Estado de alarma
Como mínimo, irresponsabilidad
No comprendo cómo el Gobierno puede negar haber sido conocedor del grave problema que se cernía sobre todos nosotros como consecuencia de los trágicos efectos del coronavirus en China. Más allá de las mentiras propagadas desde el equipo de Pedro Sánchez, son multitud las advertencias que recibió desde distintos estamentos políticos, sanitarios, incluso militares. Basta con comprobar cómo de forma institucional, así debe quedar plasmado en el registro del Congreso, el diputado del PP, Iñaki Echániz, solicitó el 22 de enero información sobre «el protocolo de actuación diseñado y aplicado por el Ministerio de Sanidad para garantiza la salud pública frente al coronavirus detectado en China».
Evidentemente, tanto el Salvador Illa, al que iba dirigida la pregunta, como el ya ínclito director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón (hay que tener redaños para continuar en el puesto) hicieron oídos sordos. Algún día sabremos si por ineptitud, por soberbia o por fanatismo multitudinario. Lo cierto es que, como expresaba ayer el editorial de LA RAZÓN, el ministro tuvo además un informe «Procedimiento de actuación frente a casos de infección por el nuevo coronavirus» que, tal como hizo con el Parlamento, debió arrojar a la basura. Según mi amigo Rogelio, debió pensar que él «no había ido al Gobierno para esos temas sino para ser el portavoz de Iceta en asuntos de Cataluña». Como si ese encargo fuera a ser una singladura cordial. No lo digo yo, lo afirmaba Josep Pla «en Cataluña la cordialidad dura, como máximo, dos o tres días, incluso entre personas ligadas o que podrían ligarse por un interés real». Pero esa es otra historia bastante menos dramática que 30.000 muertos. Al comportamiento inicial del Gobierno se le conoce como irresponsabilidad.
Así es la vida.
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