Centenario

Homenaje por los 100 años de la muerte del Dr. Gómez Ferrer, el "Dios de los Niños"

La Glorieta que acoge el monumento será el lugar en el que se congregue la familia

Monumento al Doctor Ramón María Gómez Ferrer situado en la Glorieta de la ciudad de Valencia
Monumento al Doctor Ramón María Gómez Ferrer situado en la Glorieta de la ciudad de ValenciaLa Razón

A las 12.30 horas de este lunes, en la Glorieta de Valencia le será rendido homenaje al doctor Ramón María Gómez Ferrer, médico pediatra, en el monumento que la ciudad le tiene levantado, al cumplirse el primer centenario de su muerte. El homenaje ha sido impulsado por su familia y el Ayuntamiento. Estudiante de especial inteligencia, a los 19 años ya era licenciado en Medicina, ejerciendo como médico rural en Godelleta y Quatretonda. A los 21 años, se doctoró en Medicina. En la ciudad de Valencia destacó por sus desvelos y actuación en 1885 durante la epidemia del cólera.

En 1886 ganó por oposición plaza de médico en el Hospital Provincial, luego en la Facultad de Medicina de Madrid, donde sacó la Cátedra de Enfermedades Infantiles, y en Valencia donde desarrolló una importante actividad en favor de los niños y de las familias más necesitadas, que suscitó la admiración general de las madres valencianas, como médico del Hospital y del colegio asilo de san Juan Bautista.

El proyecto que diseñó fue un hospital jardín para niños, donde curaran de sus enfermedades jugando y distrayéndose, filosofía que aplicó en aquellos centros donde desempeñó sus labores médicas.

Fue Decano de la Facultad de Medicina, director de la clínica infantil de la misma, director del Sanatorio Marítimo de la Malvarrosa, Catedrático de Enfermedades de la Infancia, dirigió la revista «La medicina valenciana».

Fue defensor de la nipiología, término que agrupa todos los estudios científicos artísticos e históricos relativos a las primeras edades de los niños, fundando el Instituto de Nipiología en Valencia, el primero en el mundo, obra médica en favor de los niños. Logró todos los permisos académicos y legales y que todas las Universidades españolas contaran con un Instituto de Nipiología. Falleció días antes de ser inaugurado oficialmente el Instituto por el que tanto había luchado.

Entre sus libros figura uno titulado «Necesidad de implantar en España la educación obligatoria de los niños», impreso en 1898. Se le llamó el «Dios de los Niños» y el Místico de la Medicina. Su vida fue una gran vocación al servicio de la medicina, del ser humano y especialmente de los niños.

Por su gran vocación y servicios a la ciudad, se le erigió en 1920, cuatro años antes de fallecer, un monumento en la Glorieta y se le otorgó el título de Hijo Predilecto de la Ciudad. El monumento es obra del escultor Francisco Paredes García. En él aparece el doctor Gómez Ferrer, leyendo un libro, estudiando, al tiempo que observa a unos niños correr por el jardín.