Política

La UE no se fía de Sánchez

Asuntos como el del "Aquarius", la entrada de Podemos en el Gobierno o la visita de Delcy Rodríguez, hacen que en Europa no confíen en el español

El delegado de La Razón en la Comunitat Valenciana, Iñaki Zaragüeta
El delegado de La Razón en la Comunitat Valenciana, Iñaki ZaragüetalarazonLa Razón

No me lo creo. No me creo que a Merkel y a Macron, a los dos unidos, les hayan infligido una derrota en su propia fortaleza. No me creo que unos países «de tres al cuarto», dicho con todo el respeto, se hayan sublevado a sus deseos a la hora de elegir presidente del Eurogrupo.

No me creo que los dos mandamases europeos hayan trabajado de verdad en favor de Nadia Calviño. Si hubiera sido así, en la poltrona no se sentaría el ministro irlandés sino la vicepresidenta española. Si creo, sin embargo, y así se cuenta en determinadas esferas, que en Europa desconfían de Pedro Sánchez y de su política.

Recuerdan que fue Sánchez quien les ha dejado tirados en asuntos como el del «Aquarius» quebrando la postura común de la UE con la inmigración ilegal en el Mediterráneo. ¡Qué decir de la entrada de Podemos en el Gobierno!. Once países de la UE -Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Chequia y Rumanía- tienen una especial sensibilidad sobre la presencia de los comunistas en el Gobierno de Sánchez y conocen de sobra las consecuencias.

Como lo de dar alas y legitimidad a los partidos independentistas, que es una de las grandes preocupaciones como elemento disgregador de la Unión Europea. El cambio de postura respecto a Venezuela y la acogida misteriosa de Delcy Rodríguez, que tenía prohibida la entrada en la UE, prohibición que Sánchez incumplió sin inmutarse, han puntuado en el debe hacia España.

«Le han dado una patada a Sánchez en el culo de Calviño cuando personalmente gozaba de preferencia». Ahora el problema está con los Fondos de Reestructuración. De Italia se fían, de Sánchez no. El proceso que ahora se inicia, recuerda al que vivió Grecia. Un presidente de buenas palabras en Bruselas, con más trampas que una película de chinos, y un ministro de Economía llamando a la revolución en Atenas. ¿Cómo acabo la película Tsipras-Varoufakis? Así es la vida.