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Coronavirus

El flamenco toca jondo

El futuro de la disciplina artística más característica de España está en riesgo. El 85% de la clientela de los restaurantes-espectáculo de flamenco es extranjera y ahora se encuentran vacíos y con pérdidas millonarias

A Juan Manuel del Rey se le ilumina la cara cuando cuenta las anécdotas que han ocurrido en el tablao que dirige, el Corral de la Morería. Es el más antiguo del mundo y por allí han pasado Pelé, Marlene Dietrich o The Beatles, además de que personajes como Ava Gardner o Salvador Dalí fuesen visitantes recurrentes. Pues bien, la crisis del coronavirus les obligó a cerrar a mediados de marzo y aún siguen clausurados, como el resto de tablaos de Madrid. Todos, incluyendo el Corral de la Morería, se encuentran en un proceso de muerte lenta y que necesitan, ya, las ayudas necesarias para revertirlo.

Los tablaos siguen asumiendo costes como el alquiler, los fijos de electricidad o agua y un porcentaje de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Sin embargo, tienen cero ingresos porque están cerrados. No les vale la pena abrir porque no vienen turistas y, como cuenta Lucas Portolés, director del tablao Cardamomo, «es sobradamente conocido que el 85% de nuestros clientes son extranjeros que desean conocer la cultura española».

Portolés añade que, si los turistas no vuelven pronto, «será una debacle». Teniendo en cuenta los rebrotes y la futura segunda ola que se espera en otoño, no parece que en los próximos meses los extranjeros regresen a Madrid como antes. Por lo que la situación de los tablaos de la capital es bastante delicada. Incluso, 6 de los 21 que existen (un 28,5%), han suspendido la actividad, cuenta el presidente de la Asociación de Tablaos Flamencos de España (Antfes), Federico Escudero.

La situación es realmente compleja para muchos tablaos, un negocio que «se encuentra a caballo entre la hostelería, el turismo y la cultura», confiesa Escudero. Tienen oferta gastronómica, su público es mayoritariamente extranjero y ofrecen espectáculos flamencos, por lo que no pertenece a ninguna actividad económica concreta. Por eso, Federico Escudeo añade que están luchando para que a los tablaos se les considere un sector en sí mismo.

Para lograrlo, un paso importante ha sido la creación de la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid (ATFM), presidida por Juan Manuel del Rey. Antes de la pandemia, cada uno de los tablaos estaba encuadrado en distintas organizaciones más relacionadas con el ocio o la hostelería. Pero claro, se han encontrado con que discotecas, bares o restaurantes han reabierto y ellos no, así que el coronavirus les ha obligado aunirse bajo un mismo nombre para explicar ante la administración los problemas a los que se enfrentan este tipo de establecimientos en concreto.

De momento, la ATFM ha conseguido, explica Anja Vollhardt, directora fundadora del tablao Café Ziryab, que «el Ayuntamiento de Madrid ha declarado a los tablaos flamencos sector de interés general. Por otro lado, la Comunidad de Madrid puso en marcha una gira por los pueblos ‘juntos 2020’, con actuaciones de distintos artistas por varias localidades de la región, representando a los tablaos. Son pasos importantes y muy de agradecer, pero no suficientes para poder reanudar la actividad. Estamos a la espera de que el Ayuntamiento nos conceda licencias de terrazas que nos darían la posibilidad de por lo menos abrir y cubrir algo de gastos».

El tablao Las Tablas ha decidido no espera y, cuenta una de sus fundadoras, la bailaora Antonia Moya, han alquilado un local justo al lado con licencia de terraza para facturar algo. Y es que no hay fe de que a sus establecimientos les otorguen las licencias. «No saldrán las terrazas», confiesa Rebeca García, directora de comunicación del tablao Villarosa, «nosotros las hemos solicitado hace un mes y no tenemos respuesta, pero es que el Corral de la Morería lo ha solicitado hace tres y tampoco». Los tablaos se enmarcan dentro de la Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) de Centro, ley que les impide expandir su negocio a la calle. No obstante, entienden que esa legislación correspondía a una normalidad, y ahora estamos en una nueva y, como tal, hay que reinterpretar las leyes para asegurar la supervivencia de los tablaos.

Sobre todo porque de la supervivencia de los tablaos depende la del flamenco, un arte nacido en España y que en 2010 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Juan Manuel del Rey manifiesta que «los tablaos somos la verdadera industria del flamenco porque damos trabajo al 95% de los artistas de nuestro país. Nosotros abrimos 365 días al año, mientras que las compañías tienen solo entre 20 y 40 representaciones anuales. Por lo tanto, la desaparición de los flamencos supondría la de muchos artistas, y en definitiva, del flamenco».

Arte caído en desgracia

Por su parte, Antonia Moya, admite que «si se cierran los tablaos se clausura la universidad del flamenco, porque en una escuela o en un ballet puedes aprender mucho, pero no se aprende como en un tablao, donde se trabaja con códigos y se improvisa mucho». Es decir, este arte perdería parte de esa esencia imprevisible que siempre le ha acompañado.

Se calcula que los tablaos generan un millón de euros anuales de riqueza para Madrid y seis millones para toda España. Con lo que la pérdida no solo sería cultural, también económica. Aunque para la región sería un golpe, para los gestores de estos negocios sería un KO definitivio. «El principal problema es que son empresas familiares, por lo que te juegas el patrimonio de toda una familia y si la compañía se arruina, todos los hacen con ella», comenta Escudero.

Cuando se empiece a recuperar la normalidad, parte del público extranjero regresará a los tablaos, pero no será al volumen anterior porque dependen mucho de los viajes programados con antelación mediante turoperadores. Rebeca García comenta que «muchos de nuestros clientes vienen en grupos grandes, de hasta más de cien personas. Y claro, eso se organiza incluso con un año de antelación». Habrá que esperar bastante para que se programen de nuevo reservas con tanto margen. Pero, de momento, lo fundamental es que el flamenco se suba otra vez al tablao.

La delicada situación de los artistas

Algunos artistas están en plantilla de los tablaos y se han acogido al ERTE (que en septiembre llegarán al séptimo mes y, por lo tanto, se empezará a cobrar solo el 50% de la base reguladora). Los que han tenido más suerte están consiguiendo dar clases online de flamenco. Sin embargo, el cierre de los tablaos pilló a muchos dados de baja de la Seguridad Social porque en ese momento no tenían representaciones programadas o estaban preparando espectáculos. Por lo tanto, no se les ha permitido acogerse a las ayudas y se encuentran en una situación delicada porque han tenido un acceso bastante limitado a ingresos durante bastante tiempo. Además, como en el caso de Antonia Moya o Anja Vollhardt, son artistas y dueñas de tablaos, por lo que sufren el cierre de estas espacios por partida doble.