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Teatro

Crítica

La mayoría de edad de Miguel del Arco: “Veraneantes”

Dentro de las obras que ofrece la Teatroteca, rescatamos esta producción de 2011 de la mano del cofundador de la compañía Kamikaze, que recuerda las vicisitudes del montaje teatral que le dio el espaldarazo como director escénico

Bárbara Lennie, Miriam Montilla y Lidia Otón en "Veraneantes"
Bárbara Lennie, Miriam Montilla y Lidia Otón en "Veraneantes"larazonRos Ribas

Son muchos los trabajos del director madrileño que pueden encontrarse en la Teatroteca y que pueden verse gratis, por tanto, a través de esta plataforma de préstamo por internet, dependiente del Ministerio de Cultura, que está resultando tan útil estos días en que las salas permanecen cerradas. Entre ellos, hemos destacado “Veraneantes” por cuanto supuso una verdadera prueba de fuego en la progresión de su carrera.

Después de haber sorprendido a propios y extraños en 2009 con “La función por hacer” –estrenada de manera muy modesta, a pesar de su repercusión, en el vestíbulo del Teatro Lara–, Miguel del Arco, si acaso conocido por algunos hasta entonces como actor, pasó a convertirse, prácticamente de la noche a la mañana, en uno de los nuevos y más prometedores valores de la dirección escénica. Obviamente, él sabía bien ya por entonces que la propensión del público, de la prensa y de los profesionales a encumbrar a un artista a raíz de un trabajo primerizo es directamente proporcional a su desenvoltura para enterrarlo a continuación si no están muy convencidos con el siguiente paso que dé. “En este país, cuando sales de la nada, todos te aplauden; pero, cuando vuelves por segunda vez, lo normal es que los mismos que te aplaudieron se resistan a hacerlo, como si les molestara que el éxito se repitiese”, confirma hoy a LA RAZÓN el propio Del Arco.

Así pues, era importante que el nuevo director afianzase bien ese siguiente paso profesional, si no quería ver cómo sus sueños artísticos, y sus planes de futuro para esa principiante compañía que era a la sazón Kamikaze, quedaban fatalmente arrumbados. El éxito de “La función por hacer” le había permitido preparar al año siguiente un trabajo para conmemorar el Día Mundial del Refugiado en las Naves del Español, que se llamó “El proyecto Youkali”, y aceptar el encargo de dirigir nada menos que a Nuria Espert en el monólogo “La violación de Lucrecia”. El resultado de ambas propuestas volvió a concitar un unánime aplauso de crítica y público, pero la gente esperaba aún que Del Arco fijase bien el rumbo de su andadura, es decir, que se embarcase en un reto tan personal como lo había sido La función por hacer. Y así fue como en 2011, invitado por José Luis Gómez, decidió poner en pie, en coproducción con La Abadía, su particular y contemporánea versión de “Veraneantes”, la obra que Maxim Gorki había escrito en 1904. Con una disposición del escenario a cuatro bandas, y con un elenco de nada menos que once actores, Del Arco logró mostrar al espectador, con enorme amenidad, encomiable ritmo, gran sentido del humor y un espíritu crítico sin sombra de maniqueísmo, un amplio muestrario de personajes, todos repletos de claroscuros, perfectamente reconocibles en nuestra sociedad: artista vanidoso, empresario práctico y superficial, frívola actriz fracasada, hipócrita defensora de causas justas… Estrenada el 14 de abril, la obra volvió a cautivar a un público cuyo aplauso tronaba cada día en la sala después de las dos horas y media que duraba la función. Obviamente, ese aplauso no solo estaba destinado a Del Arco, sino también a un estupendo reparto en el que se mezclaban actores que ya habían trabajado en La función por hacer, y que serían luego recurrentes en la carrera del director (Bárbara Lennie, Raúl Prieto, Manuela Paso, Cristóbal Suárez…) con otros que podríamos llamar habituales de La Abadía (Elisabet Gelabert, Ernesto Arias, Lidia Otón…), con Israel Elejalde como perfecto nexo entre ambos grupos.

El éxito fue rotundo: cinco premios Max –de 14 nominaciones–, dos premios de la Unión de Actores y la reposición del montaje en La Abadía al comienzo de la temporada siguiente. Sin embargo, “Veraneantes” es hoy uno de esos montajes que muchos de los admiradores del director reconocen no haber visto en su momento. Eso se debe a que la envergadura de la producción dificultó enormemente una gira que incluso la propia compañía decidió finiquitar antes de seguir sufriendo con ella. “Las giras deberían estar prohibidas por decreto ley –dice Del Arco entre risas–. No, en serio, lo que ocurre es que a mí me gusta sacar de gira el espectáculo tal y como ha sido concebido, sin adaptarlo ni reducirlo; y eso, tal y como estaba, y está, el mercado, sin tiempo para preparar nada, con un solo día para montar y estrenar, era muy angustioso en el caso de una producción como ‘Veraneantes’. Es verdad que mucha gente nos pregunta todavía por qué no la reponemos ahora en El Pavón; pero es inviable para nosotros hoy acometerla”.

En cualquier caso, el borrón y cuenta nueva de aquella gira no hizo sino adelantar otros éxitos que esperaban a Del Arco ya a la vuelta de la esquina: “Juicio a una zorra”, “De ratones y hombres”, “El inspector”, “Misántropo”… son algunos de los títulos que jalonaron los siguientes años de una carrera que muy pocos directores han logrado forjar con tal solidez en tan breve periodo de tiempo.

Un título largo tiempo acariciado

Fue en sus tiempos de estudiante en la Escuela de Arte Dramático cuando la obra de Gorki despertó el interés de Miguel del Arco: “Yo tenía de profesor a Ángel Gutiérrez, que conocía muy bien el teatro ruso y que se ocupó de inculcarnos el gusto por él. Íbamos a hacer esta obra precisamente de trabajo final, pero a mí me salió trabajo y no pude hacerlo. Desde entonces siempre tuve las ganas de poder llevar a escena esta pieza”.