añadió: "Incluso alguien como tú, entrenada para estar en situaciones estresantes, muestra un cambio biológico en el flujo sanguíneo, lo que sugiere que esta 'caída nasal' es un indicador sólido de un estado de estrés cambiante".
La mente bajo presión
La segunda parte del experimento llevó la incomodidad un paso más allá: contar hacia atrás desde 2023 en intervalos de 17. Bajo la presión de ser corregida públicamente por el panel ante cada error, Gill relató: "Lo único en lo que podía pensar era en que quería huir de la habitación, cada vez más sofocante". Solo uno de los 29 participantes abandonó la prueba antes de terminarla. El resto, aunque visiblemente estresados, la completaron y luego recibieron una sesión de relajación con ruido blanco para cerrar el proceso.
Más allá del laboratorio, esta tecnología abre posibilidades concretas. Dado que mide una respuesta física no verbal y no invasiva, podría aplicarse en contextos donde las personas no pueden expresar verbalmente su estado emocional, como en bebés o pacientes con trastornos del habla.
Además, su uso se está ampliando a entornos no humanos: en santuarios de grandes simios, los investigadores han detectado respuestas similares en chimpancés y gorilas. Al mostrarles videos de crías jugando, observaron cómo la temperatura de sus narices aumentaba: un signo claro de relajación. En palabras de los científicos, "ver a crías de animales jugando es lo contrario a una entrevista de trabajo sorpresa o a una tarea de cálculo mental".
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