Salud

Usan partículas de ADN como vacunas

"Buscamos enseñar al sistema inmunológico a ofrecer niveles más altos de inmunidad contra patógenos que resisten las vacunas convencionales, como la gripe, el VIH y el SARS-CoV-2", señalan los autores.

Sangre y ADN
La estructura afecta a las células B, que pueden resistir durante décadas FreepikFreepik

En general, las vacunas particuladas (la última tendencia en vacunas, como la del SARS-CoV-2) suelen consistir en una nanopartícula (de ahí su nombre), de estructura similar a un virus, que puede transportar muchas copias de un antígeno viral. Esta alta densidad de antígenos puede provocar una respuesta inmunitaria más fuerte que las vacunas tradicionales porque el cuerpo la ve como similar a un virus real.

Sin embargo, un posible inconveniente de este tipo de vacuna es que las proteínas utilizadas para la estructura a menudo estimulan al cuerpo a producir anticuerpos dirigidos a la estructura. Esto puede distraer al sistema inmunológico y evitar que lance una respuesta sólida.

Otro posible inconveniente es que, si la misma persona recibe más de una vacuna transportada por el mismo armazón proteico, por ejemplo, SARS-CoV-2 y luego la vacuna de la gripe, su sistema inmunológico probablemente respondería de inmediato al armazón proteico, ya que ya ha sido preparado para reaccionar ante ello. Esto puede producir una respuesta más débil del sistema inmune a la segunda vacuna.

"Si desea aplicar esa partícula a base de proteínas para inmunizar contra un virus diferente como la influenza, entonces su sistema inmunológico puede volverse adicto al andamio proteico subyacente que ya ha visto y hacia el cual ha desarrollado una respuesta inmune", dice Bathe. "Eso puede hipotéticamente disminuir la calidad de la respuesta de anticuerpos para el antígeno de interés real".

Como alternativa, el laboratorio de Mark Bathe del MIT, ha estado desarrollando estructuras fabricadas con ADN, un método que ofrece un control preciso sobre la construcción de la vacuna y permite a los investigadores unir una variedad de moléculas, como antígenos virales, en lugares específicos.

Así, utilizando una partícula de administración similar a un virus hecho de ADN, el equipo de Bathe ha creado una vacuna que puede inducir una fuerte respuesta de anticuerpos contra el SARS-CoV-2.

La vacuna, que ha sido probada en ratones, consta de una estructura de ADN que transporta muchas copias de un antígeno viral. Los resultados, publicados en Nature Medicine, demuestra que “el ADN no produce anticuerpos que puedan distraer la atención de la proteína de interés – explica Bathe, en un comunicado -. Para entenderlo podemos imaginar es que las células B y el sistema inmunológico están siendo entrenados completamente por ese antígeno objetivo, y eso es lo que se desea: que el sistema inmunológico se enfoque con precisión en el antígeno de interés".

Este enfoque, que estimula fuertemente las células B (las células que producen anticuerpos), podría facilitar el desarrollo de vacunas contra virus que han sido difíciles de atacar, incluidos el VIH y la influenza, así como el SARS-CoV-2, afirma el estudio. A diferencia de las células T, que son estimuladas por otros tipos de vacunas, estas células B pueden resistir durante décadas y ofrecer protección a largo plazo.

"Estamos interesados en explorar si podemos enseñar al sistema inmunológico a ofrecer niveles más altos de inmunidad contra patógenos que resisten los enfoques de vacunas convencionales, como la gripe, el VIH y el SARS-CoV-2 - añade el coautor Daniel Lingwood -. Esta idea de desacoplar la respuesta contra el antígeno objetivo de la propia plataforma es un truco inmunológico potencialmente poderoso que ahora se puede utilizar para ayudar a que esas decisiones de selección inmunológica avancen en una dirección más enfocada".