Estoy con Vallés

No sé por qué alguien se extraña al escuchar los improperios de Pablo Iglesias contra los periodistas en la persona de Vicente Vallés. No deben recordar declaraciones suyas como «la existencia de medios privados ataca la libertad de expresión» o «los medios debían estar controlados por una cosa que se llama Estado». Y ya se sabe, añado yo: «L’Etat c’est moi». Para gustarle tan poco la Monarquía, no tiene reparos a pensar como Luis XIV, el rey Sol.

A Vicente Vallés, al que no conozco pero admiro, no en vano se trata, en mi opinión, del mejor entrevistador que ha dado el periodismo español desde Pedro Rodíguez, le asiste toda la razón cuando afirmó: «No serían tan graves las cloacas si no consiguieron que Podemos no estuviera en el Gobierno y que Pablo Iglesias no fuera vicepresidente».

No solo es digno de mi admiración por su profesionalidad, sino por tener la razón y, también, la valentía para atreverse a competir con quien se cree dueño de todos nosotros.

He de decir en favor de Iglesias que no se oculta. Por más piel de cordero con la que intente adornarse, su fuego interior le obliga a desvelar sus anhelos, incluso los hoy imposibles de las depuraciones soviéticas o chavistas.

A las primeras las definía perfectamente Leonardo Padura: «La depuración se alimentaba de sí misma y, una vez desatada, liberaba fuerzas infernales que la obligaban a seguir adelante y crecer».

Pero ¡ojo! siguiendo con «El hombre que amaba los perros», «nadie sabe de lo que es capaz de hacer un hombre, de lo que pueden hacer el odio y el rencor cuando los han alimentado bien».

Aunque te sirva de poco, Vicente, cuentas con todo mi apoyo, con la solidaridad de un simple periodista. Así es la vida.