DANA

Regreso a las aulas en Utiel: normalidad tras la catástrofe de la DANA

Los casi cuatrocientos alumnos del IES Alameda, que tardará un año en reabrir, ya han sido reubicados y las clases se retomaron sin sobresaltos

A las ocho de la mañana, los aplausos retumbaban en las paredes del IES Miguel Ballesteros de Utiel. Unos 670 alumnos volvieron ayer a las aulas entre sonrisas y cara de vergüenza conforme sus profesores les aplaudían tras dos semanas sin clases.

Los docentes querían homenajear a sus alumnos. «Me sorprendió verlos limpiando el barro con cepillos. No son la generación de cristal, son la generación de acero», dice a LA RAZÓN Raúl Llobregat, director del centro.

Las clases volvieron ayer lunes a Utiel dos semanas después del martes 29 de octubre. Aquel día a las 06:30 de la mañana, el alcalde Ricardo Gabaldón canceló las clases tras hablar con sus concejales: «Estaba lloviendo mucho y aquí vienen de municipios cercanos. Suspendimos ante la duda y fue crucial esa decisión», asegura a este periódico.

La medida del consistorio salvó cientos de vidas. EI IES Alameda quedó completamente arrasado tras el desborde del río Magro. «Nos vino bien que lloviera mucho de buena mañana. De tomar una decisión contraria nos hubiera ido todo en esta desgracia», reflexiona el alcalde.

Dos semanas después, la entrada sigue destrozada y llena de fango. Un par de capazos manchados y una escoba separada de su palo demuestran el esfuerzo por limpiarlo por dentro. La marca de agua todavía se ve a más de dos metros de altura por encima de algunas pizarras y perchas que sobreviven en las paredes. Los primeros días se temió que se tuviera que derribar, pero la inspección concluyó que los cimientos están bien, aunque tardarán un año en reformarlo entero.

Es el único centro educativo del pueblo que no ha podido reabrir. Allí suelen ir a clase cerca de 400 alumnos que en cuestión de dos semanas se han tenido que reubicar para poder volver a las aulas. Una tarea que no ha sido sencilla de gestionar. «Cuando lo vi, dije, madre mía, qué vamos a hacer este año. No me imaginaba estar en dos semanas dando clase a los chavales», dice Mario Gandía, profesor de educación física del IES Alameda. En la puerta de la cafetería del IES Miguel Ballesteros ahora pone 4º de la ESO, IES Alameda.

Allí han improvisado un aula, al igual que en la biblioteca y hasta cuatro aulas en este centro. «Me ha tocado la más grande», ríe Gandía, también tutor del grupo.

Los alumnos de 3º y 4º de la ESO han sido reubicados en el otro instituto del pueblo; en la Escuela Oficial de Idiomas están los dos primeros cursos de secundaria, mientras que 1º de Bachillerato está en el CEIP Canónigo Muñoz y 2º de Bachillerato en una sala del Complejo Deportivo Nogueral.

No ha sido fácil cuadrarlo. «Han hecho un trabajo titánico», asegura Llobregat en referencia al equipo directivo del IES Alameda, liderado por el director Jorge Fuentes. En una semana han creado un nuevo horario desde cero para adaptarlo a la movilidad de su profesorado, que será itinerante el resto del curso entre las distintas ubicaciones en el pueblo.

Ahora, el reto es doble: por un lado es retomar el curso con normalidad y por otro adaptarlo a las necesidades emocionales.

«El domingo por la noche mi hija estaba muy nerviosa», dice Celia González, profesora de música del IES Miguel Ballesteros. Su hija cursa 1º de Bachillerato en el mismo centro y su marido es también profesor de música en el otro instituto devastado.

«No estamos preparados para este tipo de situaciones», dice el director. «El ánimo es regular», añade. La Conselleria de Educación ha puesto en marcha un curso online de formación en emergencias para que los educadores aprendan estrategias emocionales y los docentes del instituto se han apuntado.

Además, desde este instituto han tomado medidas internas como alargar el patio diez minutos para que puedan volver a socializar y han dedicado las dos primeras dos horas de clase a una tutoría para que los alumnos puedan escribir sus necesidades materiales y expresar sus sentimientos.

El director ha pedido a su equipo docente que tengan un especial ojo en los doce estudiantes que han perdido familiares, su casa o su trabajo. «Una de mis alumnas se ha tenido que ir porque le dolía mucho la cabeza. Sus padres han perdido su bar», añade González.

A eso se unen los posibles problemas de convivencia. «Uno de mis alumnos me ha dicho: ‘Me da miedo: ¿Y si me hace bullying alguien de este instituto?’» dice Gandía. «Aquí eso no va a pasar», le contesta Llobregat, que asegura que en caso de problemas lo abordarán ambos equipos directivos conjuntamente. Desde el IES Alameda han establecido unas normas de convivencia que comienzan por el respeto y cuidado de las instalaciones que les prestan.

La mayor preocupación es si adaptarse al espacio y material disponible en otro centro. «Estábamos dando la condición física (antes de la DANA), pero voy a adaptar la programación a la disponibilidad de material y espacio aquí», explica el docente de Educación Física.

«Los profesores somos gente que se tiene que adaptar». A ello se une la pérdida de libros, material escolar y apuntes que han solucionado entre donaciones privadas, ayudas de la Generalitat Valenciana e ingenio. «Hemos tenido que fotocopiar apuntes de las personas con mejor letra y dejar de evaluar la libreta», admite la profesora de música.

Con todo, poco a poco la normalidad vuelve a las aulas. «A final de semana esperamos volver a un ritmo habitual, con adaptaciones», dice Llobregat. Tras el puente de diciembre tendrán la primera evaluación y aunque el director cree que no afectará demasiado, sí teme por sus alumnos de último curso. «No va a haber una prueba de acceso a la universidad justa si no se toman medidas provisionales», dice. «Es una desgracia».