Historia

La receta del martini que hacía Oppenheimer y otras cosas que no sabías del genio

La receta fue publicada por el mismísimo laboratorio de Los Álamos, pero también hay otros secretos: a los 12 años dio una conferencia de geología, por ejemplo.

Después de la guerra, Oppenheimer ocupó el cargo de asesor jefe en la recién creada Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos
Después de la guerra, Oppenheimer ocupó el cargo de asesor jefe en la recién creada Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos Archivo

El biopic de su vida se ha enfrentado a un estreno en la misma semana que Barbie y ha compartido con esta película un duelo de cartelera. Oppenheimer, conocido como el padre de la bomba atómica, fue mucho más que eso, como deja claro Christopher Nolan en su última obra. Pero hay algunos detalles que no son muy conocidos fuera de su carrera científica, su relación con el Partido Comunista o su relación con el gobierno de Estados Unidos. Aquí cinco cosas que no sabías sobre Julio Robert Oppenheimer.

Geología

Oppenheimer se especializó en química como estudiante universitario de Harvard (se graduó en apenas 3 años con honores) y luego se hizo un nombre como físico, pero las rocas y los minerales fueron su primer amor científico. A los 7 años, Oppenheimer comenzó a estudiar cristales de minerales debido a sus estructuras e interacciones con la luz polarizada. Se convirtió en un fanático coleccionista y utilizó la máquina de escribir de su familia para iniciar largas y detalladas correspondencias con los geólogos locales que se prolongaron durante años. Esto llevo a que, a sus 12 años, Oppenheimer fuera invitado por estos geólogos a dar una conferencia.

En el libro American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer, los biógrafos Kai Bird y Martin J. Sherwin, relatan lo ocurrido: “A la edad de 12 años, estaba usando la máquina de escribir familiar para mantener correspondencia con varios geólogos conocidos sobre las formaciones rocosas que había estudiado en Central Park. Sin saber de su juventud, uno de estos corresponsales nominó a Robert para ser miembro del Club Mineralógico de Nueva York, y poco después llegó una carta invitándolo a dar una conferencia ante el club. Animado por sus padres, el joven Oppenheimer pronunció el discurso y recibió una ronda de aplausos por sus esfuerzos, aunque necesitaba subirse a un palco para ver por encima del podio".

Rayos cósmicos

La NASA describe los rayos cósmicos como una "forma desconcertante de radiación" que consiste en "partículas subatómicas cargadas eléctricamente que chocan contra nuestra atmósfera, donde se rompen y caen a la Tierra en fragmentos aún más pequeños". Se podría decir que Oppenheimer fue uno de los primeros en estudiarlos. En 1931, él y un estudiante llamado Frank Carlson, coescribieron el primero de muchos artículos científicos sobre la física de los rayos cósmicos, un fenómeno relativamente nuevo que solo se había descubierto en 1912, menos de 20 años antes.

Idiomas

Un hecho que destaca de la vida de Oppenheimer es su excepcional destreza lingüística. Criado en un ambiente educativo que enfatizaba no solo las ciencias, también las humanidades, desarrolló una gama ecléctica de intereses que abarcaba los idiomas griego, latín, francés, sánscrito y alemán. Sin embargo, lo que realmente llama la atención es la velocidad y la dedicación con la que Oppenheimer podía aprender un nuevo idioma cuando era necesario. Se dice que aprendió holandés en solo seis semanas, con el único propósito de dar una charla técnica en los Países Bajos.

Maestro coctelero

Sin duda se hubiera llevado de maravilla con James Bond, no solo hablando de física atómica y amenazas nucleares, sino también de Martinis. Oppenheimer solía celebrar fiestas y reuniones informales en su residencia de Los Álamos. Y para dichos eventos tenía una receta única. Tan conocida era esta receta y tantos halagos recibió que el mismísimo Laboratorio de Los Álamos la publicó en su página web. Para imitar el gran científico que hay mezclar cuatro onzas de ginebra y un chorrito de vermut. Hasta aquí no parece nada extraordinario, pero entonces llega el toque único: sumergir el borde del vaso enfriado en una mezcla de miel y zumo de lima. Pat Sherr, la esposa de un físico de laboratorio, describió los martinis de Oppenheimer como "los más deliciosos y geniales" que jamás había probado.

Agujeros negros

Aunque las ecuaciones de Einstein ya hablaban de la influencia de la gravedad sobre la luz, allá por 1915, fue quien predijo en los años 1930 que una estrella masiva podría sufrir un colapso gravitatorio y, por tanto, los agujeros negros podrían formarse en la naturaleza. El estudio incluía cálculos de las propiedades de las enanas blancas y el límite de masa teórico de las estrellas de neutrones. Pero también señalaba que deberían existir "estrellas moribundas cuya atracción gravitatoria excediera su producción de energía". El artículo recibió poca atención en aquel momento (interesaban más los estudios a escala atómica), pero luego fue redescubierto por físicos que se dieron cuenta de que Oppenheimer había previsto la existencia de agujeros negros.