Salud

Informar bien del suicidio sí salva vidas

Dar voz los supervivientes, publicitar las señales de alarma y los teléfonos de ayuda, son claves en la comunicación

La periodista valenciana María De Quesada, autora del libro «La niña amarilla»
La periodista valenciana María De Quesada, autora del libro «La niña amarilla»Fran de SousaFran de Sousa

La palabra suicidio ha sido durante muchos años una palabra prohibida. Ni se hablaba ni se contaba ni se compartía. ¿El motivo? Una teoría pasada de moda y denominada «efecto Werther» por la novela de Goethe en la que el protagonista se suicida. Esta teoría advertía de que informar de los suicidios en los medios de comunicación provocaba un efecto llamada. Es decir, incitaba a personas con pensamientos suicidas a quitarse la vida. “Y así sucede si se informa sin rigor, respeto ni responsabilidad”.

Sin embargo, esta época en la que estaba prohibido hablar de este grave problema de salud pública ha pasado. La OMS asegura desde el año 2000 que hay que informar sobre el suicidio y también dar voz a las personas supervivientes. La cuestión está ahora en cómo hacerlo.

La periodista María de Quesada ha estudiado a fondo el tratamiento que dan los medios de comunicación al suicidio y ha comenzado a impartir talleres prácticos. El primero fue el pasado 19 de noviembre, con motivo del Día Internacional del Superviviente por Suicidio, en la Unió de Periodistes Valencians (UPV).

La primera clave es dejar de evitar escribir o pronunciar la palabra suicidio. «Existe, está ahí. Es una triste realidad. No tiene sentido ocultarlo, sobre todo en aquellas informaciones en las que queda claro que el suicidio ha sido la causa de la muerte, aunque no se mencione. Debemos ponerlo en el imaginario colectivo para ayudar a romper el tabú en torno al suicidio».

De Quesada explica que los medios deben informar siempre que se cumplan tres supuestos: si es un personaje público, si ha tenido consecuencias públicas (corte de la vía pública...) o cuando no es el sujeto de la información, sino que se aborda un problema de interés general como la anorexia el acoso escolar, la depresión o los desahucios.

Identificados los casos, el siguiente paso para el periodista es el de saber cómo se debe tratar. Una de las cuestiones más importantes es no relatar nunca la manera en la que la persona se ha suicidado. «Se trata de una recomendación que los medios de comunicación se saltan con frecuencia cuando se tratan casos de personas relevantes. Solo hace falta hacer un repaso de lo que conocimos de la muerte de Robin Williams, Blanca Fernández Ochoa o la más reciente, Rosario Porto».

De Quesada pide algo poco corriente en el periodismo en los tiempos que corren, reflexión. «La inmediatez va en nuestra contra. No debemos ser los primeros en sacar la noticia, sino en hacerlo de la mejor manera posible para prevenir más muertes».

Si la información se da correctamente los medios podrán lograr el «efecto Papageno», nombre que se da la a la acción que consigue evitar un suicidio. «Viene de la ópera de Mozart ‘La flauta mágica’. El personaje Papageno quiere suicidarse por un desamor (al igual que el joven Werther), pero tres personajes, en forma de espíritus infantiles, le convencen de que vale la pena vivir, mostrándoles otras alternativas».

Las claves

  • Según los últimos datos oficiales, en 2018 fallecieron en España 3.539 personas por suicidio, una media de diez personas al día. El suicidio es la primera causa de muerte externa en nuestro país, casi duplicando a los accidentes de tráfico.
  • Canales de ayuda para casos de riesgo de suicidio o de casos en los que pueda requerirse apoyo psicológico:
    • El Teléfono de la Esperanza (717 003 717).
    • El Teléfono contra el Suicidio (911 385 385).
    • Red AIPIS-FAEDS dirigida a familiares y personas que han perdido un ser querido por suicidio. ‘Papageno’, Asociación de Profesionales de Prevención y Postvención del Suicidio.

La información, por tanto, debe incluir herramientas para que las personas con pensamientos suicidas sepan dónde pueden acudir. En este punto, De Quesada lamenta que todavía no se haya creado un teléfono público de ayuda, aunque se puede llamar al 112 o al teléfono de la esperanza. «La puesta en marcha de un Plan Nacional para la Prevención del Suicidio es una petición histórica que sigue en pausa. Necesitamos un plan que reúna a todos los agentes sociales implicados en la prevención, desde la formación a profesionales de la salud, hasta la elaboración de campañas de sensibilización social, visibilización del problema y promoción de una educación emocional ya desde la infancia».

Otra manera de fomentar el efecto Papageno es informar de las señales de alarma que dan las personas que piensan en suicidarse, tales como el aislamiento, la depresión o los pensamientos negativos, para que puedan ser identificados por las personas de su entorno. No todas las personas dan señales, pero si las conocemos podremos identificarlas.

Dar voz a los supervivientes

«Las personas que han superado un suicidio o los familiares de una persona que murió por suicidio son los grandes olvidados. Hay que darles un espacio. Estos últimos escalan cada día una montaña. Sus seres queridos no están y además arrastran la culpa y la vergüenza del estigma social que aún cae sobre el suicidio».

Para explorar este asunto, De Quesada ultima las páginas del libro titulado «La niña amarilla» donde cuenta, «desde el amor», más de veinte historias de personas que, como ella, han sobrevivido a la conducta suicida. Otra manera de participar del efecto Papageno y prevenir más muertes por suicidio.