Comunitat Valenciana

El gen comunista

El Decreto económico, unilateral y nocturno, sienta las peligrosas bases de un giro radical hacia el estatalismo bolivariano

La actitud y declaraciones del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, me preocupan y, a la vez, me dejan estupefacto. Por un lado, aparece y desaparece cual Guadiana. Se presenta a una reunión del Consejo de Ministros y a una comparecencia pública cuando debía estar en cuarentena al estar su mujer, la ministra Irene Montero, infectada de coronavirus. Tras la «maniata» recibida en las redes sociales por saltarse a la torera el confinamiento debido, se escondió hasta que le vino en gana.

Entonces fue cuando emergió el diablo que lleva dentro y, en una interpretación torticera del artículo 128 de la Constitución, amenaza «toda la riqueza del país está subordinada al interés general» dejando claro cuál sería su objetivo, su anhelo, si lograra el poder en solitario. No habló de la tragedia de los fallecidos, enfermos y contagiados. No alabó la labor de sanitarios, militares, policías y demás colectivos que arriesgan su vida, incluso la pierden, por servir a los españoles. No dio esperanza a los trabajadores, agricultures, pequeños empresarios o autónomos. Eso sí, desveló su gen comunista con intervenir empresas, requisar propiedades y, lo que es habitual en ese tipo de regímenes, retorcer interesadamente las leyes.

El drama, como dice mi amigo Rogelio con el que coincido, es que se trata del vicepresidente del gobierno y líder del grupo que sustenta la coalición social-comunista de Pedro Sánchez, quien padece y acepta, pienso incluso que con satisfacción, las tesis de Podemos, al acecho permanente para aprovechar la tragedia nacional de la pandemia. El Decreto económico, unilateral y nocturno, sienta las peligrosas bases de un giro radical hacia el estatalismo bolivariano. El Gobierno debe centrarse en combatir el virus mediante las medidas acordes con las democracias desarrolladas y abandonar proclamas comunistas. Así es la vida.