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Devendra Banhart: «Lloro todo el tiempo y no sé por qué»

Presenta en España «Ma», un álbum íntimo sobre la ausencia, y regresará en julio al Vida Festival

Devendra Banhart
Devendra Banhartlarazon

Es uno de los músicos más multifacéticos de la escena y seguramente también uno de los de sensibilidad más exacerbada. Devendra Banhart, estadounidense de origen venezolano publicó el año pasado «Ma», un trabajo exuberante lleno de arreglos de cuerda y bonitas melodías en los que el silencio y el espacio también se siente. Algo parecido a la ausencia de los padres, amigos y maestros con los que el músico ha lidiado recientemente y que constituyen la piedra angular del trabajo que presenta en Madrid, San Sebastián y Barcelona (aunque solo quedan entradas para la capital guipuzcoana) y, para los que puedan, regresará como parte del cartel del Vida Festival (Vilanova i la Geltrú), del 2 al 4 de julio).

–¿Cómo es llevar un trabajo tan delicado como este al directo? ¿Han cambiado mucho las canciones?

–La verdad es que en mi caso todo depende de cada noche. Por un lado, por la vibración del lugar y del público, aunque a veces eso no es lo más importante y es más decisivo cómo te sientas como artista. Es como el pintor que hace su cuadro, que es el disco en mi caso, pero luego intenta repetirlo, pero eso no puede ser. Cada vez será distinto y, delante de la gente, más. En mi repertorio hay canciones que son más apropiadas para el baile, pero si el show toma un rumbo más íntimo, elijo uno diferente. En nuestros conciertos pueden darse todo tipo de temas, podemos hacer música casi para quinceañeras y otras más íntimas y calladitas. Y hay algunas que me hacen llorar cuando las toco. Nunca sabes qué vas a hacer. Aparecen en el momento, con la improvisación.

–El plan es que no hay plan.

–Exacto. Lo único que sí se es que voy a tener pena, que voy a sentir la emoción. Eso seguro.

–¿Sigue sintiendo las canciones con intensidad?

–Pues sí, y eso que ya estoy escribiendo para el próximo. Pero este álbum lo siento nuevo todavía.

–Dijo antes que puede que llore.

–Hay dos o tres canciones que las siento... Que son difíciles. Solo las pude cantar sin llorar en la grabación. Me dan pena y la sigo sintiendo. Una de ellas es «Memorial», que habla de cuando falleció mi padre biológico y dos de mis amigos y fui a la India a llevar las cenizas. Narra esa experiencia de pasar mis últimos momentos con ellos. Dos de ellos se suicidaron y el otro falleció de cáncer y era 4 años más joven que yo. Y pienso en esas personas. A mi padre biológico nunca lo llegué a conocer, estuvimos siempre a punto pero nunca llegaba el día. Tratábamos de vernos cada año y bueno, yo sabía que estaba sufriendo mucho hasta que se quitó la vida.

–¿Escribir la canción sirvió de algo?

–No mucho. Me siento como si fuera un poco sensiblero decir esto, pero sí que es cierto que la razón por la que la toco es que les rindo un homenaje a ellos. Pero no me libera realmente, no ha supuesto una catarsis. En realidad, lloro todo el tiempo. Lloro cuando llamo al Uber o voy a la frutería. No sé por qué, pero llevo 4 o 5 años que lloro por cualquier razón. Si veo una película de humor, lloro. Pagando en el supermercado o lavándome los dientes. Y no sé por qué. Todo me hace llorar.

–¿No sabe por qué?

–No. Llevo así los últimos tres años. Empezó raro. Fue en la oficina postal, enviando un paquete. Y empecé a llorar. Tuve que disculparme, pero pude enviarlo y así sigo. Creo que lo estoy controlando un poco mejor.

–No es fácil vivir de esa manera.

–No es cómodo, pero bueno, no va asociado a un sufrimiento, lo cual sería peor. Es como es. Parte de mi trabajo consiste en observar el mundo, porque te permite ser sensible a la energía de la gente y ahí hay ideas, palabras e historias. Y no me gusta llorar cuando pides en un restaurante, pero es algo que me ayuda a llenar páginas.

–Le producirá todo tipo de situaciones extrañas.

–Sí, y a la vez creo que la sociedad tiene un grave problema con el hecho de llorar. Lo he vivido desde chico, que lloraba y me decían que no lo hiciera. ¡Pero no puedes, es como hacer pis! Y eso es un problema, porque no veo el drama por llorar.

–La sociedad de hoy aparta a quien se siente mal, quien está triste. Solo quiere éxito y gente que produzca.

–Ese es uno de los grandes problemas del mundo. Pero ya te digo que a mi no me hace llorar la tristeza sino también la belleza. Puede ser como una herida pero es parte de la experiencia.

–Haga una prueba: fotografíese llorando en una red social.

–Bueno, creo que las redes sociales se utilizan para elegir al peor presidente del universo y también para buscar gatos perdidos. Yo las uso para mostrar lo que sucede en el mundo y los libros buenos que leo. También pienso que sí, que la gente fabrica un mundo, enseña lo mejor de su vida, pero ¿cuál es el problema con eso? Es como crear un videojuego.