Opinión

Podemos y Hasel, ¡qué casualidad!

El presidente del Gobierno se expresa con un silencio que se interpreta como cómplice de estos desmanes

Iñaki Zaragüeta
Iñaki Zaragüetakike tabernerLa Razón

Es curiosa la coincidencia entre los problemas de Podemos y sus dirigentes con la promoción de otros conflictos por parte del partido de Iglesias, con el objetivo claro de desviar el foco de atención política y mediática fuera de este partido. Lo digo porque me resulta «dejà vu» que, justo cuando Podemos se encuentra en dificultades judiciales por la financiación ilegal, presunta desde luego, sus principales dirigentes se dedican a promover otro asunto, esta vez el conflicto callejero con la excusa de la encarcelación, más que justa, del rapero Pablo Hasel.

El espectáculo protagonizado por grupos de vándalos en las calles de diversas ciudades españolas me preocupa. Por la tergiversación de los motivos de la condena y por las consecuencias políticas impropias de un país democrático desarrollado.

Los defensores de este delincuente pretenden convencernos que al tal Hasel se le coarta la libertad de expresión. No. Ha sido sentenciado a dos años y medio de prisión por delitos de obstrucción a la Justicia, por amenazar a un testigo en un juicio, un juicio al que ya llegó con un amplio currículum delictivo, al haber sido condenado anteriormente por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona y a las Fuerzas de Seguridad del Estado, con advertencia de que, si volvía a delinquir, ingresaría en prisión. Más grave, quizá, es que desde la vicepresidencia del Gobierno, Pablo Iglesias movilice a sus huestes –léase Echenique, Monedero etc.– para promover el escándalo en las redes y en las calles con el objetivo antes mencionado: tapar la causa judicial contra Podemos por presunto delito electoral y financiación irregular.

Mientras, el presidente del Gobierno se expresa con un silencio que se interpreta como cómplice de estos desmanes. O quizá, como en el Evangelio, guarda todo esto en su corazón. Así es la vida.