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El Día de la Música en coma

Mañana se celebra el Día Europeo de la Música mientras el sector se enfrenta a una larga crisis: “De mí dependen 13 familias”, dice Andrés Suárez, que vuelve a tocar en plena incertidumbre. Los promotores se enfrentan a un galimatías legal: ¿se debe expulsar de un concierto a un espectador que tose continuamente?
larazonSUSANA GODOY/MARÍA CARBONELL

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Durante la pandemia, la música ha sido el refugio para muchas conciencias saturadas de información y confusión, mucho más allá del “Resistiré” que, indiscutiblemente, también jugó su papel. Los artistas han tratado de dar algo a sus seguidores, con canciones solidarias para recaudar fondos, actuaciones gratuitas por “streaming” para hacer más llevadera la cuarentena y otras iniciativas. Sin embargo, la emergencia sanitaria ha arrasado con el panorama de los eventos de masas y ha introducido groseras limitaciones al resto de tamaño medio, dando lugar a un complejo galimatías legal para los promotores de conciertos, que se lanzan a reactivar el sector incluso antes de que la legislación esté publicada. Pero hay necesidades más urgentes: “De mí dependen 13 familias. Padres, y alguno, abuelo. Así que yo voy a volver a actuar. Saldré, con todas las medidas de prevención, para tocar ante 200 personas en un lugar en el que caben 2.000. Pero no me voy a subir a un escenario pensando en cuánto voy a ganar, sino en que hay que luchar por nuestra gente”, dice el músico Andrés Suárez. Mañana se celebra el Día Europeo de la Música en un clima de confusión en el que el sector busca maneras para, como dice Suárez, luchar por que vuelvan los conciertos.
La música volverá a sonar este verano aunque sea a pequeña escala. Ciclos como el Nits del Fòrum, Cruïlla XS, Abre Madrid, o Starlite, han anunciado actuaciones y se han adaptado a las nuevas condiciones incluso antes de conocer la regulación que están aprobando las comunidades autónomas en estos días. Parques como el Tierno Galván en Madrid también podrían acoger un ciclo de actuaciones que está por anunciarse todavía. Muchos festivales en todas las provincias de España han adaptado su modelo a otro más coqueto y su cartel al menú nacional. Tratan de hacer de la necesidad virtud. Los conciertos en autocines no dejan contento ni al artista ni al público. Por eso, el WiZink Center reabre sus puertas pasando de un aforo de 17.000 personas a 1.700. Sucederán cosas curiosas, como que el Camp Nou o el Wanda Metropolitano den cobijo a actuaciones musicales que, en circunstancias normales, se celebrarían en Razzmatazz o La Riviera. Sin embargo, el panorama que se presenta es de una gran incertidumbre, porque deja la regulación en manos de 17 gobiernos distintos. Y los conciertos seguirán lejos de la antigua normalidad. “El dispositivo sanitario, controlador de acceso, el acceso a menores, todo es diferente. Las condiciones de seguridad cambian en cada caso según la comunidad autónoma”, explica Raúl Valera, ex director de Seguridad y Emergencias en Eventos y espectáculos de Madrid Destino en una conferencia virtual organizada por Sympathy For The Lawyer. Todos los conceptos son variables: los aforos, los controles previos y hasta el número máximo de un grupos de convivientes que acceda juntos al espectáculo se regulan de forma diferente en cada comunidad.
La casuística es también infinita. ¿Qué sucede si un asistente empieza a toser permanentemente? ¿se le puede invitar a salir o incluso ser un poco más expeditivo? La respuesta es que sí. Hay condiciones generales de acceso como el consumo de estupefacientes o comportamientos incívicos que justifican la expulsión. Asistir sin mascarilla o toser, estornudar o vociferar, por ejemplo, son causas justificadas, según los expertos. ¿Puede ser un control de temperatura invasivo en la privacidad del asistente? También parece que sí, y que deben realizarse con arcos o otros sistemas porque el espectador podría negarse a someterse a una prueba. ¿Qué ocurre con las colas que se organizan en el exterior de un evento? ¿Cómo ser organizan las barras, guardarropas o aseos? Muchas dudas enrarecen el clima de la música en directo que, en cualquier caso, prepara su vuelta contra viento y marea.
Los grandes perjudicados de esta situación han sido los técnicos de espectáculos y los trabajadores de las oficinas artísticas, que viven exclusivamente del directo. Esa es la razón que mueve a muchos artistas a volver a tocar. Carlos Sadness, que actuará en Madrid y en Barcelona este verano, explica que la situación “es un poco un desastre en lo económico, pero ahora pensamos en la supervivencia colectiva. Toda la oficina de management, todo mi equipo y la gente que está a mi alrededor. Ellos son los que están saliendo peor parados. Nos vamos inventando cosas, como una línea de camisetas para ellos y bueno, intentaremos ir actuando con aforos reducidos para apoyarles”, explica el músico. Lo peor es que la situación puede experimentar un paso atrás drástico en cualquier momento. “Hay una incertidumbre enorme y es difícil hacer planes. Todo puede cambiar en cualquier momento, pero volver a actuar pero hacerlo bien es nuestra responsabilidad”.
Algunos artistas, como Aamaral, han cambiado su gira de pabellones por una acústica. Fernando Alfaro, que acaba de publicar nuevo álbum con Chucho (“Corazón roto y brillante”), admite que, pese a la drástica reducción de aforo, han sido contratados por una cantidad “al menos decente en lo económico” por las Nit del Fòrum en Barcelona, promovida por el Primavera Sound. “Pero te puedo garantizar que volveremos a tocar. No sé cómo, no se exactamente cuál será la solución, pero encontraremos alguna”, dice este veterano de la escena.
La Federación de la Música de España ha remitido al ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, una carta en la que le reclaman una serie de medidas urgentes de reactivación del sector. Entre las más llamativas, está la de declarar la música y el conjunto de la cultura como bien de primera necesidad e impulsar la creación del Instituto de la Música. También solicitan crear un fondo de estado para el desarrollo de la industria, un bono cultural, y un régimen fiscal especial. De momento, el futuro se presenta nublado. La música ha estado ahí cuando peor se daban las cosas y seguirá estándolo, pero la situación es, de pronóstico, grave.

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