Sección patrocinada por sección patrocinada
Cine

Cine

Premios Goya: Almodóvar vs. Guerra Civil

«¡Ay, Carmela!» es la única cinta sobre el conflicto del 36 que ha logrado llevarse el máximo reconocimiento, y fue en 1990. ¿Cambiarán «La trinchera infinita» o «Mientras dure la guerra» la tendencia? El director manchego, favorito, intentará que no

Pedro Almodóvar va con todo. Llega a Málaga dispuesto a marcarse un «all in». Pese a los desencuentros que ha tenido con la Academia a lo largo de los últimos años, esta noche se presentará con sus mejores galas, además de con un buen zurrón para cosechar los hasta 16 cabezones que se puede llevar a casa, aunque más bien va a necesitar un carrito si hace el pleno. Sus paseos, acompañados de los correspondientes vítores, por Europa y Estados Unidos pueden dar una pista de lo que sucederá esta noche en el Pabellón Martín Carpena. Pero aquí, como en casi todo, no hay nada escrito, ni existe norma que diga que ya tenemos sucesor de los «Campeones» del año pasado.

Y, principalmente, esto es así porque enfrente está un viejo conocido: Alejandro Amenábar, dispuesto a condensar en una sola gala un enfrentamiento que se vivió con intensidad durante una década. Concretamente, desde que éste se hiciera con el galardón a la mejor película en 1997 con «Tesis», su ópera prima. Con este debut –también premiado con la mejor dirección novel– igualaba a un manchego que, por entonces, solo contaba con el reconocimiento máximo a una de sus películas, «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1989).

Comenzaba así una rivalidad que hasta 2007 se iba a ir engrosando con dos premios para cada uno: «Todo sobre mi madre» (2000) y «Volver» (2006), para Almodóvar; y «Los otros» (2002) y «Mar adentro» (2005), para Amenábar. Tres a tres y partido aplazado hasta este 2020, en el que uno de los dos, con permiso del resto –principalmente de Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga–, intentará ponerse por delante en lo que a mejores películas se refiere. Respecto a la dirección, también se encuentran igualados, dos y dos, aunque ese premio de director novel de «Tesis» desequilibraría la balanza. Y, como se decía, todo esto será solo posible siempre y cuando «los vascos» permitan que su «trinchera» no acabe con la fiesta de los demás.

Al dar un primer vistazo a las nominaciones, los favoritos están claros: «Mientras dure la guerra» (Amenábar), con 17 opciones; «Dolor y gloria» (Almodóvar), con 16; y «La trinchera infinita», con 15. Los siguientes en el escalafón serían «La intemperie» (de Benito Zambrano), con 5, y «O que arde» (de Óliver Laxe), con 4, casualmente, las otras dos cintas que esta noche acompañarán a la tripleta favorita en la categoría de mejor largometraje.

Los números no mienten

Si atendiéramos al gusto de los espectadores o, al menos, al empuje que han tenido las tramas en el público, la ganadora indiscutible de esta terna sería la cinta de Amenábar, que durante 2019 logró llevar a las salas a cerca de dos millones de personas, con una recaudación de casi 11 millones de euros. Unos números que duplican a los de «Dolor y gloria» y muy lejos de los de «La trinchera», con los 200.000 espectadores superados y unas ganancias de 1,15 millones.

Así, el duelo de la gala se servirá entre el autoretrato almodovariano en el que el propio director se abrió como nunca ante la cámara, eso sí, encarnado en la piel de un Antonio Banderas que esta vez juega en casa para hacerse con su primer Goya –solo tiene el de Honor que recibió en 2015–, y la Guerra Civil: o el histórico enfrentamiento entre Millán Astray y Unamuno en la Universidad de Salamanca frente a las penurias de los «topos» que permanecieron emparedados en sus casas desde el fin de la contienda hasta muchas décadas después. Sea para uno o para otros la cita será de relevancia. En el caso de «Dolor y gloria», encumbraría por primera vez cuatro largometrajes de un mismo director; y de ganar uno de los otros dos filmes, estaríamos ante la «reconciliación», por decirlo de algún modo, del cine español con su pasado. En este caso, la asimilación de la contienda del 36.

Es llamativo las pocas cintas sobre el conflicto que han logrado conquistar a la Academia. Solo una. Y de eso ya han pasado treinta años. Es el tiempo que hace que «¡Ay, Carmela!», de Carlos Saura, triunfaba en el Palacio de Congresos de Madrid en una gala conducida por Lydia Bosh y Jorge Sanz. «Pa’ negre» (Agustí Villaronga, 2010) y «Amantes» (Vicente Aranda, 1991) también lograron el reconocimiento como mejor película, pero, en su caso, bordearon el conflicto y se quedaron en la posguerra. O «La niña de tus ojos», de Fernando Trueba –el otro director que empata con Almodóvar y Amenábar con tres mejores películas–, que huyó del conflicto nacional para trasladar la trama a la Alemania nazi.

Son las cartas que presentarán los directores para una nueva gala en la que la política, apuesten, tiene muchas opciones de salir a relucir. Pedro Sánchez ya ha confirmado su asistencia, un gesto que no veían los ojos del cabezón desde Zapatero. ¿Se atreverá el faranduleo a cantar las cuarenta a todo un presidente del Gobierno o los gritos de guerra irán conducidos a Vox? ¿Se echará de menos a un ministro que había caído de pie en la Cultura como Guirao o se pasará por alto? ¿Volverá el feminismo a acaparar los focos?... Preguntas que esta noche, a última hora –porque parece que cuesta mucho hacer una convocatoria antes de las tantas de la noche–, se irán resolviendo. Pero, política y galardones al margen, la gala de hoy tendrá un nombre claro solo con aparecer: Marisol. El objeto más preciado de este país durante años e incógnita completa para la cita en el Carpena. Se sabe que se ha intentado convencer por tierra, mar y aire, pero la decisión final de la actriz parece un hecho que mantendrá en vilo a todos hasta última hora. Pepa Flores ha hecho girar la ruleta de la tómbola y solo la alfombra roja dictará sentencia. La misma alfombra que verá si Almodóvar sale como el gran triunfador del pasado 2019 o si, como ya le ha ocurrido en otros festivales en los que «Parásitos» le ha dejado con la miel en los labios, tocará recoger cable.

¿Será Banderas profeta en su tierra?

Puede sorprender, pero es así: Antonio Banderas no tiene un Goya a mejor actor, aunque, curioso, sí uno de Honor. Una realidad que parece tener las horas contadas viendo el panorama. Qué mejor que su ciudad natal para darle la vuelta a una situación que ya ha ido dando pistas de por dónde van a ir los tiros en cada festival que ha pisado. Además de la nominación al Oscar. No le vendría mal el dulce a un Banderas que en los últimos días ha vivido la salida de Lluìs Pasqual de su teatro del Soho.